De cumbre a cumbre
Es la estaci¨®n de las cumbres de verano, algo que viene sucediendo desde los a?os setenta, cuando los pa¨ªses m¨¢s poderosos del planeta empezaron a celebrar reuniones regulares para coordinar sus pol¨ªticas, principalmente econ¨®micas. En pos de la quimera de un mundo gobernado, la diplomacia internacional estren¨® un m¨¦todo que proporciona estos d¨ªas una floraci¨®n especialmente interesante. La pasada semana hubo cumbre de la Uni¨®n Europea en Bruselas, en la que los Veinticinco convirtieron la par¨¢lisis pol¨ªtica en programa de trabajo: nada se har¨¢ con la Constituci¨®n descarrilada hasta 2009. Ayer, en Viena, se reuni¨® la alianza que m¨¢s importa a los europeos, a la sombra de la impopularidad de Bush y de su pa¨ªs, y del repudio de las pr¨¢cticas que tienen por emblema top¨®nimos como Guant¨¢namo, Abu Ghraib o Haditha y su amarre, comprometedor para Europa, en el transporte clandestino de prisioneros o secuestrados a pa¨ªses donde se les puede torturar. Y a mitad de julio, en San Petersburgo, el G-8, los ocho grandes que representan el 65% del PIB mundial, presididos por primera vez por Rusia y con la seguridad del suministro energ¨¦tico como punto central de la agenda.
El contenido de las cumbres puede ser escaso, pero siempre son grandes operaciones de relaciones p¨²blicas. Aunque hay cumbres m¨¢s discretas, que se abren sobre el panorama del mundo desde otro ¨¢ngulo. ?ste ha sido el caso de la celebrada hace una semana en Shanghai, por parte de una nueva organizaci¨®n internacional que tiene en s¨ª misma todas las caracter¨ªsticas de lo nuevo, lo desconocido e incluso lo inquietante. Ha reunido a los dirigentes de 11 pa¨ªses que se extienden sobre la cuarta parte de la Tierra y que cuentan con el 44% de la poblaci¨®n mundial, nada menos que 2.800 millones de personas. All¨ª donde las econom¨ªas crecen a mayor ritmo. Sus dos socios fundadores, Rusia y China, son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con derecho de veto. Tienen adem¨¢s el arma nuclear, como India y Pakist¨¢n, lo que da un total de cuatro socios nucleares en este club asi¨¢tico, que cuenta tambi¨¦n con algunos de los propietarios de las reservas de gas y petr¨®leo m¨¢s grandes del mundo y un pa¨ªs con una sed insaciable de energ¨ªa. Todo este mosaico compone el vecindario de la superpotencia ascendiente, que es la Rep¨²blica Popular China.
La Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n de Shanghai (OCS), que tal es su nombre, es una instituci¨®n intergubernamental con carta fundacional, dos organismos permanentes: un secretariado radicado en Pek¨ªn, y no en Shanghai como cabr¨ªa esperar; una Estructura Regional Antiterrorista (?ojo!) en Tashkent (Uzbekist¨¢n); y reuniones anuales de jefes de Estado, primeros ministros y ministros especializados en varias materias, entre las que destacan la cooperaci¨®n entre polic¨ªas, servicios secretos y militares. Si la doctrina sobre el eje del mal de Bush gravita sobre la gran alianza occidental que ayer se reuni¨® en Viena, sobre la alianza asi¨¢tica gravita una doctrina parecida, de perfume chino, la de "las tres fuerzas del mal": el terrorismo, el separatismo y el extremismo.
Ir¨¢n, uno de lo componentes del eje del mal, Estado terrorista reconocido como tal por Washington y atizador de grupos terroristas en Oriente Pr¨®ximo, es pa¨ªs observador y candidato a ingresar en la OCS. En Shanghai recibi¨® un impl¨ªcito espaldarazo ante la negociaci¨®n sobre su industria nuclear. El presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, no pudo ser m¨¢s expl¨ªcito sobre el car¨¢cter de la OCS: "Estados Unidos no aprecian que Rusia y China hagan causa com¨²n para resolver algunos problemas, no les gusta que India y Pakist¨¢n participen y que se atraiga a Ir¨¢n, pues no pueden influir en la organizaci¨®n y eso les inquieta". La OCS ha pedido a Washington que retire las tropas desplegadas en Asia Central con motivo de la guerra de Afganist¨¢n, pa¨ªs que, por cierto, cont¨® con la representaci¨®n de su presidente, Hamid Karzai.
Esta cumbre estuvo tan vac¨ªa o tan llena como las otras de la temporada. Con una diferencia: nadie pregunt¨® all¨ª a Putin por Chechenia o a Hu Jintao por los 32 periodistas encarcelados, la persecuci¨®n de Falung Gong o la represi¨®n en el T¨ªbet, pero s¨ª tuvo que responder Bush ayer en Viena por Guant¨¢namo y los vuelos secretos. Por fortuna, todav¨ªa hay clases. Mientras Am¨¦rica est¨¢ en guerra y Europa distra¨ªda, en Asia se organiza la nueva geometr¨ªa internacional. Que Al¨¢ y Brahma, Buda y Confucio nos pillen confesados.
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