?Naturaleza o entorno?
El problema de la violencia es que no se sabe reconocerla: no se la identifica siempre ah¨ª donde est¨¢, y tampoco se sabe aceptarla en alguna de sus formas. Dif¨ªcilmente se puede considerar la violencia como un hecho aislado del todo social. Hoy la sociedad toda est¨¢ bajo el signo de lo excesivo. Revela en todo caso una tendencia agresiva, en estado de pulsi¨®n pura, que tambi¨¦n se da en el ¨¢mbito escolar: son conocidos los casos de agresiones f¨ªsicas en centros educativos de Andaluc¨ªa, as¨ª como la remanencia de castigos corporales, humillaciones en las pr¨¢cticas de algunos ense?antes. Estas actuaciones revelan una tensi¨®n muy fuerte dentro del medio escolar que algunos colectivos de profesores han denunciado y que podemos plantear como violencia institucional, ya que es generada por las propias estructuras educativas y tambi¨¦n proviene del ambiente familiar y social.
Paralelamente la gen¨¦tica est¨¢ alumbrando resultados realmente reveladores de los or¨ªgenes de algunas conductas. Gin¨¦s Morata, especialista en gen¨¦tica del desarrollo ha declarado: "Yo sospecho que el ambiente tiene poco que decir en aspectos sustanciales de nuestra conducta (...) A los que somos progresistas y m¨¢s o menos de izquierdas no nos gusta decir que la cultura influye poco (...) desgraciadamente, hay personas que les vienen unas caracter¨ªsticas gen¨¦ticas que no s¨®lo les hacen ser m¨¢s guapos o m¨¢s inteligentes, sino incluso mejores personas. En fin, el problema social que adviene con todo esto es tremendo. Si uno tiene unas caracter¨ªsticas gen¨¦ticas que lo predisponen a la violencia, y que no ha elegido, y lo meten de peque?o en alg¨²n lugar donde se cultive el fanatismo, que tampoco ha elegido, pues ya me dir¨¢ usted qu¨¦ pasa con la responsabilidad individual".
Estos avances gen¨¦ticos que explica detalladamente Matt Ridley en Qu¨¦ nos hace humanos demuestran que el riesgo es en esencia masculino aunque puede atemperarse gracias a la cultura. Es importante conocer estos procesos para poder entender algunas de las conductas humanas siempre en permanente conflicto, ya que en ocasiones tenemos la tentaci¨®n de hacer reduccionismo social cuando intentamos explicar fen¨®menos tan cotidianos, como lo es el ahora de moda llamado violencia escolar. Colegir relaciones de causalidad cuando se produce un conflicto o tensi¨®n en un aula es f¨¢cil haciendo abstracci¨®n de los hechos sociales pero si de verdad queremos entender por qu¨¦ hay agresividad en un centro educativo, debemos de estudiar la naturaleza humana en el largo proceso hist¨®rico y acudir, en los tiempos actuales, a la gen¨¦tica que establece nuevas v¨ªas, anta?o rechazadas en el viejo debate entre nativistas y ambientalistas sobre la conducta humana y el fen¨®meno de la violencia.
La violencia es un signo de todos los tiempos. Como constataci¨®n de este principio general baste destacar las reconocidas posiciones de pensadores como Maquiavelo, Hobbes o Freud. En general, los te¨®ricos aludidos fundamentan sus ideas en una concepci¨®n del hombre como un individuo m¨¢s bien ego¨ªsta, de mente estrecha y ansioso de poder. Para Hobbes, la naturaleza humana no cambia el vivir en sociedad. El comportamiento puede cambiar, pero su personalidad o sus impulsos son anteriores a la sociedad y permanecen inalterados en ella. Los estudios gen¨¦ticos confirman algunas de estas afirmaciones siempre que se equilibren razonablemente, con la incidencia del entorno que tambi¨¦n tiene culturalmente su importancia. Todo el tejido social est¨¢ impregnado de una violencia polimorfa que responde al actual desarrollo de las sociedades modernas.
Por lo tanto, que se manifieste en el interior de los recintos escolares es tan habitual como que los protagonistas, en el 80% de las agresiones sean los varones y s¨®lo en un 20% mujeres. El riesgo, como dice Ridley, es masculino, y la gen¨¦tica es clarificadora para estas conductas. Las estad¨ªsticas que ha ofrecido el Consejo Escolar de Andaluc¨ªa sobre este fen¨®meno lo confirma: ocho de cada diez agresiones las realizan los chicos en los espacios educativos. Una estad¨ªstica que s¨®lo se puede combatir con m¨¢s cultura y usos democr¨¢ticos a sabiendas de que nunca se erradicar¨¢, pues como se?al¨® Isaac Berlin los mejores valores son contradictorios entre s¨ª. Me gustar¨ªa finalizar con un consejo que daba Fernando Savater haciendo referencia a la queja del profesorado cuando expresa que con los alumnos no se puede. ?l le coment¨® a Juan Arias "que con lo que no se puede es con los tigres de Bengala. Se puede, sentenciaba, mientras seas una persona razonable que no est¨¦ imponiendo lo absurdo".
Para finalizar esta reflexi¨®n habr¨ªa que destacar que la din¨¢mica social resulta de una tensi¨®n entre orden y desorden y, que posiblemente hay una desproporci¨®n entre violencia real y violencia representada. Lo que queda por saber es si los medios act¨²an como espejo de la demanda colectiva -en materia de violencia en general- o si se adelantan a ella y la suscitan.
Antonio Espantale¨®n Peralta es Profesor de Sociolog¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Granada
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