La fragilidad dem¨®crata
Si Hamlet hubiera vivido en el Washington actual en lugar de en Elsinor, su famoso reproche -"Fragilidad, tienes nombre de mujer"-, estar¨ªa dirigido al Partido Dem¨®crata americano y no a su madre, Gertrudis, por casarse con su cu?ado s¨®lo dos meses despu¨¦s de que ¨¦ste envenenase a su hermano y padre de Hamlet. Porque, a pesar de los errores de la Administraci¨®n Bush -desde la sangr¨ªa iraqu¨ª a la incapacidad de gestionar la cat¨¢strofe del Katrina, pasando por los d¨¦ficit fiscal y comercial y los precios de los carburantes, insufribles para un ciudadano medio acostumbrado a d¨¦cadas de precios risibles para niveles europeos-, los dem¨®cratas han sido, hasta ahora, incapaces de articular una estrategia coherente, no s¨®lo para las legislativas del pr¨®ximo noviembre, sino para la crucial batalla por la Casa Blanca dos a?os despu¨¦s. Su programa electoral para noviembre, elaborado por los l¨ªderes dem¨®cratas del Congreso, se limita a las manidas promesas electorales del partido sobre incremento del salario m¨ªnimo, aumento de los gastos de educaci¨®n y similares. En resumen, y volviendo a Hamlet, "palabras, palabras, palabras". Ni siquiera contiene una referencia a Irak, el problema estrella en las preocupaciones de los americanos, 20 puntos por delante del segundo, que es la emigraci¨®n. ?Por qu¨¦? Porque, sencillamente, los dem¨®cratas no acaban de ponerse de acuerdo sobre qu¨¦ hacer con la patata caliente que supone Irak.
Cada l¨ªder dem¨®crata mantiene una postura diferente sobre el conflicto iraqu¨ª y sobre qu¨¦ hacer con las tropas estadounidenses en el pa¨ªs ¨¢rabe. Mientras los veteranos de Vietnam, John Kerry, candidato presidencial en 2004, y John Murtha, ex coronel de marines y diputado por Pensilvania, defienden un repliegue inmediato de las fuerzas de combate en Irak a las bases americanas en los pa¨ªses del Golfo, la senadora por Nueva York y casi segura candidata a la nominaci¨®n dem¨®crata, Hillary Clinton, mantiene una postura ambigua sobre el tema, que se podr¨ªa resumir en un "establezcamos un calendario (para la retirada), pero sin fijar fecha". Precisamente, esta ambig¨¹edad le vali¨® un sonoro abucheo por parte de un p¨²blico de activistas dem¨®cratas reunidos en Washington la pasada semana para discutir el futuro del partido. Su petici¨®n a sus correligionarios de que "tuvieran fe en las tropas" fue respondida con gritos de "?Hazlas regresar, Hillary!". Y este espect¨¢culo, con sus propios partidarios, como resalta The Economist. La aparente desgana de Hillary a pronunciarse contundentemente sobre Irak responde a un fr¨ªo c¨¢lculo electoral. La reciente detenci¨®n en Canad¨¢ de una c¨¦lula terrorista que supuestamente pretend¨ªa volar el Parlamento de Ottawa y degollar el primer ministro, Stephen Harper, junto a las revelaciones de un plan de Al Qaeda para diseminar gas venenoso en el metro de Nueva York hace tres a?os han hecho recordar a los ciudadanos los tr¨¢gicos acontecimientos del 11-S. La senadora por Nueva York, y otros aspirantes a la nominaci¨®n dem¨®crata, saben que cualquier pronunciamiento en estos momentos a favor de una retirada inmediata de Irak ser¨ªa explotada, con ¨¦xito, por los republicanos, como "una nueva demostraci¨®n de la falta de determinaci¨®n de los dem¨®cratas para hacer frente a la amenaza terrorista". Por eso, Hillary y compa?¨ªa prefieren intentar la conquista del voto centrista con un mensaje moderado, aun a costa de perder el apoyo de los activistas radicales de su propio partido. Todos recuerdan el fracaso que cosech¨® por su supuesto radicalismo en 2004 el entonces aspirante a la nominaci¨®n dem¨®crata, Howard Dean.
Esta falta de coherencia, y para algunos de principios, por parte de los l¨ªderes dem¨®cratas exaspera a los columnistas m¨¢s cr¨ªticos con la Casa Blanca. Hasta el punto de que uno de ellos, Frank Rich, quiz¨¢ el opositor m¨¢s incisivo de la Administraci¨®n de Bush, escrib¨ªa esta semana en The New York Times que "es mejor tener el coraje de (defender) convicciones err¨®neas (George Bush) que no tener coraje, ni convicciones de ninguna clase". Esta falta de mensaje dem¨®crata coincide con un ascenso, por primera vez en semanas, del nivel de aceptaci¨®n de Bush (del 31% en mayo al 38% la pasada semana, seg¨²n datos de Gallup), gracias a los ¨²ltimos acontecimientos en Irak. Y no hay que excluir un golpe de efecto de aqu¨ª a noviembre. ?Qu¨¦ tal la dimisi¨®n del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld?
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