La vuelta al siglo en un cl¨¢sico

Francisco Ayala es un l¨²cido testigo de la historia del siglo XX y un escritor excepcional. Felizmente podemos celebrar su centenario oy¨¦ndole formular sentencias agud¨ªsimas -por lo inteligentes, por lo cortantes- sobre el fluir de la historia viva. Y ese acontecimiento, que pasar¨¢ a los libros de historia de la literatura, lo festejamos tambi¨¦n al ver reimprimirse algunas de sus obras y mucho m¨¢s al poder leer en la ¨²ltima parte de sus Recuerdos y olvidos, 'De vuelta a casa', nuevos textos y nov¨ªsimas acotaciones.

Cuatro vol¨²menes con obras suyas acaban de salir de las imprentas. Uno es la reedici¨®n de El tiempo y yo, o El mundo a la espalda, con una breve presentaci¨®n de Benjam¨ªn Prado, titulada 'Francisco Ayala, memoria de la integridad'. Prado subraya su condici¨®n de "testigo alerta de su tiempo"como se defin¨ªa el escritor al prologar la edici¨®n de 1992, y se?ala c¨®mo el car¨¢cter miscel¨¢neo de la obra la convierte en "una buena antolog¨ªa de [su] pensamiento" por su "curiosidad insaciable" por tantos asuntos. Uno de los ensayos, 'Regreso a Granada' es un texto capital, de obligada cita para cualquier incursi¨®n en el pensamiento y en la obra del escritor; lo dijo en su ciudad y marc¨® literariamente su regreso a Espa?a. En ¨¦l leemos una afirmaci¨®n que traza el retrato n¨ªtido del escritor: "Nunca, en mi obra escrita, me he plegado a consideraciones pragm¨¢ticas, que pueden valer como muy respetables e incluso -?por qu¨¦ no?- m¨¢s importantes que el impulso a proclamar uno su verdad, pero que nunca han sido suficientes conmigo para falsear lo que pienso y opino, o para confeccionar la obra de ficci¨®n con la vista puesta en efectos ajenos a su ¨ªntima exigencia", p¨¢gina 59. Es tambi¨¦n en ese magn¨ªfico texto donde indica que es la caridad la ¨²nica v¨ªa de redenci¨®n del ser humano ante el ejercicio cotidiano de la usurpaci¨®n, que es "todo poder ejercido por el hombre sobre su pr¨®jimo", como dijo su ¨¢lter ego en Los usurpadores.

Ayala indica que es la caridad la ¨²nica v¨ªa de redenci¨®n del ser humano ante el ejercicio cotidiano de la usurpaci¨®n

Muertes de perro no es s¨®lo una s¨¢tira contra las dictaduras, sino tambi¨¦n la decadencia de un orden patriarcalista

No hay m¨¢s claro ejemplo que Recuerdos y olvidos de c¨®mo lo personal se convierte en literatura

Ayala es un soci¨®logo pionero y un pensador inteligent¨ªsimo, pero por encima de todo es un narrador extraordinario

Todos los estudiosos de la obra

de Francisco Ayala sabemos muy bien que ¨¦l ha sido siempre su mejor cr¨ªtico y comentarista, porque es tambi¨¦n un fin¨ªsimo analista y te¨®rico literario; no hay m¨¢s que comprobarlo leyendo otras dos breves y preciosas piezas de este friso que forma el libro: 'Un texto y su interpretaci¨®n: Incidente' y 'La invenci¨®n literaria (A prop¨®sito de Incidente)', donde entra en juego la relaci¨®n entre la realidad y la literatura. Como siempre nos gusta creer que lo que leemos ha ocurrido, puede ser muy provechosa la invitaci¨®n a reflexionar sobre la mistificaci¨®n literaria de la "verdad" o el arte de construirla.

El escritor granadino es, adem¨¢s de un narrador excepcional, un soci¨®logo pionero. En 1947 public¨® su ya cl¨¢sico Tratado de sociolog¨ªa, y en 1952 su Introducci¨®n a las ciencias sociales; son las obras que Alberto J. Ribes Leiva une bajo el marbete de "sociolog¨ªa sistem¨¢tica", frente a los ensayos dispersos que Ayala escribe a partir de 1952 y que el estudioso llama primero "sociolog¨ªa difusa" (para la etapa que va hasta 1971) y luego "enfoque sociol¨®gico fragmentado". Ese campo es el de la antolog¨ªa de Ribes, Miradas sobre el presente: ensayos y sociolog¨ªa, que abarca de 1940 a 1990. En los ensayos reunidos, la prosa precisa, tersa, de una eficacia absoluta, de Francisco Ayala sirve de veh¨ªculo a un pensamiento inteligente, de experto, que analiza 'El Estado liberal', pieza de 1941, o los 'Nacionalismos', de 1988, o las 'Postrimer¨ªas de la historia', de 1990, en donde ya habla de las "manifestaciones de feroz hostilidad" que "con pretextos varios o sin pretexto alguno, castigan a la sociedad actual", p¨¢gina 221. Pero tambi¨¦n son sus propios escritos los enfocados en un ensayo esencial para todo estudioso -o lector gozoso- de sus obras: "El fondo sociol¨®gico en mis novelas". Los cr¨ªticos que hab¨ªan seguido ese camino de an¨¢lisis no siempre hab¨ªan acertado, como indica el propio escritor, que va desmintiendo los an¨¢lisis sociol¨®gicos desenfocados de algunas de sus creaciones. Su espl¨¦ndida novela Muertes de perro no es s¨®lo una s¨¢tira contra las dictaduras hispanas, sino tambi¨¦n "la decadencia y el desmoronamiento de un orden social de tipo patriarcalista agrario (o "feudal", si as¨ª se prefiere) y la crisis provocada por este desmoronamiento", p¨¢gina 158. Y el inteligente soci¨®logo, que es a la vez un cr¨ªtico sagac¨ªsimo, afirma que sus "novelas enfocan de modo directo e inmediato a los personajes en acci¨®n"; no se explica en ellas el fondo sociol¨®gico, sino que ¨¦ste aparece con la actuaci¨®n de los personajes, de tal forma que no se sanciona en ellas de modo inequ¨ªvoco la conducta de los entes de ficci¨®n, sino que se deja que el lector la juzgue (al modo cervantino, podr¨ªamos a?adir). El principal objeto de Muertes de perro es as¨ª una "presentaci¨®n de la vida humana desde ciertos ¨¢ngulos en busca de su sentido ¨²ltimo", p¨¢gina 166. Y advierta el lector que Francisco Ayala no est¨¢ exponiendo tanto su prop¨®sito como novelista al escribir la obra, sino analizando desde su formaci¨®n sociol¨®gica, desde su agudeza cr¨ªtica, una creaci¨®n novelesca que pudiera haber sido ajena, pero que es obra suya.

Con raz¨®n dice Ribes que Ayala es un extraordinario narrador y un cl¨¢sico de la sociolog¨ªa espa?ola, pero tambi¨¦n "un intelectual imprescindible para comprender nuestro tiempo, que nos ofrece, adem¨¢s, orientaciones m¨¢s que sugerentes para afrontar la complicada tarea de vivir este nuevo y complejo siglo XXI que es nuestro presente", p¨¢gina LII. Ayala es tan buen conocedor de la condici¨®n humana que sus escritos pueden ser un aviso para navegantes en el periplo existencial. Las palabras finales de 'Postrimer¨ªas de la historia', que cierran la antolog¨ªa -inteligentemente hecha-, muestran de nuevo a ese personaje esencial del panorama intelectual del siglo XX con su humanismo, con su finura intelectual, con su honda vivencia de la libertad y del respeto al pr¨®jimo: "Y por grandes tropiezos que la pura espontaneidad social ocasione, nunca ser¨¢n tan nocivos -y la experiencia de la historia universal lo acredita- como han sido siempre las buenas intenciones de quienes se proponen salvar por la fuerza al g¨¦nero humano", p¨¢gina 222.

Ayala sabe lo destructores que

pueden ser los "salvadores"; uno de ellos le oblig¨® a cambiar su trayectoria vital y acaudill¨® esa guerra brutal que con su tajo abri¨® una hoz insalvable -entre dos montes de gentes- durante a?os y a?os en este pa¨ªs. En el centenario del nacimiento del dictador, el director de EL PA?S le pide a Francisco Ayala un art¨ªculo, y el escritor escribe el imborrable retrato '?Franco!, ?Franco!', donde vemos no a "una personalidad demoniaca", sino a "un hombre anodino" presidiendo "el cuadro de tantos horrores". Esta semblanza est¨¢ en 'De vuelta a casa', la cuarta parte de Recuerdos y olvidos (1906-2006), que da a ese capital libro de memorias una riqueza a?adida. En el pr¨®logo que preced¨ªa a la edici¨®n de 1988, Ayala part¨ªa de su afirmaci¨®n de "que la biograf¨ªa de un escritor consiste en sus escritos" para llegar a la conclusi¨®n de que "cuanto uno escribe est¨¢ reflejando lo que uno es, entrega su retrato esencial que, conforme se acerca, inexorable, la hora de la muerte, llegar¨¢ a hacerse definitivo", p¨¢gina 16. Y felizmente hoy sigue a¨²n a?adiendo nuevas pinceladas a ese retrato, enriqueci¨¦ndolo con nuevas luces, afirmando tonos y rasgos; de tal manera que, como muy bien dice en el pr¨®logo a la nueva edici¨®n, "la alteraci¨®n de la personalidad del escritor ha aconsejado cambiar, para esta edici¨®n, en la cubierta del volumen el retrato del autor [

...] Es una imagen sobria, cuya sobriedad misma parece crear una sugesti¨®n de algo definitivo", p¨¢gina 22. Pero esta historia de vida va creciendo con nuevas y l¨²cidas p¨¢ginas a pesar de un repetido anuncio de punto final; y, lo que es incluso m¨¢s importante, con nuevas reflexiones sobre esas p¨¢ginas a?adidas. Como dice el propio escritor, aporta ahora el volumen -de muy poco m¨¢s de 707 p¨¢ginas, el n¨²mero m¨¢gico por infinito- "una considerable cantidad de materiales nuevos, es decir, de in¨¦dita experiencia viva", pero tambi¨¦n "cierta disposici¨®n espiritual nueva" al ver su existencia como cumplida y clausurada -afirma Ayala-, "alej¨¢ndose, arrastrada por el curso de la historia que va hundi¨¦ndose en el ayer, frente al muro imprevisible y por completo para m¨ª prohibido", p¨¢gina 23. Y tales palabras son la prueba de que a¨²n no es as¨ª porque ellas son tambi¨¦n tela preciosa que sigue tejiendo ese genial escritor.

El 17 de octubre de 2005 firma 'Un siglo entero', el texto inaugural de la cuarta y nueva parte de sus memorias, y reflexiona sobre ese siglo vivido y sus cambios de perspectiva, desde su condici¨®n de "diminuto hijo" de un "excepcional emigrante", que llega en enero de 1909 al puerto de Nueva York, a un "anciano centenario"; y cambian tambi¨¦n a su alrededor -y mucho- las circunstancias. Ayala se nos presenta como "modesto observador", "cr¨ªtico e ir¨®nico", de su entorno, que persiste y se obstina -dice ¨¦l- "en mantener una actitud siempre anal¨ªtica ante el espect¨¢culo del mundo", p¨¢gina 552. 'De vuelta a casa' contiene retratos de personas que dejaron huella en su memoria, episodios que quedaron impresos en la arena del tiempo vivido y algunos otros textos, ordenados cronol¨®gicamente, que son pasos de su vida de escritor. Cierra esas nuevas p¨¢ginas el texto que dijo en la Biblioteca Nacional en enero de 2005 y que les da precisamente el t¨ªtulo.

Pero no son s¨®lo retratos, episo

dios, ensayos rescatados de su funci¨®n ocasional, sino anotaciones, comentarios a esas p¨¢ginas recogidas. Cada nueva pieza literaria va precedida de una nota del escritor, y en ellas reconocemos al cr¨ªtico literario, al mejor gu¨ªa de su propia obra. Dice del 'Recuerdo de Mariano Perla': "Aparte de una peque?a alusi¨®n anecd¨®tica, el retrato que ahora trazo de Mariano Perla muestra en su ejemplo lo azaroso de los avatares de la fama. Su personalidad queda retratada en las siguientes l¨ªneas con r¨¢pidos rasgos", p¨¢gina 560. Es la anotaci¨®n de Ayala sobre Ayala, del cr¨ªtico sobre el literato; y ambos papeles son facetas de un escritor excepcional y de un pensador inteligent¨ªsimo. Otras veces la nota preliminar evoca la causa que da lugar a la escritura del texto e incluso lo relaciona con alg¨²n pasaje de las memorias escritas ya.

Abriendo unas espl¨¦ndidas 'Estampas borrosas', leemos a un Ayala de un hoy impreciso presentando un texto del 29 de enero de 1988: "Habiendo tenido noticia de la muerte de alguien, de Charles Habib Malek, con quien en el pasado hab¨ªa tenido alguna relaci¨®n, seg¨²n puede comprobarse en las p¨¢ginas de mis Recuerdos y olvidos, se me ocurri¨® en estas circunstancias evocar escenas pret¨¦ritas m¨¢s o menos pintorescas relacionadas con ¨¦l, con su familia y con otras personas alrededor nuestro. A ello responden estas p¨¢ginas que siguen", p¨¢gina 610. Y nos adentramos en el recuerdo que Ayala nos cuenta de ese personaje hasta salir al encuentro de una mujer inolvidable, "la exquisita se?ora de Malek, con sus ojos grandes y, como su pelo, negr¨ªsimos", nos habla de "su fragilidad y su gracia..."; y de pronto se cuela en el texto otra mujer, su cu?ada y su ant¨ªtesis, una parlanchina, de charla descosida, que el escritor colige que era "una de esas pobres criaturas que nuestra Guerra Civil hab¨ªa echado a rodar mundo adelante". Inolvidables estampas borrosas; Francisco Ayala ensarta lo que llama "recuerdos deshilvanados" y crea cuadros impresionistas, retratos inmarcesibles. No hay m¨¢s claro ejemplo de c¨®mo lo personal se convierte en literatura porque trasciende el ¨¢mbito del individuo y pasa a ser vivencia colectiva: se oye la noria de palabras, esa forastera de espacio y de lengua, que devora al interlocutor reci¨¦n descubierto, porque es una persona que, por fin, puede entender su lenguaje. Y vemos en un segundo plano a esa exquisita mujer, discreta y elegante que de vez en cuando, ansiosa, pregunta en franc¨¦s sobre ese ininterrumpido discurso ininteligible. El punto final, de mano maestra, es ese "Al regreso acomodaron en otro coche a la cu?ada...". ?Son s¨®lo recuerdos? No, es pura literatura. Como lo son las p¨¢ginas que dedica a Bergam¨ªn, a Cansinos Assens, a Fernando de los R¨ªos..., a Guti¨¦rrez Mellado -?qu¨¦ bien ejemplifica en ¨¦l el concepto de Rilke de "la muerte propia", como anota-, a Emilio Alarcos, a Rafael Lapesa, a Jos¨¦ Luis Cano... Quien quiera saber de nuestra historia en el siglo XX tiene que leer ese libro monumental que son los Recuerdos y olvidos de Francisco Ayala; y en esas p¨¢ginas a?adidas a?os despu¨¦s de volver a casa -van de mayo de 1980 a casi hoy mismo-, encontrar¨¢ tambi¨¦n al preciso y sabio anotador de sus propios textos. En cada uno de los trozos de ese espejo roto en formas literarias est¨¢ ¨¦l, un espl¨¦ndido escritor.

Pero me queda a¨²n por comentar un libro abierto por mano de mujer -como muestra la bell¨ªsima cubierta de la obra-, una antolog¨ªa esencial de su obra narrativa: De toda la vida; relatos escogidos por Carolyn Richmond, que desempe?a un doble papel: es su esposa y su mejor cr¨ªtico despu¨¦s de ¨¦l. Es autora del ep¨ªlogo, la gu¨ªa esencial de la lectura de los textos: los localiza, les da su espacio y su significado en la trayectoria vital de Ayala. Describe as¨ª ella la antolog¨ªa: "Se re¨²nen ahora, pues, una serie de relatos: invenciones de diversa extensi¨®n y tonalidad inspiradas en experiencias propias a lo largo de una vida prolongada y fecunda: de toda la vida"; y dice algo esencial y muy cierto: "Leer a Ayala significa viajar con Ayala a trav¨¦s de la literatura y de la vida", p¨¢gina 404. Ofrece la antolog¨ªa como invitaci¨®n a ese viaje, "a lo largo del cual invito al peregrino lector a que reviva y recree para s¨ª los pasos, tanto en la tierra como en el ed¨¦n de sus m¨¢s ¨ªntimos sentimientos", p¨¢gina 405. Y en el p¨®rtico, se asoma el propio novelista hablando al lector, esperando de ¨¦l "una respuesta de afinidad".

De toda la vida no es s¨®lo una antolog¨ªa esencial, es mucho m¨¢s. Est¨¢ dividida en apartados -trayectos o moradas- que forman el discurso vital del escritor. Se inicia con 'Fulgores vanguardistas. (Madrid, los a?os veinte)', bajo cuyo ep¨ªgrafe aparecen cuatro textos de esa etapa del escritor, llena de belleza, de originalidad, de ingenio -est¨¢n dos miniaturas literarias prodigiosas: 'El gallo de la Pasi¨®n' y 'Susana saliendo del ba?o'-, y luego, tras la guerra y el exilio, 'A ra¨ªz de la guerra civil. (Buenos Aires, los a?os cuarenta)', la editora ya no sigue la l¨ªnea de su estilo o de los t¨ªtulos de las obras, sino que se apoya en unidades de sentido: 'La llaga abierta', 'La eterna historia', 'Casos de conciencia', para agrupar en ellas textos que responden no s¨®lo a esos ep¨ªgrafes, sino tambi¨¦n a un lema formado por una cita del escritor, que se convierte en llave que abre la estancia literaria. As¨ª ilustran 'La llaga abierta' palabras suyas sobre la muerte de la madre, porque a ella se refiere 'D¨ªa de duelo', "una especie de mon¨®logo eleg¨ªaco" -como lo define Carolyn Richmond-, que hab¨ªa escrito Ayala en 1941 y publicado en La Naci¨®n de Buenos Aires al a?o siguiente, pero que hab¨ªa integrado a?os despu¨¦s en El jard¨ªn de las delicias. Aqu¨ª, situado en su tiempo, cobra nueva fuerza y da sentido al 'Di¨¢logo de los muertos', "obra coral", con la que comparte estancia.

El lector ir¨¢ encontrando esos

espacios abiertos desde el profundo conocimiento de la obra del escritor y -presentimos- bajo su atenta mirada. Viajar¨¢ de Buenos Aires a Norteam¨¦rica, y luego se encontrar¨¢ con una 'Ars longa. (En adelante y sin fecha)', y por ¨²ltimo, con 'La autobiograf¨ªa del escritor. (Toda una vida)'. Y en ella va a descubrir una aut¨¦ntica joya, saboreada todav¨ªa por pocos lectores porque es de 1999 y no est¨¢, por tanto, publicada en su Narrativa completa: 'El fil¨®sofo y un pirata. (Cruce de miradas)'. Es un Ayala espl¨¦ndido; contiene en cifra algunas de las teselas esenciales de su autobiograf¨ªa literaria. No dejen de compartir con Jean-Fran?ois Dupont una amistosa velada ante una copa de co?ac y tal vez oir¨¢n una de sus largas divagaciones que no dudo les dar¨¢ que pensar. Ah¨ª est¨¢ la joya, en ese libro abierto por mano de mujer. Ella elige una cita: 'Nunca se sabe nada, nunca', de uno de sus espl¨¦ndidos relatos vanguardistas, como colof¨®n de esa original¨ªsima historia y del libro. Y precisamente para llegar a ese final de viaje, a la cima de sensatez que supone la convicci¨®n del desconocimiento de todo lo esencial, no hay m¨¢s bello e inteligente discurrir que el que nos ofrecen las p¨¢ginas de De toda la vida.

Francisco Ayala es un soci¨®logo pionero, un ensayista magn¨ªfico, el mejor cr¨ªtico de su obra, un pensador inteligent¨ªsimo y agudo, pero por encima de todo ello, es un narrador extraordinario, un cl¨¢sico del siglo XX, y es su creaci¨®n literaria la que contagia su condici¨®n magistral al resto de su obra. No dejen de hacer esa vuelta al siglo XX pasando por las p¨¢ginas de sus recuerdos, de sus vivencias, de sus relatos.

Francisco Ayala. El tiempo y yo o El mundo a la espalda. Pr¨®logo de Benjam¨ªn Prado. Visor. Madrid, 2006. 340 p¨¢ginas. 20 euros. Miradas sobre el presente: ensayos y sociolog¨ªa [antolog¨ªa, 1940-1990]. Selecci¨®n y pr¨®logo de Alberto J. Ribes Leiva. Fundaci¨®n Santander Central Hispano. Madrid, 2006. 222 p¨¢ginas. 19 euros. Recuerdos y olvidos (1906-2006). Alianza. Madrid, 2006. 816 p¨¢ginas. 29 euros. De toda la vida. Relatos escogidos. Edici¨®n y ep¨ªlogo de Carolyn Richmond. Tusquets. Barcelona, 2006. 434 p¨¢ginas. 20 euros. Rosa Navarro Dur¨¢n es catedr¨¢tica de la Universidad de Barcelona.