Revoluci¨®n alemana
El equipo de Klinsmann derrota a Suecia en un partido que sirve de mensaje a sus rivales y de bandera para el futuro
Alemania ha declarado la revoluci¨®n. Se ha levantado contra el viejo sistema de juego que representaba un poder petrificado. Lo ha hecho en medio de las sospechas y las cr¨ªticas contra Klinsmann, el hombre que ha desafiado a la nomenclatura. El salto es de tal calibre que se puede hablar de refundaci¨®n del f¨²tbol alem¨¢n, sometido a un declive feroz en los ¨²ltimos a?os. Los primeros partidos no fueron un brindis al sol. El equipo ha acrecentado las optimistas se?ales que envi¨® en la fase inicial. Juega con energ¨ªa y dinamismo, cualidades de toda la vida, pero tambi¨¦n con un impensable sentido de la elaboraci¨®n, con una idea total del f¨²tbol: mucha gente en el ataque, todo el mundo defendiendo, una gran cantidad de centrocampistas gracias a la colaboraci¨®n de los dos laterales. No son carrileros, desgracia que hizo fortuna en Alemania, sino jugadores inteligentes, con una notable capacidad de asociaci¨®n. Lahm, el lateral izquierdo, cada d¨ªa recuerda m¨¢s la funci¨®n de Junior en el inolvidable Brasil de Espa?a 82. Su participaci¨®n en el juego es tan constante y de tanta claridad que el equipo despeja todos los caminos hacia el ¨¢rea.
RESULTADO
Alemania 2 - Suecia 0
Suecia se desplom¨® en los primeros minutos y s¨®lo tuvo un m¨¦rito: no sac¨® bandera blanca. Cay¨® con coraje y con un jugador menos durante casi todo el encuentro. Desperdici¨® un penalti que pudo a?adir emoci¨®n. Pero nunca logr¨® detener a Alemania, que marc¨® una diferencia abismal.
Klinsmann ha vivido dos a?os entre cr¨ªticas de los sectores conservadores. Si fuera por los corifeos del poder, Alemania seguir¨ªa instalada en su cerrado mundo, con su f¨²tbol robotizado y sus gastadas ideas, con sus viejos l¨ªberos junto al portero, con dos centuriones protegiendo al l¨ªbero, con los carrileros dispuestos a tirar centros desde cualquier sitio, con un abnegado medio defensivo para sostener a un equipo lleno de defensas, con una gr¨²a en la delantera para recibir los pelotazos y buscarse la vida con su corpach¨®n. Una propuesta m¨¢s simple que un cubo, defendida por todos los que hicieron fortuna con el modelo de marras. Detr¨¢s de todo eso, la huella da?ina del Bayern -el equipo que pretende arruinar cualquier conato de competici¨®n en la Bundesliga- y sus gur¨²s. Son Beckenbauer, Hoeness, Rummenigge y la guardia b¨¢vara que domina el f¨²tbol en Alemania.
Klinsmann es un hombre de convicciones. "No me importa discutir con Beckenbauer y escuchar sus opiniones, pero no soy de los que dicen am¨¦n", dijo recientemente. El seleccionador ha estado casi solo en un combate que se supon¨ªa perdido. Se anunci¨® su despido. Se convoc¨® una gabinete de urgencia que, simplemente, signific¨® un nuevo elemento de presi¨®n contra ¨¦l. Se le acus¨® de incompetente y perezoso. Le atacaron por vivir en California, por contratar a un preparador f¨ªsico estadounidense, por no actuar como una marioneta de los viejos caciques. Nunca Alemania se hab¨ªa sentido tan deprimida. Lleg¨® al Mundial con la etiqueta de perdedor, sin esperanzas. Ha ocurrido lo contrario. Con un f¨²tbol renovador, en el que las influencias del Bar?a, el Arsenal y el Milan son evidentes, el equipo es a la vez arrollador y atractivo. Remat¨® 26 veces contra la porter¨ªa de Suecia en un abrumador ejercicio de f¨²tbol ofensivo, bien construido, coherente, en el que todos los jugadores se sienten importantes. Ya no es la selecci¨®n que depende de Ballack. Es m¨¢s, nadie ha salido m¨¢s beneficiado que Ballack.
Conocedor de su importancia, Ballack ten¨ªa todas las prerrogativas de los anteriores caciques. Pod¨ªa hacer lo que le ven¨ªa en gana sin comprometerse con el equipo. Era el mejor y ten¨ªa derecho de pernada. Se mantuvo en este papel hasta el primer partido. Klinsmann le sac¨® del equipo porque no estaba en condiciones f¨ªsicas de disputarlo. Ballack se amotin¨®, recibi¨® el apoyo medi¨¢tico y se crey¨® ganador de la lucha por el poder. Se equivoc¨®. Alemania gan¨® el primer encuentro con goles y muy buen juego. Ballack ha regresado al equipo, pero en condiciones diferentes. Las que dicta Klinsmann. Lo m¨¢s notable es que Ballack juega como nunca. Participa en el juego en unas proporciones desconocidas hasta ahora, sin perder de vista su instinto rematador. Y, como juega bien, se beneficia todo el equipo.
Alemania juega con una l¨ªnea de cuatro defensas, marca en zona, utiliza un s¨®lo medio de corte defensivo y a?ade numerosos futbolistas a la delantera. Dicho as¨ª, no suena especial. Lo interesante es que lo hace con una convicci¨®n inesperado. Alemania no duda. No hizo concesiones a Suecia. Se esperaba un duelo igualado por el poder¨ªo f¨ªsico de los dos equipos. No hubo color. Alemania acab¨® el partido en doce minutos. Podolski marc¨® los dos goles. Encontr¨® la colaboraci¨®n de Klose, inesperado pasador en el segundo tanto, tras una excelente jugada colectiva. Suecia se sinti¨® derrotada. Con raz¨®n. Tuvo esp¨ªritu para combatir, nada m¨¢s. Alentado por una hinchada cada vez m¨¢s febril, el equipo alem¨¢n jug¨® su mejor partido en este Mundial. Su mejor partido en muchos a?os. Un partido que sirve de mensaje a sus rivales y de bandera para el futuro. Ser¨¢ dif¨ªcil regresar al pasado que defiende la vieja nomenclatura. La revoluci¨®n ha comenzado.
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