Siglos de historia en un fondo estatal
El nombre del Archivo de la Corona de Arag¨®n est¨¢ en el origen de gran parte de la pol¨¦mica. Fue a mediados del siglo XVIII cuando el pretencioso archivero Francisco Javier de Garma y Dur¨¢n envi¨® un memorandum a Madrid pidiendo el cambio de nombre y que se traspasaran a este centro, que hasta entonces se hab¨ªa llamado Archivo Real de Barcelona, los fondos relacionados con la antigua Corona de Arag¨®n que se encontraban en los archivos hist¨®ricos de los reinos de Valencia, Mallorca y Zaragoza -que, dado el car¨¢cter descentralizado de la confederaci¨®n catalano-aragonesa, se hab¨ªan creado en ¨¦poca tan temprana como el siglo XV y que actualmente son de gesti¨®n auton¨®mica-, as¨ª como parte de los fondos que se encontraban en Madrid o en Simancas.
No le hicieron caso m¨¢s all¨¢ de concederle el pomposo nombre al archivo, pero Garma modific¨® su organizaci¨®n original para ajustarlo a su proyecto, y sus sucesores continuaron su labor hasta entrado el siglo XX. En 1852 ingres¨® en el ACA la mayor parte del archivo del Consejo de Arag¨®n, fondo procedente del Archivo de Simancas, donde estaba depositado desde el siglo XVII.
Este fondo, junto al del Archivo Real -entre cuyos legajos destacan los documentos generados entre 889 y 1137 por los condes de Barcelona- y el de la Real Audiencia de Catalu?a -con documentos desde el siglo XVI hasta el XIX-, son los que tienen mayor incidencia en el devenir hist¨®rico de los cuatro territorios que integraban la antigua corona.
Pero, y aqu¨ª empieza el l¨ªo, el ACA tambi¨¦n ha sido un archivo administrativo activo que con los siglos -especialmente en los convulsos XIX y XX- ha recibido muchos fondos procedentes de otras instituciones -como es el caso de los diversos archivos monacales, o tambi¨¦n el de la antigua Generalitat de Catalu?a o del hist¨®rico Consejo de Ciento que reg¨ªa la ciudad de Barcelona- y tambi¨¦n del funcionamiento normal del Estado en Catalu?a. Es decir, protocolos notariales, la documentaci¨®n de la delegaci¨®n de Hacienda en Barcelona y muchos otros fondos hist¨®ricos. Para complicar m¨¢s la cosa, Barcelona no dispone a¨²n de Archivo Hist¨®rico Provincial, por lo que el ACA ha cumplido esta funci¨®n, que tienen cubierta con sus respectivos centros las otras provincias del Estado. Su ritmo de crecimiento ha sido tal que, seg¨²n la asociaci¨®n de archiveros de Catalu?a -en cuya web www.arxivers.com puede consultarse en castellano el libro sobre el ACA que editaron en 2003-, en estos momentos el 80% de los fondos de este archivo son estrictamente catalanes.
Basten estos ejemplos para explicar la dificultad de reorganizar el archivo desde un punto de vista moderno y atendiendo tanto a las aspiraciones catalanas como a las de las otras comunidades. El nuevo Estatuto de Catalu?a, aprobado en refer¨¦ndum el pasado 18 de junio, en su disposici¨®n transitoria treceava, establece: "Los fondos propios de Catalu?a situados en el Archivo de la Corona de Arag¨®n y en el Archivo Real de Barcelona se integran en el sistema de archivos de Catalu?a. Para la gesti¨®n eficaz del resto de fondos comunes con otros territorios de la Corona de Arag¨®n, la Generalitat tiene que colaborar con el patronato del ACA, con las otras comunidades aut¨®nomas que tienen fondos compartidos y con el Estado por medio de los mecanismos que se establezcan de mutuo acuerdo".
Es una disposici¨®n que abre puertas a una posible redistribuci¨®n de estos fondos, pero que no se pronuncia claramente respecto a su propiedad, que podr¨ªa continuar siendo estatal. "La soluci¨®n puede ser f¨¢cil si hay un acuerdo en la dimensi¨®n estructural y cient¨ªfica de estos fondos", indica Ferran Mascarell, consejero de Cultura de la Generalitat de Catalu?a. "Lo que dice el Estatuto es que aquellos fondos que no corresponden a la realidad hist¨®rica de la Corona de Arag¨®n tendr¨ªan que estar en los centros que les correspondan en el sistema archiv¨ªstico catal¨¢n".
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