Verano
Acaba el a?o y es de rigor que le dedique una columna. No el a?o oficial, naturalmente, que acaba en diciembre y de un modo tan arbitrario que para que se note hay que poner empe?o y dinero y ver unas cosas horribles en la televisi¨®n, sino el a?o verdadero, el que culmina nuestros trabajos y nos devuelve al mundo primitivo y tribal de procedencia. Cierran las escuelas, los ni?os corretean por la caverna, las madres atienden el fuego del hogar y se desesperan y los padres se largan, a cazar un mamut o a lo que salga. Se invoca a los dioses, se hacen fogatas, se tiran cohetes y petardos, se comen porquer¨ªas, nada se respeta. Aprieta el calor, las noches son agobiantes, reinan el desasosiego y la lujuria. Hay sequ¨ªa, tormentas desmedidas, incendios devastadores. Los viejos gru?en, los j¨®venes a¨²llan, los mosquitos son un incordio. Algunos pol¨ªticos todav¨ªa tienen fuerzas para darnos sobresaltos, pero en general se apaga el ruido de la arenga y el cansado sonsonete de la contrarr¨¦plica. Las noticias de prensa son irrelevantes o inveros¨ªmiles y la televisi¨®n s¨®lo emite im¨¢genes de archivo. A la despiadada luz del sol hasta la mentira parece mentira. Hacer balance no sirve de nada, porque a diferencia del a?o civil, el a?o natural no es acumulativo. En este c¨®mputo, a diferencia del otro, nadie envejece. No hay contabilidad: uno sigue el ciclo natural, lo quiera o no. Viene del polvo y vuelve al polvo.
Hace un siglo y medio naci¨® Sigmund Freud, al que hoy recordamos por haber puesto de manifiesto nuestra doblez y nuestra hipocres¨ªa. Gracias a ¨¦l ahora s¨¦ que en un rinc¨®n oscuro de mi ser vive un enano rijoso que se pone fren¨¦tico cuando me ve soportar amablemente al pr¨®jimo y cumplir con la estricta etiqueta de la pulcra sociedad en la que vivo y trabajo. Procuro no hacerle mucho caso, porque cuando he escuchado sus sugerencias me he metido en unos l¨ªos horrorosos y en el fondo no lo he pasado tan bien como ¨¦l me promet¨ªa. Pero lo he hecho porque si no, reventar¨ªa. Y esto que me pasa a m¨ª, y a usted, a escala individual, tambi¨¦n pasa a escala plural. Durante el a?o nos portamos m¨¢s o menos bien y aguantamos lo que haya que aguantar, pero cuando llega el verano, que nos dejen comer una paella inmunda en camiseta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.