J¨®venes, mal empleados y conformistas
En ocasiones tengo la impresi¨®n de que la sociedad espa?ola es como un enfermo asintom¨¢tico. Es decir, como esas personas que aparentemente est¨¢n en plena forma, pero que si se hicieran un chequeo a fondo descubrir¨ªan con sorpresa que tienen algunas enfermedades importantes que, sin embargo, al no producir los s¨ªntomas habituales de la enfermedad, pasan desapercibidas y no se les pone remedio.
Uno de esos males asintom¨¢ticos es el empleo de los m¨¢s j¨®venes. En la medida que no produce los s¨ªntomas habituales de conflicto y malestar social que en otros casos generar¨ªa, no somos conscientes de la verdadera naturaleza e intensidad de una enfermedad que lleva el camino de cronificarse.
El problema se nos aparece en toda su gravedad cuando en vez de hablar de forma gen¨¦rica del empleo de los j¨®venes, descendemos a ver a qu¨¦ tipo de j¨®venes est¨¢ afectando en mayor medida. Al hacerlo, comprobamos que el problema afecta especialmente a colectivos social y geogr¨¢ficamente determinados. Es decir, existen guetos de desempleo juvenil.
Es un pez que se muerde la cola. En los grupos sociales y barrios donde el n¨²mero de j¨®venes desempleados es ya elevado aumenta la probabilidad de que otros j¨®venes no encuentren empleo. Dicho de otra forma, la red social en la que se vive es cada vez m¨¢s determinante de las trayectorias laborales de los individuos que la integran. J¨®venes igual de capaces intelectualmente van a seguir trayectorias muy diferentes en funci¨®n del marco social y geogr¨¢fico donde transcurra su infancia y juventud. Dime con qui¨¦n andas y te dir¨¦ qui¨¦n vas a ser.
Esta tendencia parece estar muy relacionada con la del sistema escolar al segmentarse en escuela p¨²blica y privada y con el abandono de la formaci¨®n profesional. Seg¨²n donde hayas nacido o vivas y a qu¨¦ escuela vayas, as¨ª te ir¨¢ en la vida. La movilidad social de los a?os sesenta y setenta est¨¢ desapareciendo de forma acelerada. La meritocracia est¨¢ dejando paso a la estratificaci¨®n por clases sociales.
Hace unos d¨ªas fui invitado por la organizaci¨®n juvenil Avalot a participar en una jornada sobre este tipo de problemas. Esa invitaci¨®n me oblig¨® a analizar un poco m¨¢s a fondo la situaci¨®n del empleo juvenil, y lo que he podido ver me ha hecho comprender que la situaci¨®n es peor de lo que cre¨ªa.
Como sucede en otros aspectos, en este terreno la econom¨ªa espa?ola est¨¢ bien, pero va mal. Cuando observamos su aspecto externo, nos aparece saludable y robusta. Desde hace casi una d¨¦cada su crecimiento econ¨®mico es envidiable y su tasa de generaci¨®n de creaci¨®n de empleo muy superior a cualquier otra econom¨ªa europea. La situaci¨®n es aparentemente tan buena que algunos hablan del milagro econ¨®mico espa?ol.
Pero si hacemos el balance desde la perspectiva de los j¨®venes, el resultado cambia radicalmente. Su situaci¨®n en cuanto a inserci¨®n laboral y empleo es peor hoy de lo que era hace cinco a?os. Parece sorprendente porque los s¨ªntomas sociales no manifiestan esa situaci¨®n, pero los datos son tercos y no admiten demasiadas interpretaciones diferentes.
Aunque la tasa de actividad de los j¨®venes espa?oles es similar a la media europea, el paro juvenil es mucho m¨¢s elevado en nuestro caso. La baja participaci¨®n en el sistema productivo de los menores de 25 a?os es una anomal¨ªa en t¨¦rminos europeos. Adem¨¢s, el empleo de los m¨¢s j¨®venes es b¨¢sicamente en actividades de muy baja cualificaci¨®n. Para complicarlo, la mayor parte de los que est¨¢n empleados tienen contratos temporales y de muy corta duraci¨®n. Por tanto, est¨¢n sometidos a una rotaci¨®n muy elevada que les impide asentarse en una tarea y en una empresa.
Esto es determinante para la evoluci¨®n futura de sus trayectorias laborales. Los datos son reveladores. Cuanto m¨¢s largo sea el periodo en que una persona est¨¦ desempleada, o con contratos temporales de corta duraci¨®n, menor ser¨¢ la probabilidad de salir de esa situaci¨®n. Es decir, menor ser¨¢ la probabilidad para ese joven de construir una trayectoria laboral estable.
El problema es especialmente grave entre los m¨¢s j¨®venes (16 a 19 a?os) y las mujeres. Aqu¨ª es donde se concentra la gravedad de la enfermedad del empleo juvenil. Y, en especial, para los j¨®venes pertenecientes a determinados estratos sociales. El futuro de los j¨®venes va por barrios.
En el terreno del empleo juvenil estamos mal, pero... vamos a peor. Para comprobarlo s¨®lo hace falta ir a ver los datos sobre la evoluci¨®n educativa de los m¨¢s j¨®venes. El porcentaje de j¨®venes que abandonan de forma temprana el sistema escolar en Espa?a es el m¨¢s elevado de Europa, y va en aumento desde el a?o 2000. Por otro lado, desciende el porcentaje de j¨®venes de 20 a 24 a?os que no completan un nivel de secundaria. Ese porcentaje es mayor en la escuela p¨²blica y en determinados barrios de nuestras ciudades. Adem¨¢s, la preferencia por los estudios de formaci¨®n profesional, los m¨¢s exitosos a la hora de buscar empleo y consolidar trayectorias laborales estables, disminuye. Lo dicho, vamos a peor.
Por eso, lo que he encontrado m¨¢s sorprendente es el hecho de que a la hora de ser encuestados, la mayor¨ªa de los j¨®venes que trabajan dicen encontrarse satisfechos o muy satisfechos, a pesar de las desfavorables condiciones laborales en que viven. Por tanto, tenemos j¨®venes mal empleados y conformistas.
Este conformismo es sorprendente. Quiz¨¢ m¨¢s que conformismo, esta actitud es el reflejo de la incapacidad que experimentan la mayor¨ªa de j¨®venes a la hora de hacer frente al entorno en que se mueven, una incapacidad que puede llevar a la pasividad. Es un efecto parecido al que producen algunas drogas, que aun cuando son da?inas a largo plazo para los individuos, ¨¦stos no son conscientes o capaces de salir de su dependencia.
El hecho de que la econom¨ªa y la sociedad espa?ola vivan un momento de euforia econ¨®mica no ayuda a ver este tipo de enfermedades asintom¨¢ticas que padecemos. Por eso es m¨¢s urgente ser consciente de ellas.
De la misma forma que existe un plan nacional de lucha contra las drogas, necesitamos con urgencia un plan nacional contra la enfermedad asintom¨¢tica del desempleo juvenil que focalice su acci¨®n en aquellos colectivos y zonas donde en mayor medida se da esa situaci¨®n. De lo contrario, esa enfermedad se volver¨¢ cr¨®nica.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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