Viaje al "agujero negro"
"Mientras me conduc¨ªan hacia la celda, el polic¨ªa me golpeaba la cabeza contra las puertas que encontraba a mi paso"
"?Sabes lo que es tener miedo f¨ªsico, miedo a ser golpeada? La orden era estricta: no moverse. Durante mucho tiempo permanecimos de cara a la pared, con las piernas abiertas, apoyados con las palmas de la mano. Un polic¨ªa estamp¨® contra el muro la cabeza de un joven que hab¨ªa osado sonre¨ªr", explica Beatriz Gracia Dorado, de 25 a?os, estudiante de Antropolog¨ªa en la Universidad de Barcelona, quien junto con otro medio centenar de personas permaneci¨® detenida en el Centro de Internamiento de Extranjeros de la Verneda.
Beatriz Gracia Dorado descendi¨® durante 48 horas a ese "agujero negro" que, en su opini¨®n, son los centros de extranjera en Espa?a para sufrir en propia carne el trato inhumano y degradante que padecen los no nacionales cuando esperan ser expulsados del pa¨ªs.
"Durante dos d¨ªas viv¨ª hacinada con otras seis compa?eras en una celda de tres metros de ancho por tres de largo. Sin luz, sin agua, sin lavabo, durmiendo en una colchoneta de apenas dos dedos de grosor, h¨²meda y maloliente", asegura Beatriz mientras trata de olvidar los lamentos de algunas de sus compa?eras, que ped¨ªan por favor a los guardianes que les llevaran compresas porque la tensi¨®n les hab¨ªa precipitado el periodo y la sangre hab¨ªa empezado a descenderles por las piernas.
El testimonio de Nicol¨¢s Fguiglia, de 29 a?os, estudiante de Sociolog¨ªa, en paro, aprendiz de combatiente por los derechos humanos en la provincia de M¨¢laga, es tambi¨¦n elocuente.
"Me dieron pu?etazos en la espalda, patadas, golpes en la cabeza, mientras medio me arrastraban a una celda inmunda que compart¨ª con otros ocho compa?eros en la Verneda. Ten¨ªa sed y ganas de orinar. Cuando finalmente me llevaron hasta el lavabo, el polic¨ªa me agarr¨® por el cuello, mientras trataba de hacer mis necesidades en el inodoro", explica Nicol¨¢s intentando poner en orden ideas.
Jes¨²s Chac¨®n L¨®pez, de 27 a?os, jardinero, permaneci¨® hacinado con otros nueve compa?eros en una celda. Recuerda que el calor era terrible y el olor nauseabundo.
"A duras penas, durante los dos d¨ªas, logr¨¦ conciliar el sue?o. Tem¨ªa que en cualquier momento la polic¨ªa me despertara con golpes. Pero lo peor era sentir en mi propia piel la situaci¨®n de angustia y desamparo de las compa?eras de la celda de enfrente. Si esto es miedo, ?te imaginas lo que pueden sentir habitualmente los extranjeros que pasan por este centro?", pregunta Jes¨²s sin atender ninguna respuesta.
"Mientras me conduc¨ªan hacia la celda, el polic¨ªa me golpeaba la cabeza contra las puertas que encontr¨¢bamos a mi paso. Acompa?aba los golpes con un grito repetido hasta la saciedad: 'Ya ten¨ªa ganas de coger a un abogado como t¨²", asegura el letrado Hibai Arbide, de 27 a?os, colegiado en Barcelona, especialista en extranjer¨ªa.
El testimonio del letrado se encuentra fielmente recogido en su declaraci¨®n en el juzgado, pero tambi¨¦n en la denuncia y la querella que se prepara contra la polic¨ªa.
"Mi experiencia en la Verneda tiene un aspecto positivo; me ha servido para confirmar mis sospechas y las declaraciones de mis clientes, que a menudo se quejan del trato inhumano y degradante que se sufre en este tipo de centros de internamiento. Se han quedado cortos los informes que en su d¨ªa hizo el Defensor del Pueblo sobre estos centros", afirma Arbide.
Un portavoz oficial de la polic¨ªa asegur¨® ayer que no ten¨ªa ning¨²n comentario que hacer a las acusaciones de malos tratos efectuadas por los detenidos. El portavoz recomend¨® a los manifestantes que trasladaran estas acusaciones al juzgado.
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