Ajo y espinacas contra la epidemia
Los m¨¦todos de Sur¨¢frica, el segundo pa¨ªs del mundo con m¨¢s infectados de sida, desaniman a donantes y ONG
"Repetir¨¦ ajo, hablar¨¦ de remolacha, de lim¨®n, espinacas... retrasan el desarrollo del VIH a sida, y ¨¦sa es la verdad". As¨ª habl¨® recientemente ante el Parlamento la ministra de Salud surafricana, Manto Tshabalala-Msimang. La verdad de la ministra, al poner el mismo o m¨¢s ¨¦nfasis en la nutrici¨®n que en el tratamiento m¨¦dico en s¨ª, muestra, seg¨²n las organizaciones de lucha contra el sida, la falta de voluntad pol¨ªtica del Gobierno en atajar la enfermedad y explica una progresi¨®n imparable que ha convertido a Sur¨¢frica en el segundo pa¨ªs con m¨¢s infectados del mundo (la India le ha arrebatado este a?o el dudoso honor de ser el primero).
En 1990, el 1% de la poblaci¨®n adulta viv¨ªa con el VIH. En 2005, el 18,8%, m¨¢s de cinco millones. Una de cada tres embarazadas es seropositiva. Entre 500.000 y 800.000 personas necesitan terapia, y la reciben s¨®lo 200.000.
"Con 900 muertos diarios, ?c¨®mo hablamos de ajo y aceite de oliva? Es una ofensa", se indigna Marta Darder, coordinadora del proyecto de M¨¦dicos sin Fronteras en Khayelitsha, una barriada de medio mill¨®n de personas en Ciudad del Cabo. "Comer bien es importante, pero no es un mensaje adecuado para alguien con un recuento de CD4 de 50". Una persona sana cuenta con unos 1.000 CD4 -n¨²mero de c¨¦lulas blancas por mil¨ªmetro c¨²bico-. Se considera que una persona tiene sida con menos de 200. "Sin tratamiento, la muerte es segura en un a?o", dice Darder.
Andile Madondile, de 29 a?os, est¨¢ en terapia antirretroviral (ARV). Sus CD4 cuando empez¨® eran 29. Ahora son 89, "y aumentando". Es voluntario en la cl¨ªnica de Khayelitsha para educar a la gente en la necesidad de someterse cuanto antes a los an¨¢lisis. "La ministra confunde. La gente, cuando se encuentra mal, antes de venir a la cl¨ªnica va a los m¨¦dicos tradicionales o comen m¨¢s vegetales. Cuando llegan a la cl¨ªnica, es tarde. Ya hemos perdido a demasiados".
"Si el mensaje fuera claro, que deben hacerse los an¨¢lisis, recibir tratamiento, practicar sexo seguro, la epidemia se parar¨ªa", asegura Nathan Geffen, portavoz de Treatment Action Campaign (TAC, Campa?a de Acci¨®n por el Tratamiento), una de las organizaciones m¨¢s activas en favor del acceso a los medicamentos. "Pero este continuo menosprecio a la ciencia m¨¦dica vuelve a la epidemia incontrolable", protesta.
Thsabalala-Msimang ha expresado dudas acerca de la eficacia de los f¨¢rmacos por sus efectos secundarios y el propio presidente, Thabo Mbeki, confes¨® sus dudas de que el VIH causara sida. Ese mensaje gubernamental ambiguo abre la puerta a la actuaci¨®n de charlatanes que, a veces con apoyo oficial, dicen haber encontrado la cura del sida, lo que contribuye m¨¢s a la confusi¨®n.
Sur¨¢frica es uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del continente. Destina grandes cantidades de dinero a la prevenci¨®n y tratamiento del sida. En 2003 se aprob¨® dar antirretrovirales a la poblaci¨®n a trav¨¦s del sistema p¨²blico de salud y un gasto de 3,4 billones de rands (425 millones de euros) en tres a?os para la compra de medicamentos. Este esfuerzo, seg¨²n el Gobierno, ha hecho de Sur¨¢frica el pa¨ªs que provee de antirretrovirales a m¨¢s gente de todo el mundo: cerca de 200.000 personas entre hospitales p¨²blicos y privados y ONG. "Lo que se ha conseguido despu¨¦s de mucha lucha", puntualiza Darder, que recuerda que el Gobierno s¨®lo accedi¨® para evitar la transmisi¨®n vertical (de madre a ni?o durante el embarazo), tras ser denunciado ante los tribunales, en un caso que lleg¨® al Constitucional. "Y poco despu¨¦s, ya en 2003, aprobaron facilitar la medicina a la poblaci¨®n afectada porque en caso contrario habr¨ªan vuelto a perder ante los tribunales".
A¨²n as¨ª, el proceso es muy lento y el plan, ambiguo, sin n¨²meros o fechas claras, y de dif¨ªcil control por parte de organizaciones independientes, como el Instituto para la Democracia en Sur¨¢frica (IDASA), u ONG como TAC, que se quejan de la falta de informaci¨®n y descoordinaci¨®n de los gobiernos provincial y nacional.
Sanidad pone ¨¦nfasis en la prevenci¨®n y en el mensaje ABC (Abstain, abstente; Be faithful, s¨¦ fiel; Condomize, usa cond¨®n), una indicaci¨®n que no cala en poblaciones cuya edad de inicio sexual ronda los 13 a?os (en muchas ni?as, v¨ªctimas de abusos sexuales, antes), y en una sociedad muy machista, donde la mujer debe ser fiel, pero el hombre no hace falta.
Andile explica que beb¨ªa mucho y se acostaba con diferentes mujeres sin preservativo: "Se dec¨ªan muchas cosas de los condones, que si irritaban, se romp¨ªan... ahora soy fiel a mi mujer y uso preservativo".
Su mujer est¨¢ infectada. Su hijo no, porque recibieron medicaci¨®n durante el embarazo. El tratamiento lleg¨® tarde para Natasha Roman, de 39 a?os, que no pudo evitar infectar a su hijo, que ahora tiene ocho. Ambos viven de la caridad y toman antirretrovirales. "Saber mi situaci¨®n fue un shock. Yo fui fiel a mi compa?ero", dice. Las medicinas no llegaron a tiempo para la hija de Nokhwezi Hoboyi, muerta a los cuatro a?os. Hoboyi, de 26 a?os, dice que fue infectada por su marido, a quien era fiel.
Muchos de los fondos de ayuda provienen de Estados Unidos, "con una carga moral que no tiene nada ver con la realidad, priorizando la abstinencia y la fidelidad", explica Darder. Otro escollo es el sistema de salud que el Gobierno hered¨® del apartheid, que precisa desarrollar con la construcci¨®n de nuevos centros y la mejora de los existentes. Pero lo peor es la falta de personal y la imposibilidad del sistema p¨²blico de retener a sus trabajadores. Se calcula que hay 35.000 vacantes. Las enfermeras cobran poco, la carga de trabajo es ingente y est¨¢n quemadas tras a?os de trabajar asistiendo a enfermos condenados, sin medicaci¨®n adecuada.
El Gobierno, con el presidente Mbeki al frente, ha dispuesto un plan para frenar la fuga de personal de zonas rurales a urbanas, de provincias pobres a ricas, del sector p¨²blico al privado y de Sur¨¢frica a Estados Unidos, Canad¨¢, Reino Unido, Australia o Arabia Saud¨ª (donde su sueldo se multiplica hasta 15 veces). El efecto que esto tiene y tendr¨¢ en los sistemas de salud de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo puede ser devastador. Sur¨¢frica se ha comprometido a destinar en su plan para el VIH-sida a 22.000 trabajadores en el sector p¨²blico para 2008, "pero para ello hace falta dinero y voluntad pol¨ªtica", advierte Nathan Geffer, "y no tenemos cifra alguna de que se haya hecho nada al respecto".
Una ducha 'terap¨¦utica'
El ex vicepresidente del Gobierno Jacob Zuma, de 64 a?os, acusado de violaci¨®n por una mujer a la que duplica la edad, amiga de la familia y seropositiva, desat¨® una de las mayores pol¨¦micas durante el juicio por dicho delito. El pol¨ªtico, que todav¨ªa aspira a la presidencia del pa¨ªs, dijo que "ella quer¨ªa". En un pa¨ªs en el que una mujer es agredida sexualmente cada 26 segundos, de acuerdo con la organizaci¨®n People Opposing Woman Abuse (El pueblo contra los abusos a la mujer, POWA), el pol¨ªtico ha despertado las iras de las ONG que luchan contra la violencia sexual.
Pero lo que soliviant¨® a las organizaciones anti-sida es que Zuma asegur¨® que hab¨ªa practicado sexo sin preservativo porque, en su opini¨®n, para un hombre no existe riesgo de infecci¨®n al mantener relaciones una vez con una mujer infectada.
A?adi¨® que despu¨¦s del coito se dio una ducha, como si con ello pudiera minimizar los riesgos de infecci¨®n. Las organizaciones anti-sida creen que, en un pa¨ªs con cinco millones de seropositivos y con un Gobierno que ha actuado tarde para informar sobre la pandemia y proveer a la poblaci¨®n de antirretrovirales, las declaraciones de Zuma son irresponsables y han dado al traste con las campa?as de prevenci¨®n de los ¨²ltimos a?os. Tras resultar absuelto (el testimonio de la mujer result¨® muy fr¨¢gil y los defensores revelaron que en el pasado ya hab¨ªa denunciado en el pasado a diferentes hombres por violaci¨®n), Zuma, vicepresidente del Congreso Nacional Africano (ANC), se disculp¨®.
La ministra de Sanidad, por su parte, culp¨® a la prensa por recoger en grandes titulares el testimonio de Zuma (el episodio de la ducha convirti¨® al pol¨ªtico en pasto de caricatura), en vez de informar sobre "la estrategia del Gobierno y su plan contra el VIH-sida".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.