La hora de la verdad
Zapatero anunci¨® ayer por fin su intenci¨®n de iniciar inmediatamente el di¨¢logo con ETA, "sin pagar ning¨²n precio pol¨ªtico", tres meses despu¨¦s de que la banda terrorista anunciara un alto el fuego permanente. Si hay que hacer alg¨²n reproche a la declaraci¨®n institucional ante la prensa en una de las salas del Congreso es que el presidente del Gobierno eludi¨® realizarla ante los diputados, esgrimiendo que no era conveniente agrandar la brecha con el Partido Popular. Rajoy, tal como se esperaba, deneg¨® de nuevo su respaldo al Gobierno. Considera que no hay suficientes garant¨ªas de que no se negociaran asuntos pol¨ªticos con los etarras y cree que el Partido Socialista de Euskadi (PSE) no debe entrevistarse con la ilegalizada Batasuna, tal como anunci¨® Patxi L¨®pez.
La escenificaci¨®n del acto incumple el compromiso de la resoluci¨®n de mayo de 2005 por todos los grupos parlamentarios excepto el PP de que el jefe del Ejecutivo acudir¨ªa al Congreso para solicitar la apertura del di¨¢logo una vez que la banda expresara la voluntad de abandonar las armas. Pero le hace un favor a Rajoy, que as¨ª se ahorra el espect¨¢culo de escenificar con mucho ruido y pobres argumentos su desacuerdo con Zapatero. Y tambi¨¦n se lo hace a la buena comunicaci¨®n entre el presidente y los ciudadanos en una circunstancia hist¨®rica. Los l¨ªmites de la negociaci¨®n planteados son muy claros: no puede rebasar el marco jur¨ªdico constitucional y no debe deshonrar la memoria de las v¨ªctimas. Tambi¨¦n lo es la hoja de ruta: inicio inmediato de los encuentros, discreci¨®n m¨¢xima y comparecencia del ministro del Interior en el Congreso a finales de septiembre para informar sobre su marcha.
El jefe del Gobierno separ¨® lo que deben ser las negociaciones meramente t¨¦cnicas con la banda y los futuros acuerdos entre todas las fuerzas pol¨ªticas vascas. Respecto a Batasuna fue cristalino: debe aceptar la vigente Ley de Partidos y dotarse de una nueva identidad, unos nuevos estatutos y una condena expresa de la violencia. Dijo que respetar¨¢ "las decisiones de los ciudadanos vascos que adopten libremente, respetando las normas y procedimientos legales" y fue tambi¨¦n muy expl¨ªcito al afirmar que tales acuerdos deben alcanzarse "en el m¨¢ximo consenso posible, respetando la pluralidad" y mediante "m¨¦todos de di¨¢logo que estimen oportunos", en un gui?o de apoyo a la creaci¨®n de la mesa de partidos que exige la izquierda abertzale y cuya idea comparten tambi¨¦n el PNV y desde hace poco el PSE.
Todo ello hace menos comprensible el rechazo de Rajoy, aunque es evidente que en ETA y Batasuna confluyen los mismos intereses, algo que constituye un peligro, tal como dice el l¨ªder conservador y puede advertir cualquiera. Es lamentable, en cualquier caso, que en un problema de Estado tan serio como ¨¦ste el PP se haya mantenido fuera del acuerdo, pues de alguna manera debilita la negociaci¨®n.
Se entra as¨ª en una fase nueva y arriesgada que no ser¨¢ f¨¢cil de conducir. Sobre todo porque desde el anuncio de la banda terrorista se ha evidenciado que ETA y el Gobierno hablan de cosas diferentes cuando se refieren al llamado "proceso". Gentes con muy distintos planteamientos sobre la forma de acelerar la desaparici¨®n etarra, coinciden sin embargo en considerar pr¨®ximo el final. Una raz¨®n es que, tras m¨¢s de tres a?os sin atentados mortales, la decisi¨®n del alto el fuego tiene dif¨ªcil retroceso. Entre otros motivos, porque incluso en las bases de Batasuna existe una aceptaci¨®n m¨¢s o menos t¨¢cita de que el tiempo de la lucha armada ha pasado.
El pulso que ahora plantean los terroristas es el de probar la resistencia del Gobierno frente a sus reivindicaciones cl¨¢sicas: ver qu¨¦ pueden sacar a cambio de oficializar la retirada, especialmente con vistas a presentarla como efecto de la eficacia de la lucha armada. Pero el regreso a la violencia s¨®lo servir¨ªa para mantener o devolver a Batasuna, su brazo pol¨ªtico, a la ilegalidad, y para atrasar cualquier posibilidad de aliviar la situaci¨®n de sus presos. Es evidente que la organizaci¨®n terrorista tratar¨¢ de reivindicarse como amenaza latente que condicione la futura negociaci¨®n pol¨ªtica. Cualquier posible reforma del Estatuto de autonom¨ªa ser¨¢ en su caso el resultado de acuerdos entre partidos, y Batasuna s¨®lo podr¨¢ estar representado en el foro correspondiente si existen garant¨ªas de que la retirada de ETA es irreversible. Esto lo tiene claro la direcci¨®n actual del PNV, que reiteradamente ha dicho que hay que separar temporal y conceptualmente la negociaci¨®n de la paz (paz por presos) de la eventual negociaci¨®n pol¨ªtica.
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