La ninfa rubia
Matilde Mu?oz, la crítica teatral, exagera cuando dice que las coristas de Los Bufos de Madrid pesaban ochenta kilos. Eran redonditas, como estaba de moda: el público masculino hubiera dado cualquier cosa por una noche con ellas. En la Espa?a de Narváez y O'Donnell no había otro teatro donde las chicas dejaran tanta epidermis al aire. Enamoraron. Muchas acabaron casándose con ministros y aristócratas, pero quien sostuvo el éxito de esta compa?ía fue, sobre todo, el vulgo. Francisco Arderius (1836-1887), su creador, acarició en París la idea de crear en Madrid un tipo de espectáculos a la manera de Offenbach. Tras ver Orfeo en los infiernos y La bella Helena, reunió un capital de 10.000 reales y emplazó a su amigo Eusebio Blasco, libretista y periodista que había trabajado en Le Figaro, a que escribiera "una cosa nueva, estrafalaria, como esas que he visto este verano. Pero la necesito antes de diez días, para abrir la temporada. Si no, perderé lo que tengo". Blasco aceptó el reto. Cogió la versión espa?ola de Las aventuras de Telémaco, de Fran?ois Fénelon, publicada en Madrid en 1850, la retorció y la puso en verso. De este libro, escrito para educar al nieto de Luis XIV, hizo una parodia alegre y desinhibida, musicada por José Rogel. Su modelo último es la Odisea.
El joven Telémaco (1866), de Rogel y Blasco, narra la llegada del hijo de Ulises a una isla, donde entre ninfas reina Calíope: ella tuvo un romance con el padre, y está dispuesta a tenerlo con el chico. Pero Telémaco prefiere a la rubia Eucaris. Se lo dice cantando a Mentor, que le acompa?a en el viaje: "Me gustan todas, me gustan todas en general / pero la rubia, me gusta más". Al público le fascinaron la rubia, las coristas, el espectáculo y los estribillos: el desaparecido Teatro Variedades, en la calle de la Magdalena, se abarrotó a diario, y Arderius siguió adelante.
Del Variedades, Los Bufos
de Madrid se trasladaron al Teatro Circo. De la noche a la ma?ana, aparecieron muchas compa?ías con el mismo nombre en Espa?a, Portugal y América. Tantas, que el director optó por atajar el plagio poniendo su apellido a la suya. Los Bufos Arderius se retroalimentaron con obras de encargo (escribieron música para ellos Oudrid, Arrieta, Barbieri...), pero también pusieron en escena las operetas de moda en París. Mientras la crítica les daba duro, los espectadores se les rendían. Después de dos décadas de éxito, Arderius probó fortuna con la zarzuela seria y acarició la idea de crear un repertorio operístico espa?ol.
Aunque la iniciativa de Arderius no tuviera continuidad, dejó un surco profundo: el género chico debe mucho a la ligereza de estas obras, y la revista es su heredera directa. Las creaciones de Los Bufos fueron una respuesta a las modas francesas como Hoy no me puedo levantar es en la actualidad una respuesta autóctona a musicales basados en éxitos discográficos de Abba o de Queen. El joven Telémaco se repuso y tuvo secuelas. Blasco lo refundió en un solo acto, sin música, y Rafael María Liern lo parodió en Telémaco en l'Albufera: convirtió a su protagonista y a Mentor en un par de altramuceros que naufragan en El Saler y son recogidos por un grupo de ninfas albuferenca. Liern traslada la acción paso por paso a un contexto chusco, alternando el valenciano con un castellano lleno de giros locales.
La semana próxima, El joven Telémaco resucita en otro ámbito. El Festival de Mérida produce una versión dirigida escénicamente por ?ngel Martínez Roger, y revisada por Pedro Víllora, que la ha titulado Calipso, venturas y desventuras de una ninfa. Es la obra de Blasco, con actualizaciones y un prólogo en el que el dios Amor pone en antecedentes al público emeritense. Marco Moncloa, Francisco Valladares, Soledad Mallol, Elena Martín, Susana Casas, Tonino y el resto de los intérpretes están ensayando en Madrid, en el Instituto Cardenal Cisneros. Martínez Roger y Montserrat Font, la directora musical, han incluido un par de fragmentos de otras obras de Rogel: la habanera de Un casamiento republicano, y un número de La isla de los portentos. Helena Kriúkova ha hecho el vestuario, y Felype Rodríguez de Lima, la escenografía.
Calipso, venturas y desventuras de una ninfa. Mérida. Teatro Romano. Del 6 al 11 de julio.
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