Sin freno parlamentario
La decisi¨®n del presidente del Gobierno de no acudir al Congreso de los Diputados a fin de solicitar, tras el debate correspondiente o, al menos, tras el turno de explicaci¨®n del voto por parte de los portavoces de los distintos grupos parlamentarios, la autorizaci¨®n para iniciar conversaciones con ETA, ha sido una mala noticia.
Es posible que, como se ha escrito en los editoriales de varios medios de comunicaci¨®n, fuera la menos mala de las que se pod¨ªan adoptar, pero no estoy nada seguro de ello. ?Hay algo peor que no poder hablar en el Parlamento del asunto que m¨¢s preocupa a los ciudadanos y de cuya soluci¨®n depende, m¨¢s que de ninguna otra cosa, la convivencia pac¨ªfica no solamente en el Pa¨ªs Vasco, sino en toda Espa?a?
No creo, adem¨¢s, que con la cancelaci¨®n del debate se le haga favor de ning¨²n tipo al PP en general y a su presidente en particular. Mi impresi¨®n es que con la cancelaci¨®n del debate se favorece una todav¨ªa mayor radicalizaci¨®n del PP y se dificulta todav¨ªa m¨¢s el que puedan incorporarse en el futuro a alg¨²n consenso en este terreno. De momento se puede experimentar una sensaci¨®n de alivio, en la medida en que nos evitamos una bronca en un momento en el que todos estamos muy cansados, porque el curso pol¨ªtico ha sido sumamente bronco. Pero esto es pan para hoy y hambre para ma?ana.
Un debate solemne en el Pleno del Congreso de los Diputados sobre un tema de esta naturaleza es un freno para todos los que tienen que intervenir, pues obliga a todos los portavoces de los grupos parlamentarios, pero en especial a los portavoces de los partidos de gobierno (presidente del Gobierno y presidente del primer partido de la oposici¨®n) a ser extraordinariamente cuidadosos en el uso de la palabra. No es lo mismo que lo que uno dice aparezca en un peri¨®dico que quede reflejado en el Diario de Sesiones. El compromiso que se adquiere no tiene comparaci¨®n. En consecuencia, la cancelaci¨®n del debate supone quitarle al PP el m¨ªnimo freno que puede tener a la hora de definir su estrategia en este terreno. Es una invitaci¨®n a todav¨ªa m¨¢s desmesura.
La combinaci¨®n de algo m¨¢s de tres a?os sin atentados con resultado de muerte y de una declaraci¨®n de alto el fuego permanente por parte de ETA ha sido interpretada de una manera muy claramente mayoritaria como se?al de que podemos estar ante una posibilidad real de poner fin de manera definitiva a la violencia terrorista. En estas circunstancias es exigible que los partidos pol¨ªticos alcancen un acuerdo para que el proceso pueda culminar con ¨¦xito y, en el caso de que tal acuerdo no se alcance, que cada uno de ellos explique, no en cualquier sitio, sino en el Parlamento, cu¨¢les son las razones por las que no est¨¢ dispuesto a llegar al acuerdo.
En los momentos decisivos es en los que resulta m¨¢s exigible que cada palo tenga que aguantar su vela. Y de manera visible. El s¨ª o el no al proceso de negociaci¨®n con ETA tiene que ser un s¨ª o un no parlamentario. Si no es posible el compromiso de todos los partidos, s¨ª es exigible el compromiso de cada uno de ellos con los ciudadanos en relaci¨®n con este asunto. Cada partido tiene que fijar su posici¨®n sobre el fin de la violencia ante los ciudadanos en general y ante sus votantes en particular, de tal manera que se les pueda exigir la responsabilidad correspondiente en las pr¨®ximas consultas electorales. No con recortes de peri¨®dicos, sino con el texto del Diario de Sesiones.
No se me ocurre un freno m¨¢s eficaz para evitar la radicalizaci¨®n en la definici¨®n de una estrategia que un debate parlamentario. Quien no se controla en un debate parlamentario mucho menos se va a controlar fuera del mismo. Me temo, en consecuencia, que la cancelaci¨®n del debate y de la votaci¨®n en el Pleno del Congreso de la autorizaci¨®n al Gobierno para iniciar las conversaciones con ETA va a acabar produciendo el efecto contrario al que se pretend¨ªa.
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