Y de Europa
En 1829 Par¨ªs es el faro que ilumina el urbanismo europeo cuyas modas y modos todos admiran y quieren imitar. La unanimidad de este reconocimiento lleva a Walter Benjamin a atribuirle la condici¨®n de capital de la Europa del siglo XIX. A la irradiaci¨®n de ese prestigio se debe la generalizaci¨®n de los pasajes en muchos pa¨ªses europeos primero y en el resto del mundo despu¨¦s. Johann Friedrich Geist -Le Passage, un type architectural du XIX si¨¨cle-, en cuyo saber me apoyo para los datos de esta columna, censa sin voluntad exhaustiva 223 pasajes que van desde Escocia hasta Australia pasando por EE UU, Turqu¨ªa, Argentina, Rusia y ?frica del Sur aunque su ¨¢rea de predilecci¨®n sea la de nuestro continente. Esa onda expansiva representa un decurso colonizador en el que el modelo sufre una serie de variaciones en funci¨®n de cada contexto urbano y nacional y de la propia evoluci¨®n de que es objeto la matriz b¨¢sica. Geist distingue cinco ¨¦pocas.
En la primera asistimos a su aparici¨®n, esencialmente en Par¨ªs y dura hasta 1820; la segunda: con el triunfo parisiense de la propuesta durante los a?os veinte, treinta y cuarenta se convierte en una moda que contagia a otras ciudades y surgen la Royal Opera Arcade y la Burlington Arcade, ambas en Londres y el Passage de la Monnaie en Bruselas, las tres hacia 1920, la Philadelphia Arcade en la ciudad del mismo nombre y la Weyborset Arcade en Providence entre 1826 y 1829 con un muy largo etc¨¦tera, que alcanza a Mosc¨² con la Golicyuskaja Galerija de 1835. En esta fase el pasaje llega a su m¨¢xima expresi¨®n y al mismo tiempo tropieza en sus primeros obst¨¢culos, causados por la construcci¨®n del ferrocarril y la competencia del comercio al por menor en almacenes y en las mismas aceras. Par¨ªs baja pues su perfil y retoman la antorcha entre otras, Mil¨¢n, Trieste, Hamburgo y Bruselas. En 1931 Luigi de Cristoforis decide construir en Mil¨¢n una galer¨ªa que llevase su nombre y que quiere que sea mucho mayor que los pasajes habituales. El arquitecto Andrea Pizzala compone un conjunto de 25 tramos con vidriera de una sola pieza que abriga 70 tiendas y sobre ellas 30 viviendas, un hotel y un teatro. En Trieste en 1942 se construye el pasaje llamado El Tegersteo que une dos plazas en el coraz¨®n mismo de la ciudad y adosado al Teatro y a la Bolsa funciona como el espacio p¨²blico triestino por excelencia. El incendio que asola Hamburgo en 1840 hace posible su completa reestructuraci¨®n. Entre las nuevas realizaciones destaca el Sillem's Bazar del arquitecto Avendieck cuya principal innovaci¨®n fue la de instalar en su centro una verdadera calle lo que supuso un notable cambio de escala y de dimensiones. Esa b¨²squeda de un mayor tama?o propia de la tercera fase de Geist queda brillantemente ilustrada en las Galer¨ªas Saint-Hubert de Bruselas y que con la multiplicaci¨®n de sus espacios, significa un paso m¨¢s hacia la monumentalidad, eje de la cuarta fase (1860-1880) que tiene en la Galleria Vittorio Emanuele II su expresi¨®n m¨¢s acabada.
M¨¢s que de un proyecto arquitect¨®nico se trata de un designio pol¨ªtico que quiere celebrar la liberaci¨®n de la Italia del Norte de la dominaci¨®n austriaca y el lanzamiento de la unidad italiana. El arquitecto Mengoni quiere que su Galer¨ªa pueda parangonarse con la catedral de Mil¨¢n, que sea el templo de la burgues¨ªa triunfante entroncada con un pasado hecho por personajes famosos. Los cuatro frescos que representan a la Ciencia, al Arte, a la Industria y a la Agricultura y las 24 estatuas de italianos celebres en un marco de casi 28.000 metros cuadrados de suelo, con una c¨²pula de vidrio de 36,60 metros de di¨¢metro a 47 metros de altura y una vidriera de m¨¢s de 4.000 metros cuadrados encuentran la resonancia que merecen. La galer¨ªa milanesa multiplica sus ¨¦mulos. En primer lugar, en Italia donde las grandes regiones y los reinos a¨²n independientes -N¨¢poles y Venecia en particular- quieren alzaprimar sus reivindicaciones nacionales rivalizando con Mil¨¢n en sus construcciones. Pero fuera de Italia el impacto de la Galer¨ªa V¨ªctor Manuel es tambi¨¦n extraordinario y la Kaysergalerie de Berl¨ªn y el GUM de Mosc¨² -las Galer¨ªas Comerciales con m¨¢s de dos kil¨®metros y medio de mostradores- sit¨²an en el l¨ªmite la ambici¨®n de monumentalidad. La desmesura, el pastiche y la utilizaci¨®n pol¨ªtica desvirt¨²an el modelo del pasaje, en su esencialidad parisiense que podr¨ªa devolver a la ciudad, como veremos en la pr¨®xima y final columna, unos espacios p¨²blicos a salvo del caos uniformizador de la sociedad de masa.
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