Una Tierra plana y un bal¨®n redondo
La Copa de este a?o, a diferencia de la anterior, no ha sido testigo de ning¨²n resultado inesperado en la primera ronda. Sorprendentemente, Suiza y Australia llegaron a la fase de eliminaci¨®n y los asi¨¢ticos y africanos decepcionaron un poco, ya que s¨®lo Ghana avanz¨®. Hasta el momento, s¨®lo se han disputado dos partidos feos, plagados de faltas, ataques sucios y agresiones innecesarias: Italia-Estados Unidos y Portugal-Holanda. Estamos viviendo una maravillosa Copa, tanto por su deportividad como por el ambiente en general. En cuanto a Alemania y los alemanes, a uno le cuesta reconocer a su pa¨ªs y su pueblo. Incluso la Madre Naturaleza ha cooperado. Tras un largo invierno y una primavera inexistente, el verano comenz¨® pronto con el saque inaugural y, de la noche a la ma?ana, Alemania ha hecho gala de su faceta m¨¢s encantadora. El clima es mediterr¨¢neo y, de repente, la gente tambi¨¦n.
Toda Alemania est¨¢ celebrando una fiesta sin fin con invitados de todo el mundo (lo cual no se esperaba). Y el equipo alem¨¢n ha dado una maravillosa exhibici¨®n de f¨²tbol ofensivo, reconfortante y moderno (?nadie pod¨ªa esperarlo!). Y, lo que es m¨¢s importante, en conjunto est¨¢ aflorando una Alemania joven, serena y despreocupada; cosmopolita, amistosa y jovial. Los a?os de malas noticias parecen haber pasado sin dejar rastro. Los m¨¦dicos est¨¢n en huelga, los impuestos van en aumento, los partidos del Gobierno se vapulean unos a otros y la canciller ?ngela Merkel proclam¨® en un destacado discurso que el pa¨ªs se encuentra en un estado desastroso. Pero los alemanes, impert¨¦rritos, se limitan a continuar celebrando una gran fiesta con sus nuevos amigos.
La bandera negra, roja y amarilla adorna toda Alemania como nunca lo hab¨ªa hecho, pero casi en ning¨²n lugar se observan corrientes nacionalistas. De hecho, junto a la alemana ondean las banderas de muchas naciones. En Berl¨ªn, como en otras grandes ciudades, los taxis lucen la ense?a del pa¨ªs de origen del conductor, desde Angola hasta Arabia Saud¨ª. Los aficionados no s¨®lo portan la de su naci¨®n, sino que tambi¨¦n lucen atuendos fant¨¢sticos que evocan los colores de su pa¨ªs de origen. Las banderas ondean con la esperanza de la victoria, pero tambi¨¦n sirven para enjugar las l¨¢grimas de la derrota. En resumen, Alemania nos recuerda a un shakespearano sue?o de una noche de verano con un toque de Woodstock adem¨¢s.
?Y qu¨¦ tal es el f¨²tbol? Esta Copa demuestra que el deporte ha vivido tres transformaciones principales. Para empezar, Europa y Suram¨¦rica son m¨¢s dominantes que hace cuatro a?os y siguen siendo las grandes potencias indiscutibles. Por tanto, debemos esperar que la de Sur¨¢frica, en 2010, ofrezca finalmente una mayor paridad global. Segundo, el f¨²tbol internacional est¨¢ siendo testigo del advenimiento de una nueva generaci¨®n. Espa?a, Argentina o Alemania han presentado equipos muy j¨®venes que han hecho gala de un juego impresionante. En Francia, Inglaterra y Portugal tambi¨¦n han brillado los j¨®venes a pesar de la presencia de Zidane, Beckham y Figo. Incluso la cuadrilla brasile?a parece m¨¢s agresiva y con m¨¢s posibilidades de marcar con j¨®venes como Robinho y Juninho que con sus campeones de 2002.
Este cambio generacional se ve acelerado por una tercera transformaci¨®n. En el m¨¢s alto nivel, el f¨²tbol se ha vuelto m¨¢s r¨¢pido y atl¨¦tico y los grandes equipos pueden ganar terreno con m¨¢s eficacia. Un equipo que sea incapaz de ir a toda m¨¢quina durante los 90 minutos (o m¨¢s), de pasar r¨¢pidamente de la defensa al ataque con todos sus jugadores y de mantener el control de la pelota para limitar los movimientos de sus adversarios no tendr¨¢ posibilidades. En esto el f¨²tbol es equiparable a los mercados globalizados, que hacen necesaria una reestructuraci¨®n similar de las econom¨ªas nacionales. Sin embargo, a diferencia de la globalizaci¨®n econ¨®mica, est¨¢ por ver si este nuevo estilo de f¨²tbol veloz prevalecer¨¢ (la sangre joven espa?ola perdi¨® ante los viejos chicos de Francia). De ser as¨ª, no cabe duda de que el deporte y sus seguidores saldr¨¢n beneficiados por ello. Por ahora, tenemos una Copa colmada de un f¨²tbol que est¨¢ siendo moldeado por una nueva generaci¨®n de j¨®venes tanto dentro como fuera del campo, un f¨²tbol desenfadado, apasionante y hermoso de ver.
Esperemos que cuando suene el ¨²ltimo silbato en la final del 9 de julio, en Berl¨ªn, los alemanes conservemos tanta dosis de este esp¨ªritu positivo como sea posible. Alemania necesita urgentemente esa clase de optimismo, ya que, por suerte, hay principios universales que seguir¨¢n siendo v¨¢lidos en el futuro: el invierno regresar¨¢, el bal¨®n es redondo y el pr¨®ximo partido es siempre el m¨¢s dif¨ªcil.
Joschka Fischer fue l¨ªder del Partido Verde y ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de Alemania desde 1998 hasta 2005. Traducci¨®n de News Clips.
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