El d¨¦cimo hombre
Y el Tour ya ha empezado. Puede parecer mentira, pero es cierto. Lo he visto en televisi¨®n y creo que no he sido el ¨²nico. Un pelot¨®n diezmado ha comenzado a pedalear por las carreteras de Francia. Faltan nombres significativos, entre ellos yo y mi modestia, y algunos de los cinco primeros clasificados de la edici¨®n precedente. Ellos, por todo lo sucedido en los d¨ªas previos; yo, porque no he conseguido entrar en el nueve titular del Rabobank, mi equipo. Tan s¨®lo pude ser el d¨¦cimo hombre. As¨ª que a partir de ahora ¨¦se ser¨¢ mi nombre en clave, aunque s¨®lo lo usar¨¦ en caso de extrema necesidad, ya me entienden.
Ayer me habr¨ªa gustado ser Coutoluy, ese corredor an¨®nimo incluso para los que nos ganamos la vida en este circo que fue el primero en pedalear oficialmente en esta edici¨®n de la carrera. A las 13.15 del s¨¢bado 1 de julio, termin¨® una carrera y empez¨® otra. Termin¨®, o eso parece, lo que algunos ya han denominado como el puerto m¨¢s duro de esta edici¨®n, un puerto in¨¦dito y desconocido que ya ha hecho m¨¢s da?o que todos los dem¨¢s juntos. Y el Tour empez¨®.
La transici¨®n entre ambos momentos hist¨®ricos fue la arrancada de C¨¦dric -as¨ª se llama nuestro protagonista-, aunque desconozco si arranc¨® con la pierna derecha o con la izquierda -habr¨¢ que indagar en los documentos gr¨¢ficos para que nos lo aclaren-, lo que no es cuesti¨®n balad¨ª. Lo digo porque no soy supersticioso, pero ya sabemos lo que se dice de aqu¨¦l que se levanta con la pierna izquierda. Y no se qu¨¦ me da, pero tengo la impresi¨®n de que C¨¦dric es zurdo. As¨ª que espero equivocarme.
Bueno, no; bien mirado, no me habr¨ªa gustado ser Coutouluy, demasiada presi¨®n sobre mi cuerpo. Habr¨ªa sido mejor ser Hushovd, el gigant¨®n noruego con nombre de dios n¨®rdico y superh¨¦roe de la Marvel y con cuerpo mezcla de ambos dos. Eso habr¨ªa sido mejor, s¨ª; ser el primer maillot amarillo del Tour esperado, del Tour que parec¨ªa que nunca iba a comenzar. Thor, el dios del trueno que viene a poner fin a una semana tormentosa: no deja de tener su iron¨ªa.
Aunque, en fin, y a¨²n mejor mirado, m¨¢s me habr¨ªa gustado ser yo mismo y haber estado all¨ª quit¨¢ndole protagonismo quiz¨¢ a Hushovd, quiz¨¢ a Coutoluy o quiz¨¢ a cualquier otro. Pero no; una vez m¨¢s no ha habido suerte. Quiero pensar que otra vez ser¨¢, pero llevo as¨ª desde 2002, el ¨²ltimo a?o en que me puse un dorsal en el Tour de Francia. No obstante, amenazo con volver. Y quienes le conocen dicen que el d¨¦cimo hombre no se anda con chiquitas.
Mientras tanto, no olviden su cita. Aqu¨ª y a diario. As¨ª que hasta ma?ana.
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