El IRA entrega las armas
Tony Blair realiz¨® con determinaci¨®n concesiones al Sinn Fein que le alejaban de la violencia y le anclaban en la pol¨ªtica
Los contactos entre el Gobierno brit¨¢nico y Sinn Fein no se desvanecieron del todo durante los sombr¨ªos 15 meses transcurridos entre la bomba en Canary Wharf y las elecciones generales, pero no s¨®lo disminuyeron sino que dejaron de hacerse p¨²blicos. "Dispon¨ªamos de los n¨²meros de tel¨¦fono de los responsables de la Administraci¨®n, pero hab¨ªa mucho menos contacto. Tuvimos que volver al secretismo, y no se avanz¨® gran cosa", recuerda Gerry Kelly, ex preso del IRA que particip¨® en conversaciones secretas y p¨²blicas con el Gobierno brit¨¢nico.
Todo cambi¨® con la arrolladora victoria de Tony Blair en las elecciones generales de mayo de 1997. Como observa Roderic Lyne, secretario de John Major encargado de Irlanda del Norte en el 10 de Downing Street, el contraste entre la capacidad de maniobra de Major y la de Blair no pod¨ªa ser mayor. El l¨ªder laborista "contaba con una inmensa mayor¨ªa electoral y, por tanto, pod¨ªa hacer las concesiones que fueran necesarias para superar los obst¨¢culos".
Blair dijo al IRA: "Lo aceptable es negociar, lo inaceptable es seguir con la violencia"
El IRA tard¨® siete a?os en destruir sus armas, pero en ese tiempo no hizo uso de ellas
Los procesos para poner fin a a?os de sangre y resentimiento requieren tiempo
Kelly recuerda que se sentaron "en la misma mesa que antes, con los mismos funcionarios, pero la actitud, el mensaje y las prioridades hab¨ªan cambiado por completo". La diferencia, dice Kelly, que est¨¢ de acuerdo con Lyne, era que "el Gobierno de Blair era fuerte, dispon¨ªa de una inmensa mayor¨ªa y no ten¨ªa que mirar constantemente a los unionistas ni a nadie m¨¢s, y si quer¨ªa hacer un trato pod¨ªa hacerlo. Para ser justos con Major, ¨¦l fue quien dio los primeros pasos. Le faltaron las condiciones pol¨ªticas para continuar. Blair ten¨ªa tanta fuerza que pod¨ªa superar casi lo que quisiera".
John Holmes era uno de esos funcionarios de los que habla Kelly. Estuvo en el 10 de Downing Street durante los 17 ¨²ltimos meses de Major y los primeros nueve de Blair. "El Partido Laborista no hab¨ªa hablado directamente con Sinn Fein antes de ocupar el poder, fuera del contexto de las conversaciones generales con todos los partidos, as¨ª que no lleg¨® con ning¨²n plan previo detallado, pero s¨ª con la clara decisi¨®n de Blair de alcanzar un acuerdo y aprovechar r¨¢pidamente su gran mayor¨ªa y su credibilidad con Sinn Fein, con los unionistas y con su propio partido".
Era preciso hacer dos cosas: el IRA deb¨ªa proclamar otro alto el fuego, y a los protestantes hab¨ªa que asegurarles que Blair era un unionista de coraz¨®n y no ten¨ªa intenci¨®n de renunciar a la soberan¨ªa sobre Irlanda del Norte. Se trataba de un equilibrio delicado, porque al acallar los temores protestantes corr¨ªa el peligro de enemistarse con el IRA. Y eso fue precisamente lo que ocurri¨® cuando declar¨®, en un discurso pronunciado en Belfast dos semanas despu¨¦s de tomar posesi¨®n, que Irlanda del Norte seguir¨ªa siendo brit¨¢nica "mientras vivan todos los que est¨¢n en esta sala, hasta los m¨¢s j¨®venes". Adams se indign¨® y dijo que el discurso era "un p¨¦simo comienzo". Pero Blair dijo tambi¨¦n que si el IRA proclamaba un alto el fuego estaba dispuesto a reanudar las negociaciones en un plazo de seis semanas. Ante esto, fueron los protestantes los que enfurecieron.
Blair explic¨® posteriormente en un documental de televisi¨®n: "Lo primero que quise hacer fue asegurar a los unionistas que no cre¨ªamos que nuestra misi¨®n fuera impulsar una Irlanda unida y que me parecer¨ªa bien si la gente decid¨ªa seguir formando parte del Reino Unido. Tambi¨¦n quer¨ªa decir a Sinn Fein: 'Hay un nuevo Gobierno, somos un tipo diferente de Gobierno, pero no podemos esperar eternamente. Lo aceptable es negociar, y lo inaceptable es proseguir con la violencia".
Y la violencia prosigui¨®. Un mes despu¨¦s del discurso de Blair en Belfast, el IRA asesin¨® a tiros a dos polic¨ªas de Irlanda del Norte. Pero Blair dio un gran paso. Hizo la concesi¨®n fundamental que no hab¨ªa podido hacer Major. Abandon¨® la postura inflexible sobre la entrega de armas; insisti¨® en que era importante pero acept¨® que no fuera un requisito indispensable para que el Sinn Fein y el IRA entraran en las negociaciones. En julio de 1997, el IRA anunci¨® un segundo alto el fuego y, aunque la reacci¨®n general, tras las esperanzas rotas en Canary Wharf, fue moderada, al cabo de seis semanas se iniciaron las negociaciones, y ese alto el fuego no volvi¨® a romperse nunca m¨¢s.
El paso definitivo de la violencia a la pol¨ªtica se inici¨® cuando Sinn Fein se sent¨® con esos "mismos funcionarios, en la misma mesa", de los que habla Gerry Kelly. Las negociaciones multilaterales, de las que se excluy¨® voluntariamente el Partido Democr¨¢tico Unionista de Ian Paisley, comenzaron en septiembre. "La diferencia, ahora, era que cuando ped¨ªamos avanzar en unas cuestiones, se avanzaba", relata Kelly. "Si antes los funcionarios se quedaban sin decir nada, sin ninguna respuesta, ahora hab¨ªa una voluntad de explorar cualquier posibilidad. Cosas que eran imposibles se volvieron de pronto, con la misma gente en el mismo sitio, posibles. Por ejemplo, la liberaci¨®n de presos, un tema que a cualquier otro primer ministro brit¨¢nico le habr¨ªa costado abordar. Pero Blair quer¨ªa que saliera bien y, aunque al principio no necesariamente confi¨¢bamos en ¨¦l, lo que s¨ª pod¨ªamos ver era que quer¨ªa que el proceso saliera bien. Eso es lo importante. Eso es lo que despierta confianza".
En diciembre de 1997, Blair tom¨® la dif¨ªcil decisi¨®n de entrevistarse con Gerry Adams y Martin McGuinness en Belfast. "Fue muy controvertida, pero Blair siempre lo hab¨ªa pensado, como Major", recuerda John Holmes, secretario de Blair para Irlanda del Norte en Downing Street. "Ten¨ªa sentido porque no pod¨ªamos conseguir ning¨²n acuerdo que mereciera la pena sin ellos. Y adem¨¢s quer¨ªamos juzgar qu¨¦ tipo de gente era. ?Hablaban en serio cuando dec¨ªan que hab¨ªan abandonado la violencia para emprender el camino pol¨ªtico? S¨ª, dispon¨ªamos de informaciones, pero Blair pensaba que, para llegar a una conclusi¨®n, necesitaba verles cara a cara".
De all¨ª naci¨® una historia de amor inesperada. Despu¨¦s de ser enemigos ac¨¦rrimos durante 28 a?os, los jefes del Gobierno brit¨¢nico y l¨ªderes de Sinn Fein-IRA entablaron una amistad basada en el respeto mutuo. Gerry Adams no ha tenido recato a la hora de calificar a Blair de "honrado" y "sincero", unas palabras impresionantes para venir de un hombre que ha dedicado toda su vida adulta a luchar contra "el imperialismo brit¨¢nico". Blair, una persona m¨¢s relajada y amigable que Major, menos t¨ªpicamente "inglesa" a ojos de los irlandeses, no ha sido tan efusivo en sus elogios p¨²blicos de Adams, pero los dos -que se llaman por sus nombres- se han reunido m¨¢s de una docena de veces en Checkers, la residencia campestre oficial del primer ministro, en un esp¨ªritu de confianza y estima cada vez mayores. Incluso de afecto. Durante uno de esos encuentros, McGuinness recibi¨® una llamada de tel¨¦fono que le notificaba que iba a ser abuelo por primera vez. Cuando lo anunci¨® a los presentes, todo el mundo se levant¨® y empez¨® a aplaudir, incluido Blair. Al d¨ªa siguiente, McGuiness -antiguo jefe del Comando Norte del IRA- recibi¨® una tarjeta de felicitaci¨®n de Blair.
Como dice Gerry Kelly, el toque personal fue importante. "Despu¨¦s de estudiar y leer tanto en nuestra juventud y de que nos dijeran que las personalidades no importaban en estos conflictos, descubrimos que s¨ª, las personas cuentan. Blair es un pol¨ªtico de convicciones y una persona de trato f¨¢cil. Hay un plan de conjunto y un factor subjetivo. Y lo ideal es cuando la agenda y la relaci¨®n personal coinciden".
Fue esa qu¨ªmica la que permiti¨® el acuerdo sobre la puesta en libertad de presos y la controvertida materia del desarme. Convencido de que pod¨ªa confiar en Adams y McGuinness, Blair defendi¨® un texto definitivo sobre la entrega de armas en el Acuerdo de Viernes Santo que no dejaba a nadie totalmente satisfecho pero ten¨ªa alguna cosa para todo el mundo. Blair cont¨® m¨¢s tarde en una entrevista televisiva que "Gerry Adams siempre hab¨ªa dicho que si la entrega de armas era un requisito previo para reunirse con el Ejecutivo, no pod¨ªan aceptar. Pero s¨ª aceptaron la obligaci¨®n de entregar las armas en el contexto de un proceso, y ¨¦sa es la postura a la que acabamos llegando".
Adams recuerda c¨®mo se desbloque¨® as¨ª la situaci¨®n: "Fue una forma de abordar este asunto sincera, sensata, pensada para resolver el conflicto, que todas las partes utilizaran sus influencias y sus esfuerzos, que todas las partes se comprometieran a emplear medios pac¨ªficos y democr¨¢ticos. No hay que tener la impresi¨®n de que el Gobierno brit¨¢nico, por as¨ª decir, vino a vernos con una cantidad imposible de exigencias sobre el desarme y nosotros les vencimos. No fue as¨ª, hicieron unas sugerencias sensatas. Hace poco hablaba de esto con Martin McGuinness y los dos ten¨ªamos el claro recuerdo de que el Gobierno brit¨¢nico se mostr¨® muy sensato a este respecto".
La parte crucial del texto dec¨ªa: "Todos los participantes, por consiguiente, reafirman su compromiso de que se produzca el desarme total de todas las organizaciones paramilitares. Asimismo confirman su intenci¨®n de seguir trabajando constructivamente y de buena fe (...), utilizar cualquier influencia que puedan tener, para conseguir que todos los brazos paramilitares entreguen las armas en los dos a?os posteriores a la aprobaci¨®n en refer¨¦ndum (...) y en el contexto de la puesta en pr¨¢ctica del acuerdo global".
El desarme quedaba vinculado al acuerdo pol¨ªtico, pero no era un requisito previo para intentar alcanzarlo. Todos los orgullos quedaron a salvo.
La prueba de que la fe de Blair en los dirigentes de Sinn Fein no estaba equivocada es que, aunque el IRA tard¨® todav¨ªa siete a?os en entregar definitivamente sus armas, durante ese tiempo no reanudaron el terrorismo. Y todav¨ªa quedan importantes aspectos pol¨ªticos por resolver en Irlanda del Norte, entre ellos la cuesti¨®n m¨¢s candente hoy: la de qui¨¦n gobierna la regi¨®n, el Gobierno brit¨¢nico o una asamblea de Irlanda del Norte con poderes transferidos. Las cosas habr¨ªan podido avanzar m¨¢s deprisa y los inflexibles protestantes de Paisley podr¨ªan no haber tenido tantos pretextos para obstruir continuamente el proceso si el IRA hubiera entregado antes sus armas. Como se?ala John Holmes, el Gobierno de Major -azuzado por el ex militar Patrick Mayhew- cometi¨® quiz¨¢ un gran error estrat¨¦gico al hacer depender todo de la entrega de armas.
"El Gobierno se empantan¨® con el tema de la entrega de armas, que Patrick Mayhew plante¨® como impedimento, y la cuesti¨®n se convirti¨® en un problema que cost¨® muchos a?os resolver", recuerda Holmes. "Mientras que, por un lado, era una condici¨®n que en una democracia uno pod¨ªa de manera perfectamente razonable y sensata imponer, se convirti¨®, en mi opini¨®n, en un obst¨¢culo mayor de lo necesario, por encima de su utilidad. Nos dejamos atrapar en un gancho que complic¨® de forma interminable las negociaciones".
Por otro lado, como dice Roderic Lyne, los procesos pol¨ªticos de ese tipo, que tratan de resolver conflictos construidos a partir de a?os de resentimiento y sangre, necesitan tiempo. Tal vez la gente se pregunta luego por qu¨¦ se tard¨® tanto en conseguir la paz, pero es algo que est¨¢ en la naturaleza de la pol¨ªtica y de la vida humana. "Todo tiene su momento, el instante de madurez", dice Lyne. "Llega un momento en el que las cosas se pueden solucionar. Ese momento no hab¨ªa llegado todav¨ªa cuando Major estaba en el poder". De todo ello, contin¨²a Lyne, ¨¦l aprendi¨® una gran lecci¨®n: "Que hay que olvidar, en un conflicto como el de Irlanda del Norte, que es posible llegar a un acuerdo final perfecto. Lo que hay que hacer es tratar de controlar un conflicto de manera que disminuya, que siempre disminuya".
Dicho de otra forma, en palabras de una fuente pr¨®xima a la maquinaria interna del proceso de paz en Belfast, el objetivo del Gobierno brit¨¢nico con el IRA siempre fue quitarle las garras, politizarlo. Blair siempre tuvo presente ese objetivo y ¨¦se es el motivo por el que, seg¨²n Gerry Kelly, cuando Blair asumi¨® el poder, "cosas que eran imposibles se volvieron, de pronto, posibles". "Cosas" como ceder en la entrega de armas, que parec¨ªa una concesi¨®n enorme pero, en retrospectiva, podr¨ªa seguramente considerarse como el cebo que atrajo al IRA hacia la paz. Como dice una fuente de Belfast, que no se quiso identificar porque cree poner al descubierto el coraz¨®n secreto de la estrategia brit¨¢nica, "Sinn Fein ped¨ªa, y Blair dec¨ªa s¨ª. Volv¨ªan a pedir y, para su sorpresa, ¨¦l volv¨ªa a decir s¨ª. S¨ª, s¨ª, s¨ª. Blair ten¨ªa completamente clara su estrategia. Sin jam¨¢s hacer concesiones en los principios b¨¢sicos, como la soberan¨ªa brit¨¢nica sobre Irlanda del Norte, el plan era ¨¦ste: mientras consiguiera alejar al IRA de la violencia y aproximarlo a la pol¨ªtica la respuesta siempre ser¨ªa s¨ª".
LA NEGOCIACI?N Y EL ACUERDO
- En mayo de 1997, Tony Blair logra un gran triunfo electoral. Un mes despu¨¦s de su discurso en Belfast, el IRA asesina a dos polic¨ªas de Irlanda del Norte.
- El primer ministro brit¨¢nico renuncia a que sea imprescindible para negociar con el Sinn Fein que el IRA entregue antes sus armas.
- En julio de 1997, el IRA anuncia el segundo alto el fuego, que ser¨¢ definitivo.
- Blair se entrevista con el l¨ªder del Sinn Fein, Gerry Adams, en diciembre de 1997.
- El Gobierno brit¨¢nico, el de Irlanda y l¨ªderes unionistas y republicanos llegan a un acuerdo sobre el futuro de Irlanda del Norte el Viernes Santo de 1998.
- En octubre de 2001, el IRA inicia la destrucci¨®n de su arsenal, que termina en septiembre de 2005.
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