Maragall
Pasqual Maragall no se presenta a las pr¨®ximas elecciones catalanas. Un fracaso pol¨ªtico y personal, se mire como se mire, puesto que lo ocurrido obviamente no formaba parte de sus planes. Su derrota es triste, porque al margen de la pol¨ªtica, Maragall es querido en Catalu?a por sus cualidades personales. A esta tristeza se a?ade la consternaci¨®n de aquellos quienes desean que Catalu?a sea una naci¨®n de puertas a fuera, y de puertas a dentro, una casa de mu?ecas.
Por razones hist¨®ricas, el presidente de la Generalitat de Catalu?a siempre ha sido una figura simb¨®lica y, por deriva, una imagen paterna. El primero, Francesc Maci¨¤, llevaba por sobrenombre "el avi" (el abuelo), lo que dice mucho. Companys fue un personaje controvertido en su ¨¦poca, pero su actitud durante la Guerra Civil y, sobre todo, su despiadada ejecuci¨®n, hicieron de ¨¦l emblema de las ilusiones de un pueblo, ahogadas brutalmente en sangre y oprobio. A remolque de este drama, Tarradellas, puente entre una rep¨²blica idealizada y una gozosa recuperaci¨®n de la autonom¨ªa, significaba demasiadas cosas para que su acci¨®n de gobierno tuviera relevancia. Jordi Pujol habr¨ªa podido ser el primero en presidir la normalidad, pero una mezcla de estrechez de miras y astucia le llev¨® a capitalizar la herencia emocional de sus antecesores. Con una rara habilidad y el apoyo involuntario de la animadversi¨®n vocinglera y chulapona de un sector de la carcunda espa?ola, Pujol convenci¨® a la ciudadan¨ªa de que la Catalu?a que hab¨ªa que defender a ultranza era una mezcla de nacionalismo rancio con ribetes racistas, un conservadurismo clerical y una propensi¨®n sin tapujos a la especulaci¨®n y los negocios sucios. De las flores mustias que adornan este altar emana un perfume que a¨²n intoxica el aire.
Maragall pod¨ªa haber explotado esta veta. Euforias ol¨ªmpicas y su natural campechan¨ªa habr¨ªan podido ser la base de un populismo ben¨¦volo y rentable. Pero no ha querido. Subi¨® al ring sin tongo y sin dopaje y lo han tumbado al cuarto asalto. Nada de llorar. Con este KO puede empezar la pol¨ªtica verdadera y responsable. Si es as¨ª y Catalu?a sale de su estupor infantil, Maragall habr¨¢ hecho una gran cosa. Y en cuanto a ¨¦l, conoci¨¦ndole, yo no me preocupar¨ªa demasiado.
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