La iglesia y la ¨¦lite del 68
Anatom¨ªa de una generaci¨®n, de Gonz¨¢lez de Cardedal, quiere transmitir "el malestar y el desasosiego el drama interior de esa generaci¨®n crecida en los a?os 1968-1975, hoy responsable de la orientaci¨®n de la naci¨®n". Su an¨¢lisis que, en alguna medida comparto, flaquea sin embargo en diversos puntos que al final lo invalidan en gran medida. Resulta falso que "la invasi¨®n napole¨®nica frenara el proceso de maduraci¨®n y modernizaci¨®n de Espa?a escindi¨¦ndola espiritualmente en dos mitades".
Aqu¨ª quien fren¨® la modernizaci¨®n, como saben los estudiantes de Historia, fue la Restauraci¨®n del Antiguo R¨¦gimen por parte de Fernando VII, restauraci¨®n que por cierto cont¨® con el apoyo decidido de la Iglesia espa?ola, igual que buena parte de la misma sigui¨® apoy¨¢ndolo luego en la primera guerra carlista. Fue tan grave esta resistencia (continuada hasta los tiempos de Men¨¦ndez Pelayo por otros medios) que el retraso espa?ol en esas cuatro revoluciones que seg¨²n O. Gonz¨¢lez se hab¨ªan dado ya en Europa (?) cabe atribuirlo en buena parte a esa opci¨®n desconfiada del progreso europeo y defensora de la "vida aut¨¦ntica" espa?ola.
El segundo bache en la modernizaci¨®n espa?ola -incluidos los efectos negativos en la convivencia- ocurri¨® despu¨¦s de 1936, y de nuevo las jerarqu¨ªas eclesi¨¢sticas bendijeron el golpe con todo el incienso posible, pongamos que hasta 1970 (el eco a¨²n permanece en las ondas de la radio episcopal). No trato de recuperar el discurso anticlerical al estilo decimon¨®nico, sino simplemente se?alar que esos dos graves retrocesos hacen que los buenos deseos del articulista en pro de la "reconstrucci¨®n moral, cultural y religiosa de la conciencia" se basen en supuestos heroicos porque ignoran nuestra historia. No todo se arregla con gestos, pero ense?ar al que no sabe debe empezar por decir "Paz, piedad, perd¨®n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.