Matrimonio
Nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n que criticar el deseo de los gays de casarse con el argumento seudoizquierdista de que el matrimonio es una instituci¨®n retr¨®grada y de que reivindicar una boda es de derechas. Esta tesis, proveniente de la progres¨ªa m¨¢s casposa, es una necedad con ribetes dictatoriales y algo fascistas, porque supone desde?ar los derechos de aquellos que no piensan exactamente igual que t¨², como si la ¨²nica manera admisible de ser gay (o persona) fuera ser un progre contrario al matrimonio. Pues no. La vida plena y democr¨¢tica, y la ampliaci¨®n de las libertades sociales, pasa porque cada cual pueda ser lo que quiera, en tanto en cuanto no violente la libertad de los dem¨¢s. Y as¨ª, conseguir que dos hombres o dos mujeres puedan casarse es sin duda un progreso. Adem¨¢s, habr¨¢ que repetir que ser homosexual no te convierte en una persona diferente. Por eso entre los gays, como entre los heteros, hay gentes de todas las ideolog¨ªas.
Dicho esto, debo reconocer que, para m¨ª, el matrimonio es, en efecto, algo m¨¢s bien retr¨®grado. Por eso nunca entend¨ª el guirigay de la derechona contra las bodas homo, porque suponen una reivindicaci¨®n y un ennoblecimiento del valor del matrimonio en momentos de decadencia de la instituci¨®n. Yo provengo de una generaci¨®n reacia a las bodas y me enorgullece no haberme casado. Es verdad que antes el matrimonio era peor, m¨¢s tradicional y asfixiante, pero incluso ahora sigue arrastrando una carga de convencionalidad que en ocasiones pesa demasiado. Leo que el primer matrimonio homosexual ya ha pedido el divorcio. Se casaron en octubre y en junio dieron su uni¨®n por acabada. Pero lo m¨¢s triste es que estaban viviendo juntos desde 1993. He aqu¨ª una pareja que presumiblemente se llevaba bien y sobre la que el matrimonio cay¨® como un rayo. Este efecto devastador del v¨ªnculo es bastante com¨²n. La conyugalidad, reconozc¨¢moslo, puede crear vicios; hay personas que, tras la boda, se creen demasiado seguras del otro y le descuidan. La rutina engorda, la individualidad se resiente, familiares y amigos empiezan a hablarte en un plural perpetuo. El amor es demasiado fr¨¢gil y la convivencia demasiado dif¨ªcil como para sumarle la complicada ortopedia de un matrimonio.
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