Jos¨¦ Alberto Zaragoza, economista
Fue secretario de Estado de Obras P¨²blicas y director de Planificaci¨®n
A Jos¨¦ Alberto le gustaba mucho hablar de casi todo, unas veces con m¨¢s fundamento y otras improvisando, pero siempre con pasi¨®n. La exploraci¨®n y el alumbramiento de nuevas ideas se lo dejaba a otros m¨¢s dados a la aventura. ?l se reservaba el placer de opinar sobre lo existente y, en particular, sobre todo aquello que sonaba nuevo; pero sin aventurarse excesivamente. Era un pionero. Le encantaba ense?ar a los que llegaban despu¨¦s que ¨¦l las ventajas y los inconvenientes de cada lugar y explicarles c¨®mo llegar hasta all¨ª; siempre, eso s¨ª, que no le disputaran el sitio. As¨ª son los pioneros. Van por detr¨¢s de los exploradores y corren menos riesgo de ser devorados por las fieras, pero cuando acceden a un sitio nuevo y les gusta, ya no se van.
Fue un economista de las primeras promociones, de las que empezaron en la facultad antigua de San Bernardo. A base de recoger y perfeccionar los apuntes de los exploradores de la ¨¦poca, Rojo, Fuentes, San Pedro... consigui¨® un material muy demandado por las promociones siguientes que, durante finales de los sesenta y setenta, accedieron masivamente, desde los campus de la Universitaria y Somosaguas, al mundo de la Econom¨ªa. En su academia de Alonso Mart¨ªnez ayud¨® a los que se incorporaban al mundo de la ciencia econ¨®mica, y de las ideas pol¨ªticas tambi¨¦n, que en aquellos a?os iban juntos, para que fueran acomod¨¢ndose en los nuevos territorios. Consigui¨® as¨ª sobrevivir, reci¨¦n terminada la facultad, sin abandonar los asentamientos de estudiante.
En la vida cotidiana tambi¨¦n le sac¨® gusto a seguir a aquellos que estaban descubriendo Europa, especialmente Francia en los a?os sesenta, a trav¨¦s de los libros, la m¨²sica y el cine. Monique, su esposa, que con racionalidad cartesiana y un cari?o mediterr¨¢neo le ha estado acompa?ando desde entonces hasta el ¨²ltimo de sus viajes, es francesa. De all¨ª tra¨ªan ideas, discos, libros y alguna que otra botella de Armangac. Una de esas ideas les llev¨® a vivir tranquilamente en contacto con la naturaleza y lejos del ajetreo de Madrid. A principios de los setenta se asentaron en Guadarrama, cuando en la sierra no hab¨ªa casi nadie, ni exist¨ªan los adosados, ni hab¨ªa autopistas. En cuanto llegaban los colonos a un sitio, se mudaban a nuevas tierras.
Entr¨® en la Administraci¨®n P¨²blica, en el cuerpo de Economistas del Estado, despu¨¦s de unas cuantas oposiciones a diferentes cuerpos. Como es l¨®gico, puesto que ser pionero requiere orientaci¨®n, comenz¨® por las m¨¢s f¨¢ciles y no par¨® hasta sacar las m¨¢s dif¨ªciles. As¨ª iba consolidando los territorios que iba ocupando. A finales de los ochenta ya hab¨ªa alcanzado las cotas m¨¢s altas de la Administraci¨®n. Fue director general de Planificaci¨®n, primero, en el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, y Secretario de Estado de obras p¨²blicas, despu¨¦s, siendo Borrell el Ministro de Obras P¨²blicas y Medio Ambiente. Desde entonces fue uno de sus m¨¢s queridos y admirados amigos. Los pioneros gustan de acercarse a las carreteras, los ferrocarriles y las v¨ªas mar¨ªtimas, m¨¢s para planificarlas que para utilizarlas. Y a esto se dedic¨® con pasi¨®n, entre equilibrios pol¨ªticos y territoriales dif¨ªciles, entre ingenieros y funcionarios de notable abolengo, entre empresas grandes y peque?as, hasta que en 1995 le toc¨® dejarlo.
El ¨²nico sitio al que se ha visto obligado a ir de explorador, por supuesto en contra de su voluntad, ha sido a la muerte. Lo ha hecho, sostenido por Monique, con una encomiable dignidad y lo mejor que ha podido. Para ¨¦l, ya ha pasado todo. All¨ª donde est¨¦, en el recuerdo de sus familiares y amigos; en el espacio et¨¦reo; en Internet, o en donde sea, Pepe Zaragoza seguir¨¢ estando en constante mudanza, teniendo una mirada cr¨ªtica hacia todo, discutiendo constantemente y haciendo gala de un gran sentido del humor. Como un pionero.
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