Monos y humanos comparten el sistema para identificar a amigos y familiares
Un estudio de EE UU muestra que los macacos almacenan en su cerebro modelos de rostros
Los monos y las personas utilizan el mismo sistema para identificar a los individuos conocidos o a los que, sin serlo, forman parte de su familia o grupo. Una zona del cerebro (las llamadas c¨¦lulas faciales) es la encargada de almacenar los retratos tipo que permiten que el animal o la persona reconozca r¨¢pidamente a otros individuos, seg¨²n un estudio que publica hoy la revista Nature. Este mecanismo puede jugar un papel en la creaci¨®n de v¨ªnculos sociales, indica el director del trabajo, David Leopold, del Instituto de Enfermedades Mentales de Bethesda (Maryland).
La relaci¨®n de una zona en el cerebro -el llamado c¨®rtex inferotemporal- con la identificaci¨®n de rostros ya hab¨ªa sido apuntada. El trabajo que se publica hoy explica c¨®mo funciona este m¨®dulo. La idea es que cada individuo (animal o persona) tiene grabados una serie de rostros modelo. Cuanto m¨¢s se parece una nueva cara a estos retratos robot, m¨¢s r¨¢pido y con menos esfuerzo se identifican. Adem¨¢s, los moldes permiten que se reconozcan gestos como una mueca de enfado o de alegr¨ªa.
La necesidad de localizar r¨¢pidamente a miembros parecidos a uno mismo es fundamental para la supervivencia de animales con comportamientos sociales, como los simios o los seres humanos. Lo normal es que los primeros modelos que se registren sean los de la madre y familiares m¨¢s cercanos. Ello permite que una cr¨ªa sepa a qu¨¦ individuos acercarse cuando busca seguridad. Tambi¨¦n le da la capacidad de evitar a uno de los conocidos si muestra un rostro de enojo. Exponerse al manotazo de un adulto puede ser mortal.
Microelectrodos
Para llegar a esta conclusi¨®n, el equipo del centro de enfermedades mentales de Bethesda entren¨® a dos macacos para reconocer hasta cuatro tipos de caras humanas. Luego, con un programa inform¨¢tico cre¨® otros que eran deformaciones de las primeras. A los dos animales se les implantaron unos microelectrodos en el cerebro, y se midi¨® la actividad neuronal y el tiempo que tardaban en reconocer las caras.
El resultado fue que cuanto m¨¢s parecidos eran los rostros a los que ya conoc¨ªan, los animales tardaban menos en identificarlos, y su esfuerzo (medido por la actividad el¨¦ctrica de su cerebro) era menor. Al comparar los tiempos de respuesta con los de un grupo de personas, se vio que eran ligeramente superiores (a las personas no se les implantaron microchips).
"Tener una representaci¨®n modelo almacenada ayuda a los primates humanos y a los no humanos a entender las sutiles diferencias entre las estructuras de las distintas caras. Es posible que estas diferencias permitan distinguir entre miembros de una familia y los que no lo son, aunque ¨¦se no era el objetivo del estudio", ha explicado por correo electr¨®nico David A. Leopold, director del estudio y miembro de la Unidad de Neurofisiolog¨ªa Cognitiva del Instituto de Salud Mental de Bethesda (Maryland).
El sistema puede tener una ventaja evolutiva. En la naturaleza es importante distinguir entre amigos y enemigos, incluso cuando son de una misma raza. Entre los chimpanc¨¦s, por ejemplo, que son los parientes m¨¢s cercanos del ser humano (ambas especies comparten un 96% del genoma), son famosas las crueles peleas entre distintos clanes, que pueden acabar con muertes y canibalismo. "La posible ventaja de este sistema fundamentado en el almacenamiento de modelos es que es muy r¨¢pido y eficaz", comenta Leopold. En el estudio, las identificaciones se consiguieron en menos de 0,2 segundos.
Al ser preguntado, Leopold se?ala otro factor: "Es muy posible que los mismos principios [almacenar rostros modelo, comparar los nuevos y reaccionar en consecuencia] sirvan para las expresiones faciales, sobre todo cuando las variaciones son sutiles", afirma el investigador.
El trabajo guarda una ¨²ltima conclusi¨®n: la identificaci¨®n no se hace mediante una comparaci¨®n de toda la cara. Hay elementos, como los ojos o la distribuci¨®n a lo largo del eje de simetr¨ªa vertical, que son claves. Por eso algunas deformaciones de los rostros llevadas hasta el extremo (lo que los investigadores llaman caricaturas) no impiden que el sistema general de identificaci¨®n funcione. Es lo que usan los autores de c¨®mics para dar expresividad a sus dibujos.
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