Bettye LaVette, diva subterr¨¢nea
Creo que la falta de ¨¦xito me ha hecho mejor artista. No ha habido nada que me pudiera distraer de mi carrera: dinero y todo eso". La voz de Bettye LaVette (Betty Haskin; Muskegon, Michigan, 1946) penetra por tel¨¦fono aguardentosa, supers¨®nica, enf¨¢ticamente seductora o desternillada de risa, seg¨²n el caso. Desde un hotel suizo y justo al comienzo de una gira europea que incluye Cartagena, Madrid y Barcelona, la cantante estadounidense no puede evitar la iron¨ªa cuando habla sobre sus ¨²ltimos "cuatro a?os de resurgimiento", culminados con el espl¨¦ndido I've got my own hell to raise (Anti-Pias, 2005). El disco supone s¨®lo el quinto largo de Bettye en cuatro d¨¦cadas de trayectoria, y su productor, Joe Henry, ya contribuy¨® a resucitar a otro torrente del soul: Solomon Burke. Si bien lo m¨¢s llamativo es saber que los dem¨¢s trabajos de LaVette, salvo uno, tambi¨¦n fueron editados en el nuevo milenio: un directo grabado en Holanda; otro, de estudio, retenido desde 1972 por Atlantic ("habr¨ªa sido mi ¨¢lbum de deb¨², pienso que temieron perjudicar a Aretha Franklin", reflexiona Bettye) hasta su rescate por un sello franc¨¦s; y el disco de nuevas canciones A woman like me (2003). "Me encanta ese ¨¢lbum, pero tuvo much¨ªsimos problemas de distribuci¨®n. En cambio mi actual compa?¨ªa, Anti, est¨¢ haciendo una labor maravillosa", a?ade, exultante.
Su felicidad no sorprende tras un vistazo al sinf¨ªn de representantes peculiares y maltrato discogr¨¢fico en el que se malgastaba una vocaci¨®n nacida lejos del coro. "La m¨ªa no era una familia de iglesia, empec¨¦ a cantar en casa. Mis padres vend¨ªan whisky, y la gente ven¨ªa a escuchar m¨²sica y a beber, as¨ª que aprend¨ª ambas cosas muy pronto", rememora Bettye. A¨²n casi ni?a, se topa con Johnnie Mae Matthews, pionera en un mundo de hombres y descubridora de luminarias como The Temptations, The Supremes o Wilson Pickett. As¨ª como prototipo de personaje arisco: "Si ella hubiera sido consciente de su contribuci¨®n a la m¨²sica, no se habr¨ªa comportado de manera tan horrible". El caso es que antes de pasar a manos de un tal Robert West, Bettye debut¨® a los 16 a?os con el single My man, que escal¨® las listas de R & B tras ser distribuido por Atlantic. Un accidente, fruto de las bravuconadas de West, pertinaz portador de pistola, concluy¨® con una bala alojada en el ojo de ¨¦ste. Y con Bettye hu¨¦rfana de consejero. "No sab¨ªa de nada e hice caso a mis amigos. Me dec¨ªan que los del sello me enga?aban y ped¨ª desvincularme de Atlantic". Se march¨® (para su desgracia, volver¨ªa en los setenta) pese a que uno de los fact¨®tum de la potente casa neoyorquina, Jerry Wexler, le habl¨® de sus planes para emparejarla con Burt Bacharach. "No me arrepiento. Nadie le conoc¨ªa entonces. Y a¨²n no estoy segura de si habr¨ªa sido adecuado para m¨ª, visto la cantante en la que me he ido convirtiendo y el tipo de productor que ¨¦l ha llegado a ser". Suena a orgullo de resistente pero es cierto que la m¨¢gica levedad de Bacharach y el af¨¢n por exprimirse de la vocalista criada y a la vez semidesconocida en Detroit (nunca grab¨® para la local Motown, excepto un disco en 1982, con el sello trasladado a Los ?ngeles) parecen no casar a priori. "Yo canto con todo el cuerpo, con much¨ªsima intensidad, y ahora me he dado cuenta de que, al ser peque?a, debo entrenar, en especial mis m¨²sculos abdominales". Bettye adem¨¢s no resulta f¨¢cil para ning¨²n compositor: suele reescribir en parte las letras ajenas, lo que implica a veces cambios en el acompa?amiento musical. En I've got my own hell to raise, por ejemplo, modifica un detalle de Little sparrow, el tema de Dolly Parton: cada vez que al cantarla proclama no ser un gorri¨®n, obvia el diminutivo que la autora adjudicaba al citado p¨¢jaro. Seguro que le suena menos cursi: "La gente no escribe exactamente lo que yo quiero decir. Busco poner las canciones en mi propio lenguaje". Y, en definitiva, hacerlas suyas, algo que ya logra con su escalofriante manera de interpretarlas, no importa el g¨¦nero del que provengan. I've got my own hell to raise re¨²ne composiciones de origen country (Rosanne Cash), folk (Joan Armatrading), rock (Aimee Mann)..., todas firmadas por mujeres. "Fue una idea del presidente de Anti. A m¨ª no me hac¨ªa gracia porque las mujeres suelen escribir sobre dolor y compadecimiento. Yo canto sobre mis anhelos, pero vivo mi infierno yo solita. En cuanto a los g¨¦neros, pienso que un cantante de soul es cualquiera que cante con el coraz¨®n".
Bettye lo lleva a la pr¨¢ctica, no exenta de t¨¦cnica y un maravilloso fraseo. Adem¨¢s sabe moverse en un escenario gracias a sus seis a?os de gira con el musical de Broadway Bubbling Brown Sugar: "La mejor experiencia de mi vida, incluso aprend¨ª claqu¨¦. Aun as¨ª sigue habiendo nervios. Luego, arriba, la mente se queda en blanco y cualquier sufrimiento desaparece. Es como estar en otro sitio o convertirte en otra persona. No sabr¨ªa hacer otra cosa".
Bettye LaVette act¨²a el 11 de julio en Cartagena (Patio de Armas), el d¨ªa 12 en Madrid (Jardines de Sabatini) y el 13 en Barcelona (Sala Bikini).
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