Ruido y empat¨ªa

A los espa?oles nos convendr¨ªa recordar de vez en cuando que no s¨®lo existen profesiones cuyos horarios de trabajo obligan a dormir durante el d¨ªa (la lista es ampl¨ªsima), sino que tambi¨¦n hay personas que por su situaci¨®n necesitan aprovechar sus horas de descanso. ?Hay que llevar a gala ser el segundo pa¨ªs m¨¢s ruidoso del mundo? ?C¨®mo se explica que muchas de las actividades de las que disfrutamos impliquen necesariamente niveles de ruido excesivos, siguiendo el lema "cuanto m¨¢s ruidoso, m¨¢s exitoso"?

En nuestro pa¨ªs se utiliza un doble rasero de medida con los ruidos: por un lado exigimos por ley que ciertos locales est¨¦n insonorizados (lo cual es de agradecer) so pena de multa, pero, por otro lado y s¨®lo como ejemplo, toleramos fiestas populares en la calle que utilizan una m¨²sica estridente como reclamo hasta horas intempestivas, aguantamos los efectos sonoros del botell¨®n, soportamos el ruido del tr¨¢fico y el de los cl¨¢xones de conductores impacientes y maleducados, transigimos con las cansinas campanas de las iglesias que llaman a los fieles, sufrimos la explosi¨®n de petardos por cualquier pretexto (bodas, comuniones) o padecemos al singular ciudadano, que en aras de culturizar musicalmente a sus convecinos, pone su m¨²sica a tantos decibelios que se oye en varias manzanas alrededor.

?Ignoraba que ser espa?ol significara ser poco emp¨¢tico.