La Marsellesa
?Francia o Italia? ?Qu¨¦ selecci¨®n ganar¨¢? Esta noche se sabr¨¢. Hasta el t¨¦rmino del partido, lo ¨²nico que podemos no saber sino recoger entre la afici¨®n es la simpat¨ªa del p¨²blico espa?ol hacia ambos equipos. Los aficionados en edad superior a la veintena preferimos que gane Francia. Aunque sintamos m¨¢s simpat¨ªa y m¨¢s tir¨®n est¨¦tico por Italia como pa¨ªs. El f¨²tbol italiano nos irrita con su consabida racaner¨ªa en ahorrar esfuerzos con tal de conservar un m¨ªsero gol de ventaja o con la reconocida marruller¨ªa de sus jugadores a la hora de dar patadas o fingir recibirlas.
Cuando no recurre a tales bajezas, hay que reconocer que Italia puede maravillar con su f¨²tbol, como contra Alemania. Memorable. Memorable partido, y por parte de los dos equipos. Ah¨ª, s¨ª, Italia estuvo a la altura. No en lo que se refiere a juego limpio -pr¨¢ctica de la que es incapaz-, sino al riesgo. Al hacer sustituciones, Marcello Lippi, en vez de hacer saltar a un defensa como es costumbre italiana, eligi¨® a un hombre capaz de hacer avanzar al equipo hacia el campo contrario y el cambio tuvo un efecto fastuoso. El mejor encuentro. Forzoso es reconocerlo. La antipat¨ªa que, en general, siente el aficionado espa?ol hacia la selecci¨®n italiana cedi¨® a la admiraci¨®n y a un sentimiento de respeto.
Sin embargo, ante el encuentro de esta noche, las preferencias vuelven a inclinarse por Francia pese a que se constituy¨® en verdugo de Espa?a. Aunque quiz¨¢ sea ¨¦sta una de las razones de dicha preferencia: si Francia gana el Mundial, la derrota espa?ola se suaviza. ?Nos elimin¨® el campe¨®n!
M¨¢s motivos para ir a favor de Francia: Zidane. Es el ¨²ltimo partido de Zidane. Y el aficionado quiere a Zidane. No s¨®lo los seguidores del Madrid aprecian a ese hombre, apuesto y caballeroso, que juega al f¨²tbol maravillosamente, con una elegancia impar, como sin esfuerzo. A Zidane lo aprecia y admira el aficionado en general, aunque no sea seguidor del Madrid, sino de otro equipo. Hay personajes p¨²blicos dotados de esta caracter¨ªstica no muy usual: ser apreciados como personas, al margen de su calidad en su profesi¨®n, ya sea en el campo del deporte, de la pol¨ªtica o de las artes. Suele decirse que Zidane es apreciado por el p¨²blico por la labor social que desempe?a. Bueno, no es el ¨²nico futbolista que destina millones a gestiones humanitarias. Eto'o, por ejemplo, tambi¨¦n dedica mucho tiempo y dinero a causas sociales y vive Dios que -ignoro por qu¨¦- despierta pocas simpat¨ªas.
Igual me equivoco, pero ganar¨¢ Francia. El pa¨ªs vecino, durante un mont¨®n de a?os, ha basado su poder¨ªo en, entre otros, dos pilares infalibles: el bachillerato franc¨¦s, que estaba detr¨¢s del hecho de que incluso un taxista o un obrero de la construcci¨®n fueran capaces de redactar una carta digna de un primer ministro, y La Marsellesa. El bachillerato franc¨¦s se acab¨®, ya no es lo que era. Pero La Marsellesa sigue siendo un arma mortal para el enemigo de Francia. Los franceses la cantan y son capaces de todo. Si a sus sones y enardecidos por su letra ganaron guerras mundiales, que se preparen los italianos.
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