Comercio y pobreza
ACABA DE ESCENIFICARSE en Ginebra un nuevo fracaso en las relaciones comerciales multilaterales. La ronda Doha de negociaciones, en el seno de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), sigue encontrando las mismas resistencias que cuando se inici¨®: las de los agricultores de las econom¨ªas desarrolladas, la UE y EE UU, b¨¢sicamente, que tratan de impedir que producciones de otros pa¨ªses lleguen a sus mercados. Europa sigue dosificando en exceso el recorte de sus aranceles sobre la importaci¨®n de productos agr¨ªcolas, a pesar de que ahora EE UU ha comprometido una m¨¢s generosa reducci¨®n de los subsidios que tradicionalmente concede a las empresas productoras de ese tipo de bienes. Los ministros participantes en estas ultimas sesiones han pedido al director general de la OMC que intente conseguir una formula conciliatoria "lo antes posible".
La reuni¨®n del G-8 en San Petersburgo es otra ocasi¨®n para recordar que la manifestaci¨®n m¨¢s solidaria hacia esos pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo es no bloquearles el acceso a nuestros mercados
No faltan razones para esa urgencia. La m¨¢s inmediata, pero no la m¨¢s importante, es que con el a?o en curso acaba tambi¨¦n el fast track: la prerrogativa que tiene el presidente estadounidense para suscribir acuerdos comerciales sin necesidad de que los ratifique el Congreso de su pa¨ªs. Si se deja expirar ese plazo, los lobbies agr¨ªcolas volver¨¢n a intensificar su actividad en torno a los representantes en esa c¨¢mara y las cesiones hasta ahora comprometidas pueden desaparecer. La raz¨®n m¨¢s poderosa, en todo caso, nos remite a las posibilidades de crecimiento econ¨®mico adicional, de bienestar, que en todos los pa¨ªses, los ricos y los pobres, podr¨ªan alcanzarse si en lugar de la defensa de los intereses de grupos reducidos de ciudadanos se tomaran en consideraci¨®n los de la mayor¨ªa.
La existencia de un v¨ªnculo directo entre extensi¨®n del comercio y desarrollo no deja lugar a muchas dudas. Dos recientes estudios de la OCDE y el Banco Mundial se a?aden a las numerosas evidencias acerca de la relaci¨®n entre la apertura y liberalizaci¨®n comercial agr¨ªcolas, as¨ª como en la reducci¨®n de los programas de subvenciones dom¨¦sticas a ese sector, y las ganancias de bienestar, no s¨®lo para los ciudadanos de los pa¨ªses con mayores posibilidades de venta de sus monocultivos exportadores, sino tambi¨¦n para los que habitan en pa¨ªses industrializados, donde ese sector est¨¢ m¨¢s protegido.
Para los Gobiernos de los pa¨ªses econ¨®micamente avanzados, donde la producci¨®n agr¨ªcola y la poblaci¨®n ocupada en ese sector es ciertamente reducida, predicar con el ejemplo es rentable. Constituye, adem¨¢s, la precondici¨®n para que los pa¨ªses menos desarrollados abran sus mercados a las importaciones de bienes industriales y de servicios, fundamento de la extensi¨®n de la actual din¨¢mica de globalizaci¨®n. Por eso no es f¨¢cil entender, al menos con la racionalidad econ¨®mica como gu¨ªa, esas resistencias de los grandes a la apertura de su sector agr¨ªcola. Tampoco lo es compatibilizar esas tentaciones proteccionistas con la ret¨®rica de la lucha contra la pobreza, tan frecuentemente utilizada en algunos de esos pa¨ªses avanzados.
En realidad, el fracaso de la ronda Doha ser¨ªa el principal obst¨¢culo al cumplimiento de buena parte de los ocho objetivos en los que se concreta la estrategia reductora de la pobreza de Naciones Unidas para 2015. A trav¨¦s de ella se trata, en s¨ªntesis, de reducir a la mitad la poblaci¨®n que hoy vive con menos de un d¨®lar diario; frente al 28% de 1990, actualmente es el 19% de la poblaci¨®n mundial. En el ?frica subsahariana, sin embargo, esa proporci¨®n es hoy del 44%; en esos pa¨ªses, la poblaci¨®n pobre as¨ª definida ha aumentado en 140 millones de personas desde 1990. Tan innecesario como recordar la importancia que para Espa?a y el conjunto de Europa tiene el desarrollo econ¨®mico de esos pa¨ªses, puede ser admitir los poderosos incentivos de muchos de sus habitantes para jugarse la vida en sus intentos por desbordar, ya sea marginalmente, esa prolongada l¨ªnea de pobreza. La reuni¨®n del G-8 en San Petersburgo es otra ocasi¨®n para recordar que la manifestaci¨®n m¨¢s solidaria hacia esos pa¨ªses es no bloquearles el acceso a nuestros mercados.
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