Negociemos
Renunciando a solicitar del Congreso un "aval ante un posible di¨¢logo" con los terroristas, como hab¨ªa prometido hacer, el presidente del Gobierno anunci¨® por fin ante la prensa su decisi¨®n unilateral de negociar con ETA. Semejante proceder, indefendible en buena l¨®gica parlamentaria, fue justificado por la negativa del PP a avalar por consenso la oferta de negociaci¨®n, a fin de evitar que el jefe de la oposici¨®n le negase su apoyo al jefe del Gobierno en tama?a cuesti¨®n de Estado. Pero a continuaci¨®n Patxi L¨®pez, en nombre del PSE, ha tomado la iniciativa unilateral de iniciar negociaciones formales con el brazo pol¨ªtico de los terroristas, sin esperar para ello a que ¨¦stos depongan las armas. Lo cual le ha brindado al PP una nueva oportunidad de escenificar su fan¨¢tica intransigencia irracional, neg¨¢ndose unilateralmente a reconocer la legitimidad de las negociaciones con ETA.
?Por qu¨¦ porf¨ªa el PP en obstruir el final dialogado de la violencia? ?Acaso no advierte de que su empe?o resulta pol¨ªticamente suicida? ?Y por qu¨¦ se empe?a Rajoy en arruinar su capital pol¨ªtico, asumiendo los peores designios de sus rivales en la direcci¨®n del PP? Sin duda, por falta de autoridad personal. El cargo que ocupa no lo conquist¨® por s¨ª mismo, sino que le fue otorgado por delegaci¨®n desde arriba. Y como as¨ª lo acept¨® entonces, ahora s¨®lo le toca seguir obedeciendo sin rechistar, prest¨¢ndose a secundar la pol¨ªtica de la venganza en que se ha embarcado el PP. Lo cual es aprovechado por sus rivales para pujar al alza del extremismo intransigente, a fin de forzarle a avalar una pol¨ªtica en la que no cree pero a la que se tiene que plegar. Como afirma el aforismo, si no puedes vencerles, ¨²nete a ellos. El resultado es que los miembros de la c¨²pula del PP compiten entre s¨ª por ver qui¨¦n es m¨¢s suicida e irracional, enzarzados en una lucha por el poder que les encierra en el autodestructivo juego del gallina.
No obstante, pese a su evidente irracionalidad, merece la pena tratar de rebatir las razones esgrimidas por el PP para negarse a negociar con ETA-Batasuna. El primer argumento aducido es el excesivo precio a pagar, a cambio del cese de la violencia. Lo cual es una falacia, pues la magnitud del precio s¨®lo podr¨¢ valorarse a lo largo de la negociaci¨®n y una vez que finalice ¨¦sta, pero nunca antes de su inicio. Es verdad que ETA pide el oro y el moro para rendirse, pero como reza el refr¨¢n, contra el vicio de pedir est¨¢ la virtud de no dar. Y Zapatero s¨®lo est¨¢ en condiciones de conceder ciertas medidas de gracia.
El segundo argumento es la falta de necesidad, pues como ETA est¨¢ vencida, bastar¨ªa con estrechar el cerco policial y judicial para que se extinguiera por s¨ª sola. Pero este argumento tecnocr¨¢tico s¨®lo es aplicable en los reg¨ªmenes totalitarios o en las guerras de exterminio, como hac¨ªa el S¨¦ptimo de Caballer¨ªa al negarse a negociar con los apaches. Pues en democracia, cuando sus enemigos levantan bandera blanca y solicitan negociar, los dem¨®cratas deben aceptar la negociaci¨®n. Por lo dem¨¢s, ETA nunca acabar¨ªa como los GRAPO, pues cuenta con una considerable base social a la que hay que integrar evitando que se enquiste en un gueto antisistema. Lo cual s¨®lo se lograr¨¢ con la negociaci¨®n pol¨ªtica, y no con la persecuci¨®n inquisitorial.
Queda el tercer argumento que, apelando a la dignidad de las v¨ªctimas del terrorismo, las toma como rehenes de una burda coartada pol¨ªtica. Pero aceptando semejante obscenidad, no se trata de comparar los 800 muertos habidos con los que negociando se podr¨ªa llegar a evitar, pues el fruto esperable de la negociaci¨®n no es s¨®lo el fin de las muertes futuras, sino la dignificaci¨®n de las v¨ªctimas previas. En efecto, sin negociaci¨®n, los verdugos jam¨¢s reconocer¨¢n su criminal injusticia y seguir¨¢n comport¨¢ndose como Txapote, agraviando la memoria de sus v¨ªctimas. Mientras que negociando se les puede exigir, como conditio sine qua non para obtener alguna gracia, el previo reconocimiento p¨²blico del da?o que causaron a sus v¨ªctimas. Es la ¨²nica forma de que ¨¦stas recobren en nuestra memoria su dignidad perdida.
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