Mucha velocidad y pocas carreras en el encierro
Los toros de Osborne reaparecieron en Pamplona tras 12 a?os de ausencia con una carrera muy limpia y apretada. Los astados hicieron acto de presencia en el recorrido con una enorme dosis de tensi¨®n, siempre comandados por un toro berrendo que hizo casi imposible las carreras en la cuesta de Santo Domingo. El primero de los morlacos, el toro m¨¢s r¨¢pido que se recuerda en Pamplona, consigui¨® separarse del resto de la camada y puso la emoci¨®n en todo el trayecto. S¨®lo una persona tuvo que ser atendida durante la carrera, un corredor navarro de 51 a?os que sufri¨® una luxaci¨®n de hombro, de la que ya ha sido dado de alta.
En apenas 2 minutos y 15 segundos, los burracos completaron el recorrido, en el que, hasta el momento, es el encierro m¨¢s r¨¢pido de estas fiestas. Apenas unos pocos privilegiados pudieron coger toro, especialmente en la parte inicial del recorrido. Ni en la cuesta de Santo Domingo ni en el Ayuntamiento ni en la calle de Mercaderes se pudo contemplar el viejo ritual. Antes de resultar arrollados, los mozos se volcaron en las tablas, con la fortuna de que los toros no pusieron ning¨²n inter¨¦s en ellos, s¨®lo dedicados a cumplir con la mayor celeridad posible. En Estafeta s¨ª se pudo observar a mozos que llevaron con mucha clase a los astados, algo fundidos por el esfuerzo inicial.
Lo m¨¢s destacable en la calle de la Estafeta fueron las ca¨ªdas y los resbalones. La casualidad hizo que ninguno de los mozos desparramados a lo largo de los metros del final de Estafeta y de la entrada al coso taurino fuera pisoteado o corneado por el ganado de Osborne. En este tramo, tras m¨¢s de 700 metros de apreturas, por fin alg¨²n privilegiado pudo gozar de carreras vistosas, eso s¨ª, mucho m¨¢s cortas que el resto de los d¨ªas. Hoy llega el turno a los de Alcurruc¨¦n, un hierro cada vez m¨¢s requerido en la capital navarra.
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