Bob Dylan y Zinedine Zidane
Caminando por aquel bosque de term¨®metros rojos que era la ciudad, y mientras pensaba que el n¨²mero 40 era otro de los nombres del diablo, Juan Urbano iba camino de la maternidad y se sent¨ªa algo confuso, tal vez porque llevaba en la cabeza una extra?a aleaci¨®n hecha con la m¨²sica de Bob Dylan y la doble zeta de Zinedine Zidane. Es que ¨¦l, que como todos ustedes saben es fil¨®sofo, sentimental y del Madrid, se ve¨ªa en una encrucijada: la de tener que admitir que desde que vio las im¨¢genes de su h¨¦roe derribando de un cabezazo al defensa central de la selecci¨®n italiana, se puso incondicionalmente de su lado, aunque para ello tuviese que darle vacaciones, por una vez, a Kant, Hegel y el resto. "A ver", se repet¨ªa, sin poder soltar la liana de la pasi¨®n para coger la de la raz¨®n, "yo no defiendo la violencia, eso jam¨¢s, ?pero no es cierto que el tal Materazzi lo sac¨® de quicio, le toc¨® la madre, lo insult¨® de tal manera que al otro se le subi¨® a las sienes el mercurio salvaje, que es como defini¨® una vez Dylan su m¨²sica?". Juan hab¨ªa estado viendo a Dylan en Collado Villalba, el s¨¢bado, y aunque sus canciones ya no parec¨ªan tan salvajes, a¨²n brillaban, y a ¨¦l le pareci¨® que haber estado all¨ª, a unos metros de esa leyenda, era algo que alguna vez le contar¨ªa al reci¨¦n nacido al que esa ma?ana iba a ver al hospital.
Era una ma?ana que parec¨ªa una tarde, porque el cielo de la ciudad hab¨ªa sido tomado de reh¨¦n por un polvo amarillo que llegaba de ?frica, y la niebla lo llev¨® en la melancol¨ªa. Cuando pudiera contarle cosas a ese ni?o, ya har¨ªa tanto tiempo de todo, y puede que no le dijeran nada los nombres de Dylan y Zidane, en cuyo apellido est¨¢n las letras de "nadie", y qu¨¦ bien lo define eso, llamarse Nadie en el fondo, como Odiseo, porque ese hombre que tanto se hac¨ªa ver dentro de los terrenos de juego, quer¨ªa hacerse invisible en cuanto las luces del campo se apagaban. Para Juan, que el cinco blanco se retirase del f¨²tbol hac¨ªa que el Santiago Bernab¨¦u ya no fuera lo mismo. "Yo lo vi jugar aqu¨ª cientos de veces", se oy¨® decirle dentro de doce o trece a?os al ni?o reci¨¦n nacido, "y ni te imaginas c¨®mo era: pura m¨²sica". Igual, lo ¨²nico que ¨¦l sab¨ªa de Zidane era que se hab¨ªa retirado en la final del un Mundial y d¨¢ndole un cabezazo al tal Materazzi, en cuyo apellido est¨¢n las letras de "matar" y de "rata", y no pod¨ªa comprender que a Juan lo tuviese en un altar. Bueno, como para todo eso faltaba mucho, ten¨ªa tiempo de inventar una justificaci¨®n ante s¨ª mismo que se transformara en una teor¨ªa para convencer a los dem¨¢s. "En cualquier caso", se dijo como si le hablara a otro, "ya ves: la distancia entre la gloria y el desastre es de dos cabezazos, si llega a entrar en la porter¨ªa el que Zidane le dio al bal¨®n unos minutos antes de embestir al defensa italiano, todo habr¨ªa sido tan bonito que parecer¨ªa mentira. Imag¨ªnate, s¨®lo cinco cent¨ªmetros a la derecha o la izquierda, y la historia ser¨ªa justo la contraria".
Juan entr¨® en la maternidad pensando que la historia de una ciudad tambi¨¦n es la de los genios que le dejan su huella, los que hacen que muchos a?os despu¨¦s le puedas contar a alguien: "Yo estuve all¨ª, vi a Dylan muchas veces en Madrid, en su concierto de 1984, en el del 89, en el del 95, en el del 99, en el del 2006... Yo vi a Zidane en Chamart¨ªn, tantas veces, parar un bal¨®n como si dibujara un Chagall en el aire". Y alguien la dir¨ªa: "Ya, pero aquel cabezazo...". Y ¨¦l: "Cabezazo, Materazzi... ?l se lo busc¨® y la vida es injusta porque a veces ganan los que insultan, los tramposos y los matones. Pero esta ciudad deber¨ªa hacerle una estatua a Zidane a la puerta del Santiago Bernab¨¦u. ?No le hicieron una al Yiyo, que al fin y al cabo s¨®lo era un torero, delante de Las Ventas? Pues eso. Punto final".
En cuanto a Dylan, lo primero que har¨ªa cuando viese al ni?o reci¨¦n nacido, ser¨ªa cantarle Forever young, que segu¨ªa siendo el mejor ojal¨¢ que nunca se hab¨ªa escrito: "Ojal¨¢ siempre elijas el camino correcto / ojal¨¢ siempre camines hacia la verdad / ojal¨¢ seas capaz de ayudar a otros / y de permitir que otros te ayuden / ojal¨¢ tus manos siempre est¨¦n ocupadas / ojal¨¢ tus pies sean ligeros / ojal¨¢ tu coraz¨®n est¨¦ siempre alegre / ojal¨¢ seas siempre joven".
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