La inmigraci¨®n a Canarias, una baza estrat¨¦gica
El autor considera que la inmigraci¨®n no es el ¨²nico reto al que debe enfrentarse Canarias. Las islas se convertir¨¢n en una estaci¨®n decisiva para los flujos de la cooperaci¨®n al desarrollo y la paz, de las inversiones y de la formaci¨®n.
La creciente intensidad de la emigraci¨®n irregular africana hacia Canarias nos sit¨²a ante un proceso cuyo alcance y significado desbordan el mero hecho de la movilidad poblacional. Ese proceso cambiar¨¢ el panorama que a d¨ªa de hoy nos presenta el archipi¨¦lago canario y supone un reto formidable para la pol¨ªtica exterior.
Un cruce de factores vienen gestando las condiciones para una modificaci¨®n de primer orden en los horizontes de ?frica. Entre otros se entremezclan las nuevas determinaciones de las potencias mundiales con los conflictos y la deriva dram¨¢tica de millones de seres humanos en el continente. Ante tales expectativas se est¨¢n moviendo piezas muy diversas. Los desplazamientos masivos se est¨¢n convirtiendo tambi¨¦n en un instrumento potente en el tablero internacional que los nuevos tiempos generan en ?frica.
Estamos ante la punta de un profundo iceberg que no tardar¨¢ en emerger
Esta situaci¨®n convierte a Canarias en un punto neur¨¢lgico para los actores internacionales en presencia. Introduce nuevos componentes para la posici¨®n geopol¨ªtica de las islas en las relaciones de fuerza del mundo actual. Se trata de una cuesti¨®n nada simple y exige el dise?o de una estrategia de largo alcance. La finalidad central de ¨¦sta no s¨®lo debe garantizar la preservaci¨®n del statu quo de Canarias en el futuro sino la positiva consecuencia de un elemento de gran valor para la acci¨®n exterior de la pol¨ªtica espa?ola. Podr¨¢ objetarse que el potencial real de nuestro pa¨ªs sit¨²a muy lejos de su medida semejante prop¨®sito. Sin embargo, las opciones alternativas no son mejores y, por otra parte, la positiva aportaci¨®n que puede jugar esta "baza archipiel¨¢gica" para el conjunto de los intereses espa?oles y los de otros muchos pa¨ªses hace irrenunciable el abordaje de la nueva situaci¨®n.
Tal vez pueda facilitar las cosas el recurso a la memoria. Servir¨¢ para que la reflexi¨®n y las decisiones sean m¨¢s certeras. En realidad no es la primera vez que Canarias y Espa?a se enfrentan a un panorama similar. Podr¨ªamos recoger la experiencia de ocasiones anteriores en las que el valor estrat¨¦gico de las islas cobr¨® una intensidad especial. De todas ellas hay una muy valiosa para nuestros prop¨®sitos. Se ubica hace un siglo: en 1906. Un tiempo de transformaciones en los mapas mundiales impulsadas por la expansi¨®n y la redistribuci¨®n colonial. Espa?a hab¨ªa visto reducir las dimensiones de sus mapas y desde algunas esferas internacionales se le consideraba "naci¨®n moribunda". La tentaci¨®n hacia el repliegue interno y el abandono de la acci¨®n exterior supon¨ªa un riesgo de inciertas consecuencias. Por aquel a?o se celebraba la Conferencia de Algeciras cuyo primer objetivo trataba de poner orden en la distribuci¨®n de los espacios africanos entre las potencias del momento. Casi por los mismos meses se produjo un viaje de Alfonso XIII a Canarias. Era habitual en el Monarca recorrer toda la geograf¨ªa espa?ola pero aquella gira tuvo un significado muy distinto al de la visita protocolaria. Fue, como lo defini¨® la prensa del momento, "un aviso sin notas diplom¨¢ticas". Todo un gesto enmarcado en una estrategia precisa. En la misma se fund¨ªan varios objetivos: la preservaci¨®n de la seguridad territorial de Canarias -convertida en la ¨²ltima frontera espa?ola-; la obtenci¨®n de una baza de primer orden para participar en las mesas de negociaci¨®n de la diplomacia y, particularmente, un elemento poderoso para, en palabras de Gald¨®s cuando se refiri¨® a tal estrategia, "se?alar a Espa?a direcciones que no son los caminos del cementerio".
La trama de aquella baza part¨ªa de un convencimiento claro: la seguridad de Canarias y el mantenimiento de su statu quo era esencial para la seguridad de las potencias que pod¨ªan tener intereses en el ¨¢rea: Reino Unido, Francia y Alemania. Tal statu combinaba la pertenencia a Espa?a con las ventajas para el asiento y las comunicaciones que requer¨ªan los intereses de aquellos pa¨ªses. Por la misma l¨®gica cab¨ªa trasladar a la franja continental pr¨®xima al Archipi¨¦lago semejantes incentivos: si quien habr¨ªa de administrar el hinterland del S¨¢hara occidental (derechos hist¨®ricos sobreentendidos) era Espa?a, mayor garant¨ªa para evitar conflictos en la zona y, por supuesto, menos tentaciones de posicionarse militarmente en las islas para aquellas potencias que pudieran verse enfrentadas en la cercana parte del continente. Tal estrategia dio resultado.
Aquellos episodios pueden ser ¨²tiles para la reflexi¨®n del tiempo presente. El nuevo panorama que se avecina colocar¨¢ a Canarias y a Espa?a ante nuevos retos y problemas. De hecho, ya es as¨ª en la variante del fen¨®meno migratorio. Pero no ser¨¢ el ¨²nico. Ante los que vengan es conveniente preparar respuestas que se sustenten en la vieja certeza de ventaja general que para todos los actores representa la seguridad de Canarias como territorio espa?ol y europeo. Las islas se convertir¨¢n en una estaci¨®n decisiva y estrat¨¦gica para los flujos de la cooperaci¨®n al desarrollo y la paz, de las inversiones y de la formaci¨®n. Una actuaci¨®n que ampliar¨¢ considerablemente los horizontes y la potencia de la pol¨ªtica exterior espa?ola al tiempo que modificar¨¢ la realidad social y econ¨®mica de las islas. Todo ello requiere un dise?o coordinado hacia el largo plazo que debe liderar el Gobierno espa?ol en plena conjunci¨®n con la Administraci¨®n auton¨®mica. De momento, el fen¨®meno migratorio s¨®lo es la punta de un profundo iceberg que no tardar¨¢ en emerger.
Jos¨¦ Miguel P¨¦rez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la ULPGC y secretario general del PSC-PSOE en Gran Canaria.
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