El p¨ªloro
La m¨¢xima de que no hay venenos, sino dosis, se puede aplicar indistintamente a las sustancias qu¨ªmicas y a las obsesiones. Un grado peque?o de obsesi¨®n no viene mal, incluso puede resultar beneficioso. En todas las familias deber¨ªa haber alguien que cerrara la llave del gas dos veces antes de irse a la cama, pues con una no basta (vean, si no, la cantidad de accidentes). Tampoco sobra cultivar unas porciones homeop¨¢ticas de paranoia. El delirio de persecuci¨®n, si no adquiere las proporciones patol¨®gicas del nacionalismo, te empuja hacia delante, o hacia la izquierda (depende de por d¨®nde te persigan). Los escritores lo utilizamos mucho para justificar nuestros fracasos, detr¨¢s de los cuales siempre hay una mano negra (el poder pol¨ªtico, la cr¨ªtica, los editores, la mediocridad ambiental, etc¨¦tera) empe?ada en amargarnos la vida.
El fin de semana pasado miles de personas protestaron en Valencia por la persecuci¨®n de que es v¨ªctima la familia tradicional espa?ola. Dado que el Libro de Familia es un ¨¦xito de ventas no superado por el Quijote y la Divina comedia juntos, resulta evidente que la familia goza de muy buena salud. Pero no pasa nada. Imaginar que estamos rodeados de enemigos (como la patria, por cierto) empe?ados en que nos divorciemos, no hace da?o a nadie y estimula la creaci¨®n de mecanismos de defensa, por si acaso. De hecho, nos alimentamos de las amenazas irreales tanto como de las reales, incluso m¨¢s. Manifestarse a favor de la familia es como manifestarse a favor del h¨ªgado o el p¨¢ncreas, pero si nos llena de adrenalina, de ganas de vivir, de euforia, adelante, manifest¨¦monos.
El problema surge cuando el grado de paranoia se dispara. Una joven asistente a la concentraci¨®n asegur¨® en la radio que Dios aborrece a los homosexuales porque son asquerosos. A esto nos referimos. Mientras te persigan entidades abstractas como las que persiguen a los escritores, todo est¨¢ controlado. El problema estalla cuando la culpa de lo que te ocurre la tienen los homosexuales, porque entonces hay que meterlos en la c¨¢rcel, que es lo que hac¨ªan la Iglesia y el Ej¨¦rcito (curiosa asociaci¨®n) hasta hace poco. Por lo dem¨¢s, estamos de acuerdo con el Papa. ?Viva la familia! ?Y el p¨ªloro!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Juan Jos¨¦ Mill¨¢s](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fea967556-8767-4b47-8dfb-f1cf582d4f9c.png?auth=af40f9fdaff853e65f3aa200f24bbe5d955c1b6f78bf691891df8a017b17b3f1&width=100&height=100&smart=true)