Verdades po¨¦ticas
Aunque Rafael Doctor (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1966), director del Musac (Museo de Arte Contempor¨¢neo de Castilla y Le¨®n), posee un buen curr¨ªculo como gestor y comisario del arte m¨¢s contempor¨¢neo, lo cierto es que ahora se inicia, por lo que yo conozco, en el mundo de la ficci¨®n con una novela de pasiones que es irremediablemente rom¨¢ntica, que principia sin excesiva fuerza pero que va, poco a poco, desmelen¨¢ndose y el lector sucumbe pl¨¢cidamente en el remolino que le atrapa. Es una novela corta e intensa con el suelo resbaladizo, como rocas intermitentemente ba?adas por la espuma de ese mar rom¨¢ntico -el de los deseos, el de las pasiones; iconograf¨ªa: la c¨¦lebre pintura rom¨¢ntica de Caspar David Friedrich-, y con el riesgo m¨¢s que posible de que lectores, personajes y autor pudiesen abrirse la crisma por un golpe de mar. Un hombre alquila una habitaci¨®n de hotel en Alicante, con terraza y a poder ser -as¨ª se ha indicado en la reserva- en un piso lo m¨¢s alto posible. Y ese hombre de espaldas al lector debe tener all¨ª, en la terraza, con el mar de frente, la misma mirada enfebrecida que el de la pintura de Friedrich. Un hombre aqu¨¦l, el de Alicante, decidido a todo -o sea s¨®lo a una cosa-, al que le complica quedarse sin tabaco. Este hecho fortuito aplaza un tiempo -tan s¨®lo una semana, no desvelo nada, cabe adivinarlo al iniciar, una semana m¨¢s tarde ese viaje a ninguna parte, ese viaje al Sur- la decisi¨®n ya tomada y ese hombre del hotel inicia una apasionada y rom¨¢ntica huida tambi¨¦n a ninguna parte demor¨¢ndose en los brazos de un joven recepcionista. En esa semana, ese desesperado cuarent¨®n vive a mil revoluciones por minuto una nueva vida limitada por el tiempo. En esa vertiginosa noria se acompa?a de unas gentes con vidas complicadas, poco convencionales y deseosas de compartir un abrazo, o una caricia. Rafael Doctor narra con eficacia esa ¨²ltima semana, se deja llevar por la velocidad que los protagonistas imprimen a sus actos. Es curioso que al autor de esta novela trufada de verdades po¨¦ticas se le venza la mano en ciertos momentos -la escena de la playa, por ejemplo- y en cambio no le tiemble cuando retrata personajes femeninos: la estupenda madre del joven y hermoso recepcionista y, desde luego, su amiga Luisa. Pero, en fin, la elecci¨®n es del autor, y ¨¦ste, al final, sale airoso. Masticar los tallos... es una rom¨¢ntica versi¨®n contempor¨¢nea del viejo tema del hombre que mira el abismo y al que se le concede una semana de vida antes de emprender la definitiva ca¨ªda.
MASTICAR LOS TALLOS DE LAS FLORES REGALADAS ...O S?LO SE PIERDE LO QUE SE AMA
Rafael Doctor
Almuzara. C¨®rdoba, 2006
150 p¨¢ginas. 16 euros
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