Las malas artes
Las agresiones f¨ªsicas o verbales, como la de Materazzi a Zidane, y otras triqui?uelas proliferan entre los jugadores para desestabilizar a sus rivales
Zidane no se parece en casi nada a Juanito. Aun as¨ª, tienen una cosa en com¨²n. Uno, Zidane, es alto y calvo, un pelotero, el bailar¨ªn que le llamaban en el Bernab¨¦u. El otro, Juanito, era delgado, de negro pelo encrespado, el s¨ªmbolo de la casta. Zizou es h¨¦roe mundial. Juanito lo fue de Espa?a. Y, tan diferentes como son, les une un detalle: sus carreras est¨¢n salpicadas de agresiones. Zidane acaba de espantar con un cabezazo brutal a Materazzi, defensa italiano, maestro de la provocaci¨®n. Fue en su ¨²ltimo partido. En el ¨²ltimo momento. En la final del Mundial. Como tantas otras veces, dicen que fue v¨ªctima de una frase, de un insulto, de un pez¨®n retorcido que le hizo perder los nervios. Tambi¨¦n los perdi¨® Juanito, que un d¨ªa pis¨® la cabeza a Matth?us, del Bayern, que estaba en el suelo. No son casos excepcionales. Muchos otros jugadores de su mismo corte, elegantes, les precedieron en la burla y la agresi¨®n. A otro madridista, M¨ªchel, le retrataron toc¨¢ndole los test¨ªculos a Valderrama. A Cruyff y Di St¨¦fano les encantaba hablar con los contrarios para descentrarles. Y Van Basten se tom¨® un d¨ªa la justicia por su mano. Pero ninguno se atrevi¨® a tanto como Zidane. ?l ha roto el art¨ªculo m¨¢s sagrado de los c¨®digos del f¨²tbol: "Lo que pasa en el campo se queda en el campo". Zizou ha hablado de su agresi¨®n p¨²blicamente. Se ha explicado. Y ha pedido que castiguen a un colega: "Hay que sancionar al que agrede y al que le provoca".
Camacho: "Te dicen que vas a palmar, que vas cojo, y se meten con tu madre y con quien sea"
"?Est¨¢s cojo! ?Qu¨¦ mal andas! ?Hay que darle en la pierna en la que lleva la venda!..., me dicen los rivales en mis reapariciones", suele contar Dani, del Betis, un habitual de la lucha barriobajera: le han roto los ligamentos de la rodilla y se ha lesionado varias veces los tobillos. Es una excepci¨®n. Habla de lo que ocurre en el campo. Los dem¨¢s callan.
"Es una especie de c¨®digo ¨¦tico", explica Hierro, ex defensa del Madrid. "Las cosas que ocurren en el campo son sagradas. Y ah¨ª se quedan. Yo me duchaba y all¨ª se terminaba todo", contin¨²a; "ese tipo de cosas
[las patadas, los insultos] han pasado toda la vida y seguir¨¢n pasando porque van con la historia del f¨²tbol". ?No quedan cuentas pendientes? "Eso no existe entre profesionales, pero algunos usan esas cosas con la idea de ir ganando poco a poco el partido".
Dice Hierro que no quedan cuentas pendientes. Que le pregunten a Haaland, del Manchester City. El noruego le hab¨ªa roto a Keane, del United, los ligamentos de la rodilla derecha. Cuatro a?os despu¨¦s, en 2001, se repet¨ªa la lesi¨®n, pero con los papeles cambiados: "Hab¨ªa esperado varios a?os para encontrarme con ¨¦l. Suficiente tiempo. Le di jodidamente fuerte. La bola estaba all¨ª, creo. C¨®mete eso, cabr¨®n", recuerda Keane que le dijo a Haaland, quien no volvi¨® a jugar a alto nivel. Fue una ruptura brutal de los c¨®digos del f¨²tbol, hist¨®ricamente lleno de insultos y empujones siempre olvidados con el pitido final: "Todo lo que s¨¦ de moral se lo debo al f¨²tbol", dijo al respecto Albert Camus, escritor y portero franc¨¦s.
El argentino Carlos Bilardo, entrenador, entre otros, de Argentina, el Gimnasia de la Plata y el Sevilla, sent¨® c¨¢tedra a la hora de sacar ventaja de tan malas artes. A sus defensas del Gimnasia les ped¨ªa que escondieran alfileres en las manos para pinchar a los delanteros. Les incitaba a aprenderse los nombres de sus esposas y sus novias. Y las c¨¢maras le grabaron gritando "?pis¨¢lo, pis¨¢lo!" a su masajista cuando ¨¦ste acudi¨® a atender a un rival. "Eso son cosas que se dicen, pero que no se hacen", se defiende Bilardo por tel¨¦fono. "Ahora me hablan de fair play y no comprendo nada porque a Zidane le aplaudieron en Francia por el cabezazo", dice; "al jugador siempre le digo que no se meta ni con el referee ni con el contrario, que aguante lo que le digan, que no diga a los otros nada de su vida privada". ?Qu¨¦ hay entonces de los alfileres? ?Una leyenda? "?se es un cartel que me pusieron. Pinche usted a uno en su trabajo: ya ver¨¢ el trompazo que le da. Eso lo sacaron porque gan¨¢bamos". ?No usaban artima?a alguna? "Esas cosas s¨®lo funcionan si el rival es un tirado y pica. No si est¨¢ aleccionado a no responder a las provocaciones".
Algunos t¨¦cnicos aleccionan a sus jugadores con otros objetivos. Guus Hiddink, por ejemplo. En 1988, antes de un partido de la Copa de Europa entre su PSV y el Girondins, andaba preocupado por la habilidad de Tigana. Decidi¨® que hab¨ªa que lesionarle. Lo consigui¨® por mediaci¨®n de Gilhaus, que mand¨® al franc¨¦s a la enfermer¨ªa intencionadamente seg¨²n su compa?ero Koeman, castigado sin jugar las semifinales contra el Madrid por sus palabras.
"Un entrenador capaz de decirle a sus jugadores 'vamos a darles' es peligroso", dice Jos¨¦ Antonio Camacho, ex seleccionador espa?ol y destacado defensa del Madrid, en el que se signific¨® por sus marcajes a Cruyff. "Yo no daba bola a nadie. No hablaba con ninguno. Ellos te dicen que tu equipo va a palmar, que vas medio cojo y se meten con tu madre y con quien sea", recuerda.
El f¨²tbol est¨¢ lleno de triqui?uelas y peque?as trampas. Y hay especialistas. Simeone, ex capit¨¢n del Atl¨¦tico, pis¨® una vez a Guerrero, del Athletic, y le dej¨® la marca de los tacos en el muslo. Otra se pas¨® el partido insultando a Beckham, que no pudo soportarlo y acab¨® expulsado por una patada. Hubo quien sali¨® peor parado. El Cholo acab¨® con la carrera de Helguera en Italia. El c¨¢ntabro no jugaba con el Roma. Lo hizo contra el Inter de Simeone. Termin¨® temblando. "Recuerdo insultos y patadas de todo tipo", dice.
"Soy un futbolista con oficio", se defiende Simeone por tel¨¦fono, convertido en t¨¦cnico del Estudiantes argentino. "No me gusta que me digan canchero. ?se es el futbolista que carga contra el rival. Lo de Guerrero se ha magnificado", prosigue; "el f¨²tbol es conceder o marcar tu lugar. Y el rival lo interpreta enseguida. Dentro del campo suceden cosas. Hay roces continuos y de eso hay que intentar sacar ventaja. A m¨ª me ense?aron que buscara todos los medios para ganar dentro de la legalidad. Hacia el final, hubo una ¨¦poca que habl¨¦ m¨¢s ".
Simeone hablaba mucho. Zidane, no. Pero la dureza no entiende de personalidades. Zidane, que pasa por tipo tranquilo, abus¨® de los contrarios en m¨¢s de una ocasi¨®n, acostumbrado como estaba a defenderse en las calles m¨¢s duras y deprimidas de Marsella, donde creci¨®. No es el ¨²nico jugador elegante con problemas de autocontrol. Hubo muchos antes que ¨¦l. "Perd¨ª la cabeza. Pido perd¨®n a Rudi por lo que hice", se excus¨® en el Mundial de 1994 Rijkaard, hoy t¨¦cnico del Bar?a y ensalzado como ejemplo de tranquilidad y saber estar. "No me ofendi¨®", insisti¨®, desmintiendo a los que dec¨ªan que le hab¨ªa lanzado insultos racistas. Claro, "lo que pasa en el campo...". Los dos escupitajos de Rijkaard resbalando sobre V?ller dieron, sin embargo, la vuelta al mundo. A Cruyff, un jugador exquisito, le expulsaron de un Bar?a-M¨¢laga por llamar "hijo de puta" a Melero, el ¨¢rbitro. ?l siempre dijo que su frase fue "Manolo, marca ya". Aun as¨ª, como le encantaba picar a los contrarios, a Cruyff siempre le persigui¨® la pol¨¦mica: Villar, hoy presidente de la federaci¨®n, le dio un pu?etazo sin motivo aparente. Incluso Van Basten, que dej¨® el f¨²tbol con los tobillos cosidos a patadas, se tom¨® la justicia por su mano: de un codazo, rompi¨® el p¨®mulo a Plovie, del Brujas. ?l reconoci¨® su culpa. No todos los agresores tuvieron ese gesto.
Y menos a¨²n Gahdaffi Gentile. "Esto no es una academia de baile, esto es f¨²tbol", le espet¨® a los que le recriminaban su duro marcaje sobre Maradona durante el Italia-Argentina de Espa?a 82. Aquello tuvo consecuencias: Maradona fue expulsado al partido siguiente, contra Brasil, todav¨ªa enrabietado por sus patadas. "Yo fui el que m¨¢s perdi¨®", asegur¨® luego. El Pelusa, un genio, hab¨ªa perdido los nervios. Se le hab¨ªa cruzado un cable. Como a Zidane con Materazzi.
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