Genios flacos
Tengo algunos amigos flacos, no es contagioso. A uno de ellos me lo encontr¨¦ en el Reina Sof¨ªa. Y no est¨¢ flaco por comer en ese raro y fr¨ªo restaurante de la ampliaci¨®n Nouvelle del museo. Ni est¨¢ flaco por metaf¨ªsico. Ni siquiera por vivir rodeado de libros, algo muy quijotesco pero que tampoco sirve para adelgazar. Mi amigo est¨¢ flaco por tradici¨®n familiar. Viene de genes flacos. Se llama Miguel Valle-Incl¨¢n. Es uno de los nietos de don Ram¨®n Mar¨ªa, uno de nuestros m¨¢s geniales flacos. Con Miguel alguna vez voy a dar cuenta de una fabada que terminamos con postre de arroz con leche, todo para mis kilos. ?l sigue en sus huesos. Con Miguel, despu¨¦s de recorrer la exposici¨®n de Goya y Picasso, visit¨¦ la espectacular biblioteca de la que el nieto del marqu¨¦s de Bradom¨ªn es director. Antes de salir, una parada en la inevitable librer¨ªa La Central, absolutamente recomendable, y fu¨ªme con mis kilos y el epistolario de su abuelo que acaba de aparecer. Est¨¢ ordenado por Juan Antonio Hormig¨®n.
Leyendo algunas cartas de Valle se entiende que no pudiera engordar. Las pas¨® canutas hasta el final de sus d¨ªas. Leyendo su correspondencia, adem¨¢s de muchas y cercanas historias amistosas y dom¨¦sticas, se puede seguir el curso de la esforzada vida de un genio que apenas pod¨ªa mantener a su numerosa familia. No por conocidas resultan menos sorprendentes las ¨ªnfimas condiciones que sufri¨® con el cargo que acept¨® para defender a su prole. En tiempos republicanos se le nombr¨® director de la Academia Espa?ola de las Bellas Artes en Roma. Y all¨ª se fue, con cuatro hijos y una criada. M¨¢s de un a?o vivieron en ese notable edificio hist¨®rico del centro de Roma. En el patio de la Academia est¨¢ el templo del Bramante, que, seg¨²n la tradici¨®n, es el lugar donde tuvo lugar el martirio del ap¨®stol san Pedro, en el Gianicolo. Era, y sigue siendo, un lugar de peregrinaci¨®n de cat¨®licos. All¨ª muchas veces Valle se encontr¨® que llegaban mon¨¢rquicos cat¨®licos -beater¨ªa antirrepublicana, la llam¨® el embajador espa?ol- y que cuando ve¨ªan la ense?a oficial que estaba izada en el edificio, insultaban a la Rep¨²blica espa?ola y a su leg¨ªtima bandera. Cuenta Hidalgo de Cisneros, entonces coronel, agregado militar de la Embajada y amigo de Valle, que el escritor, cuando llegaban estas taifas de peregrinos, como Valle les denomin¨®, y se befaban de la Rep¨²blica, sal¨ªa blandiendo un bast¨®n y expulsaba de all¨ª a aquellos antirrepublicanos casi siempre capitaneados por algunos sacerdotes integristas. A los gritos de "curas trabucaires" y "malos sacerdotes" consegu¨ªa el director de la Academia que los desmandados y procaces peregrinos abandonaran el patio de la Academia. Beatos, desmandados, procaces, integristas que se mueven haciendo "signos y voces delincuentes" contra el Gobierno leg¨ªtimo. Eso me suena. ?Ser¨¢ que los tiempos no han cambiado tanto como sigue asegurando el flaco de Dylan por pueblos y ciudades en este verano espa?ol?
Cuando relata el estado de la Academia nos damos cuenta que era dif¨ªcil que Valle engordara. La comparaba con una venta robada. El comedor, "antro de ratas y trastos viejos, con una mesa de pintado pino, cuatro sillas cojas y una bombilla que cuelga de un flexible cablillo". Los hijos y la criada duermen en colchones. El comedor es oscuro y s¨®rdido y el servicio se compone de dos criados de escoba. Adem¨¢s, ten¨ªan un cocinero italiano experto en m¨ªseras bazofias, y, encima, a sus hijos no les gusta la comida italiana. Y la cocina, en la que su criada madrile?a deseaba cocinar platos espa?oles, era impracticable. En fin, al menos tuvo la suerte de conservarse flaco toda la vida.
Cen¨¦ con otros flacos en Casa Perico, en Ballesta Street, pero tienen menos m¨¦rito, est¨¢n m¨¢s interesados en la poes¨ªa que en la comida. No digo que no beban, pero no es lo mismo. El flaco ?ngel Gonz¨¢lez -pron¨²nciese Gonsales-, despu¨¦s de no haber podido beber la ¨²ltima copa en la fiesta de la Residencia de Estudiantes cuando apenas eran las tres de la noche, normas de la casa, se pudo desquitar en compa?¨ªa de amigos. Cuando todos los bares est¨¢n cerrados, siempre queda la posibilidad de la casa de Joaqu¨ªn Sabina, el mejor bar con billares de Madrid. Abierto toda la noche. Pero, ?ay!, se reserva el derecho de admisi¨®n. El cantamadriles m¨¢s universal prometi¨® poner m¨²sica al ¨²ltimo poema de Garc¨ªa Montero: "Barra libre, Madrid, para el desconocido / que duerme en la ma?ana y conspira en la noche... Buenas noches, Madrid, otro whisky con hielo. / Agradezco tus ascuas a los pies del balc¨®n". Sabina, que ya ha vendido las entradas de las Ventas y otras plazas, le est¨¢ tomando gusto a eso de cantar. El pr¨®ximo a?o, pudo prometer y prometi¨®, reincidir¨¢ en compa?¨ªa de Joan Manuel Serrat. Ser¨¢ el momento de demostrar que podemos querer a dos cantantes a la vez y no estar locos. Ni borrachos. Ni flacos.
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