Una decisi¨®n final conservadora
"Tienes tres posibilidades: que repitan los ineptos, que regresen los corruptos o que lleguen los mesi¨¢nicos". Esta broma sobre el porvenir electoral del pa¨ªs sol¨ªa o¨ªrse hace dos a?os en conversaciones privadas de la Ciudad de M¨¦xico. Un diagn¨®stico a la vez risue?o y desolador: o repet¨ªa el inepto PAN, o regresaba el corrupto PRI, o se instalaba el mesi¨¢nico PRD, por primera vez, en el gobierno nacional.
La decisi¨®n final ha sido conservadora: los votantes han preferido a sus "ineptos" por un pelo de rana (240.000 votos), han encumbrado a sus "mesi¨¢nicos" a la calidad de segunda fuerza pol¨ªtica nacional, sin darles la presidencia, y han castigado a sus "corruptos": el candidato presidencial pri¨ªsta no gan¨® en ninguno de los treinta y dos Estados, en diecisiete de los cuales gobierna el PRI. El PRI qued¨® reducido a la condici¨®n de partido bisagra (22% de los votos) y es ahora la tercera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs que alguna vez gobern¨® con mayor¨ªas sovi¨¦ticas. Es el mayor cambio pol¨ªtico que haya tra¨ªdo la democracia mexicana, luego de la alternancia en el poder del a?o 2000.
Quieren presidentes que suban al poder a sus adversarios y lo compartan con ellos
Sobra decir que ni los panistas son tan ineptos, ni los pri¨ªstas tan corruptos, ni los perredistas tan mesi¨¢nicos como quiere la caricatura. No sobra decir que esas tres siguen siendo las fuerzas dominantes de la pol¨ªtica mexicana. M¨¦xico no se ha dividido en dos: ricos y pobres, izquierda y derecha, norte y sur, PAN y PRD. Sigue siendo tripartita.
El avance del PAN, que es la primera fuerza en el Congreso con algo m¨¢s de la tercera parte de los esca?os, no es suficiente para gobernar solo, necesita alianzas con los otros partidos. El PRD perdi¨® la presidencia pero gan¨® todo lo dem¨¢s, entre otras cosas, la Ciudad de M¨¦xico y un tercio de los esca?os del Congreso, pero no tiene suficiente fuerza para bloquear por s¨ª solo al gobierno. El PRI sufri¨® la derrota m¨¢s estrepitosa de su historia, pero ser¨¢ el partido clave para el gobierno, pues s¨®lo en ¨¦l encontrar¨¢ el presidente panista los aliados necesarios para tener mayor¨ªa en el Congreso.
Los electores mexicanos han negado nuevamente el poder solitario al triunfador, le han reducido incluso el margen de la victoria que otorgaron hace seis a?os. Vicente Fox gan¨® su presidencia por el 7% de los votos en el a?o 2000. Felipe Calder¨®n ha ganado la suya por el 0,5%. Los votantes vuelven a decir, con ¨¦nfasis renovado, que no quieren presidentes solitarios con mayor¨ªas c¨®modas. Quieren presidentes que suban al poder a sus adversarios y lo compartan con ellos.
La decisi¨®n subyacente es que si el presidente no puede convencer a sus adversarios, sus adversarios puedan bloquearlo, impedirle hacer cosas de alguna envergadura. Es natural, mejor dicho, es la fuerza de la historia: la democracia mexicana se hizo contra los poderes mitol¨®gicos de presidentes cuyas decisiones inconsultas provocaban cat¨¢strofes c¨ªclicas. Hechas todas las cuentas, los mexicanos prefieren tener un presidente paral¨ªtico que un presidente de mayor¨ªas contundentes, capaz de gobernar solo, sin someterse a la negociaci¨®n con sus adversarios.
Es el voto consistente de una ciudadan¨ªa que naci¨® a la democracia con la obsesi¨®n de acotar el poder de sus presidentes. Presidentes sin contrapesos fueron el origen de las crisis recurrentes de la vida p¨²blica mexicana bajo el dominio del PRI: 1976, 1982, 1987, 1994. Fueron todas crisis de finanzas p¨²blicas, hijas del dispendio fiscal de los gobiernos, que se volvieron crisis de legitimidad pol¨ªtica y, con el tiempo, crisis de la hegemon¨ªa del PRI.
Origen es destino: los votantes mexicanos siguen sin dar cartas blancas a nadie. La consecuencia de este mandato renovado de contenci¨®n del poderoso desaf¨ªa nuestra paciencia... y nuestra prisa. M¨¦xico necesita cambios de envergadura en todos sus ¨®rdenes: la seguridad y las finanzas p¨²blicas, la inversi¨®n y el crecimiento econ¨®mico, la educaci¨®n y la salud, las reglas de contrataci¨®n laboral, la explotaci¨®n del petr¨®leo y las instituciones pol¨ªticas. S¨®lo cambios de fondo en todos esos terrenos, cambios que requieren a veces reformas constitucionales, pueden dar al pa¨ªs las eficiencias que necesita para tener un sitio en esa fuga hacia delante del mundo moderno que llamamos globalizaci¨®n.
Queda claro despu¨¦s de las elecciones que ninguno de esos grandes cambios podr¨¢ emprenderse sin que los presidentes consigan aliados fuera de sus partidos y sus votantes. Podr¨ªamos tener otros seis a?os de una presidencia paral¨ªtica. Ha sido la historia de Fox, y ser¨¢ la de Calder¨®n si no logra los acuerdos necesarios, es decir, si no comparte su poder con quienes pueden bloquear su ejercicio.
La primera reforma que el pa¨ªs requiere, entonces, es la de la concordia activa, el acuerdo del ganador con sus adversarios para emprender las reformas que esperan adelante. Felipe Calder¨®n habl¨® durante su campa?a de que formar¨ªa un gobierno de coalici¨®n. Sus primeras declaraciones como triunfador han sido tambi¨¦n en ese sentido. Apunta al camino correcto, pero no tiene mucha tela de donde cortar.
No podr¨¢ acercarse r¨¢pido al PRD, que impugna ya su elecci¨®n y la impugnar¨¢, previsiblemente, durante todo su gobierno. Puede allegarse los votos de algunos de los partidos peque?os, pero no alcanzar¨ªan para formar una mayor¨ªa aun si los atrajera todos. Su espacio clave de maniobra est¨¢ en los legisladores del PRI, que ha quedado sin dirigencia nacional, en manos de sus 17 gobernadores. Esos gobernadores son en muchos casos los "due?os" de sus senadores y diputados, pues ellos impulsaron sus candidaturas y alimentaron sus campa?as. Si Calder¨®n encuentra en el campo diezmado y segmentado del PRI los aliados suficientes para poner en marcha su gobierno, habr¨¢ dado el primer paso hacia la construcci¨®n de lo que los mexicanos le piden con las restricciones que le imponen: una presidencia compartida, democr¨¢tica y eficaz.
El pa¨ªs est¨¢ urgido de reformas, pero no dispuesto a la aventura. El voto conservador mexicano prefiere que su presidente pierda el tren a que viaje solo.
H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn es escritor mexicano.
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