De la Operaci¨®n Puerto a la 'Operaci¨®n Pereiro'
El ciclista gallego llegar¨¢ ma?ana de amarillo a Alpe d'Huez, el comienzo de la semana decisiva del Tour
Nada en el Tour es nuevo. Todo, cualquier cosa, cualquier nimiedad que le pueda suceder al ¨²ltimo personaje del gran pelot¨®n de la carrera, ya ha sucedido antes. Una o varias veces. Ayer, llegando a Gap, una pavorosa ca¨ªda en un descenso envi¨® al hospital a David Ca?ada -clav¨ªcula derecha rota- y a Rik Verbrugghe -f¨¦mur izquierdo roto-, que iban escapados. Nadie, evidentemente, pudo no recordar que el mismo hospital de Gap que acogi¨® a la pareja hispano-belga recibi¨® hace tres a?os al maltrecho y sangrante Joseba Beloki, que tambi¨¦n se hab¨ªa ca¨ªdo en un descenso cercano a la ciudad de los Altos Alpes. Y eso llev¨® a los m¨¢s viejos a recordar que hace 46 a?os, en un barranco no muy lejano, se qued¨® paral¨ªtico Roger Rivi¨¨re, el m¨¢s hermoso de los campeones que nunca fueron.
Hay razones para creer en el l¨ªder; para que ¨¦l piense que puede ser el ?scar de siempre y algo m¨¢s
Todo ha pasado antes. Hace 50 a?os, a Roger Walkowiak el destino le premi¨® con un maillot amarillo inesperado. Era un Tour loco. Un Tour en el que los viejos campeones, Bobet, Koblet, Kubler, Coppi, Geminiani, ya no estaban para muchos trotes. Una carrera en la que los m¨¢s j¨®venes, Gaul, Bahamontes, a¨²n estaban verdes, y Jacques Anquetil todav¨ªa era una excepci¨®n. Walkowiak no era nada antes de una fuga a la que el pelot¨®n regal¨® 19 minutos. Se visti¨® de amarillo. Su personalidad se transform¨®. No desfalleci¨® en la monta?a pese a no ser un escalador. Estuvo a la altura del destino.
A Pereiro, l¨ªder despu¨¦s de que el pelot¨®n le regalara media hora, le concediera una segunda oportunidad de comenzar de cero la carrera, su director, Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, prefiere hablarle de Chiappucci, que le cae m¨¢s cercano y que tambi¨¦n supo transformarse, estar a la altura del desaf¨ªo, despu¨¦s de una fuga consentida, despu¨¦s de una segunda oportunidad. A Floyd Landis, a quien le gusta comportarse como si fuera el patr¨®n de un Tour que no tiene patr¨®n, le encantar¨ªa que le recordaran a Lance Armstrong, su modelo de conducta, quien hace cuatro a?os regal¨® unos d¨ªas su maillot para ahorrarle trabajo a su equipo y luego lo recuper¨® para llevarlo hasta Par¨ªs, pero Igor Gonz¨¢lez de Galdeano o Laurent Jalabert prefieren hablarle de sus propios casos. De c¨®mo despu¨¦s de sufrir para conseguir el liderato la t¨¢ctica de equipo les exigi¨® que renunciaran, que ya lo reclamar¨ªan llegado el momento. A¨²n siguen esperando. "Cuesta mucho alcanzarlo, pero una vez que lo tienes piensas que puedes disponer a voluntad de ¨¦l", recuerda Galdeano. "Pero luego, se aleja para siempre. Salvo a Armstrong, le ha pasado a todos".
Hasta ahora, y pese a haber terminado d¨¦cimo en los dos Tours en los que ha participado, pese a sus indudables dotes escaladoras y su solidez en la contrarreloj, Pereiro, de 28 a?os, se ha mostrado como un corredor m¨¢s amante de los fuegos artificiales que de la artiller¨ªa pesada, m¨¢s encandilado por el premio inmediato que se concede a los artistas del espect¨¢culo f¨¢cil que por la recompensa que aguarda a los que d¨ªa a d¨ªa construyen su obra. Por eso, hasta ahora, en los otros Tours era capaz de escaparse todos los d¨ªas, de perder un d¨ªa 20 minutos y recuperar al d¨ªa siguiente 10. Pero nunca se hab¨ªa visto donde se ve ahora. Al Tour le falta una semana, seis etapas, dos de relleno y cuatro decisivas. Y ¨¦l, Pereiro, est¨¢ de amarillo. L¨ªder. Y de amarillo llegar¨¢ ma?ana al pie del Alpe d'Huez, el primer plato de los Alpes, donde se dice que quien sale de amarillo llega de amarillo a Par¨ªs. Razones para creer en ¨¦l, para que ¨¦l crea que puede ser el ?scar de siempre y algo m¨¢s.
El maillot negro con que Pereiro comenz¨® el Tour, el color que su patrocinador eligi¨® para distinguirse en el pelot¨®n, podr¨ªa verse tambi¨¦n como el color del estado de ¨¢nimo con que el pelot¨®n espa?ol, desnudado en sus costumbres por la Operaci¨®n Puerto, lleg¨® a la grande boucle. Un des¨¢nimo que se extendi¨® por el pelot¨®n mundial, que contagi¨® el inicio del Tour, una carrera que comenz¨® por ello sin los cuatro corredores que se clasificaron tras el retirado Armstrong en 2005, y que al tercer d¨ªa perdi¨® a Alejandro Valverde, el maillot blanco, la gran esperanza de tantos. Cumplidas dos semanas de Tour, Pereiro est¨¢ de amarillo y ese color, el color de la gloria en el ciclismo, se ha extendido a todo lo espa?ol: Freire ha ganado dos etapas, Mercado una, De la Fuente lleva los lunares de rey de la monta?a y Eusebio Unzue comprob¨® ayer, en una etapa ganada por el franc¨¦s Fedrigo -"m¨¢s dura que los Pirineos", seg¨²n los corredores, agotados por el calor-, que los ciclistas existen, que no son meras entelequias de una pantalla televisiva que responden por el pinganillo: hac¨ªa 11 a?os que el director del Caisse d'?pargne no ocupaba el primer veh¨ªculo tras los ciclistas, el reservado al equipo del l¨ªder, el ¨²nico coche desde el que se ve a los corredores. Motivos para creer, aunque s¨®lo sea por unos d¨ªas, en los cuentos de hadas.
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