Los generales asumieron todo el poder
De los 18 generales que formaban la c¨²pula militar, s¨®lo se sublevaron cuatro. Con ellos, 22 de los 34 que ten¨ªan mando de brigada
Una conspiraci¨®n estrictamente militar precedi¨® al pronunciamiento de julio de 1936. Contaba con el apoyo generalizado de la derecha y el soporte econ¨®mico de Juan March y otros personajes adinerados, sin olvidar que, a ¨²ltima hora, Gil Robles entreg¨® 500.000 pesetas de la caja electoral de Acci¨®n Popular. No obstante, la organizaci¨®n y todas las decisiones operativas quedaron en manos de los generales, limit¨¢ndose los civiles a ser sus colaboradores.
Entre los d¨ªas 17 y 20 se alzaron 44 de las m¨¢s importantes guarniciones espa?olas, pero s¨®lo la mitad del Cuerpo de Seguridad y Asalto y de la Guardia Civil, cuyos mandos tambi¨¦n eran militares. Bajo sus ¨®rdenes, en unos casos, los guardias se unieron a los sublevados, y, en otros, se les enfrentaron a tiros.
Franco no figuraba en la conspiraci¨®n porque ¨¦sta ten¨ªa como jefe a Sanjurjo, que se hab¨ªa sublevado y fracasado en agosto de 1932. Mientras estaba procesado en espera de juicio llam¨® a Franco, que hab¨ªa servido a sus ¨®rdenes en Marruecos, y le pidi¨® que fuera su defensor ante el consejo de guerra. Franco rechaz¨® la petici¨®n con una frase terrible: "General, se ha ganado usted el derecho a morir" y lo abandon¨® a su suerte. Efectivamente, fue condenado a la pena capital, pero el Gobierno de Aza?a se la conmut¨® por una reclusi¨®n perpetua. Que no fue tal, porque el Gobierno Lerroux lo liber¨® y se exili¨® en Portugal, donde presidi¨® varias conspiraciones contra la Rep¨²blica.
Nunca perdon¨® el desaire de Franco y ¨¦ste se mantuvo al margen del complot que presid¨ªa su enemigo. Hasta que, en la ¨²ltima semana, envi¨® un mensaje de adhesi¨®n a Mola, a fin de no quedarse marginado. A pesar de todo, su papel no parec¨ªa fundamental porque no hab¨ªa tomado parte en los preparativos y conspiraban otros siete generales m¨¢s antiguos que ¨¦l. Incluso Fanjul y Mola, que eran menos importantes en el escalaf¨®n, le sobrepasaban en m¨¦ritos pol¨ªticos. El primero hab¨ªa sido parlamentario desde 1919 y subsecretario con Gil Robles en 1835; el segundo era el director del contubernio y la mano derecha de Sanjurjo.
La Rep¨²blica contaba con 24 generales de divisi¨®n y 57 generales de brigada. De los 18 que formaban la c¨²pula militar, s¨®lo se sublevaron cuatro: Franco; Cabanellas, liberal y mas¨®n; Queipo de Llano, republicano lenguaraz indispuesto con el Gobierno, y Goded, antiguo colaborador de Aza?a, t¨¦cnicamente preparado, soberbio y ambicioso. Con ellos se alzaron 22 generales de los 34 que ten¨ªan mando de brigada o similar.
Se les sumaron seis generales que el Gobierno manten¨ªa "disponibles" por considerarlos subversivos. Dos de ellos, Villegas y Gonz¨¢lez Carrasco, no se presentaron en el momento decisivo. En cambio, se alzaron los mon¨¢rquicos Saliquet y Fanjul y dos generales represaliados por sus conspiraciones notorias: Orgaz, que estaba confinado en Canarias, y Varela, arrestado en un fuerte de C¨¢diz. Pronto se les unieron Kindel¨¢n, Francisco de Borb¨®n y Ponte, mon¨¢rquicos que hab¨ªan abandonado el Ej¨¦rcito al proclamarse la Rep¨²blica.
Los sublevados trataron cruelmente a los generales leales al Gobierno. Fusilaron a nueve, asesinaron a otro en una cuneta y condenaron a muerte a seis, cuya pena fue conmutada por la prisi¨®n perpetua. Los dem¨¢s salvaron la vida hundi¨¦ndose en el exilio.
Sin embargo, los hombres de confianza de Franco no fueron los antiguos generales, sino los hombres de su generaci¨®n, tenientes coroneles o comandantes que rondaban los 45 a?os y cuya mentalidad reaccionaria y cruel se hab¨ªa formado en la guerra de Marruecos. Su ambici¨®n era tanta que el mismo Franco cont¨® a su primo Pac¨®n c¨®mo el teniente coronel Yag¨¹e hab¨ªa intentado que ning¨²n coronel recibiera mando. Franco no acept¨®, pero la Guerra Civil los hizo generales. Luego ser¨ªan el principal sost¨¦n de la dictadura.
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