Decisivo apoyo de los fascistas para el triunfo de los sublevados
La Rep¨²blica pidi¨® armas a Berl¨ªn. Hitler se decant¨® por Franco
El 18 de julio fue un semifracaso para los sublevados y un semitriunfo para el Gobierno. Pronto se transform¨® en una guerra que dur¨® tanto como la mitad del segundo conflicto mundial. Abandonados a su suerte, los rebeldes no hubieran podido imponerse. Las variables internacionales cambiaron de forma radical la naturaleza y perspectivas del conflicto. Franco recibi¨® ultrarr¨¢pidamente apoyo material, pol¨ªtico y diplom¨¢tico de las potencias fascistas. Las potencias democr¨¢ticas se retrajeron. La ayuda sovi¨¦tica, a partir de la mitad de octubre, puso a la Rep¨²blica en condiciones de resistir. Es una historia que no se ha documentado todav¨ªa con el detenimiento que merece.
Los italianos sab¨ªan cu¨¢ndo y c¨®mo iba a producirse el golpe, como ha argumentado Saz. Espa?a estaba cubierta por una densa trama de esp¨ªas fascistas, seg¨²n han mostrado Canali, Heiberg y Ros Agudo. Los brit¨¢nicos sospechaban lo que se ven¨ªa encima y captaron los telegramas que, desde T¨¢nger, lo anunciaron a Roma. Por lo dem¨¢s, los conspiradores no se hab¨ªan recatado de comunicarlo previamente a Londres, como ha analizado Moradiellos. Un rumor del que se ha hecho eco Dorril apunta a que uno de los ingleses que intervinieron en el alquiler del avi¨®n que traslad¨® a Franco desde Canarias era agente del MI6. Los nazis y los franceses no sospechaban nada. Los agentes de la Comintern en Madrid se vieron sorprendidos, como han indicado Elorza y Bizcarrondo. Tambi¨¦n lo fue el Comisariado del Pueblo para los Asuntos Exteriores (NKID).
Por orden estrictamente cronol¨®gico, la imbricaci¨®n internacional encierra sorpresas que no han aflorado a¨²n en la historia convencional. La Rep¨²blica solicit¨® a Francia peque?os suministros de material de guerra que, en principio, se declar¨® dispuesta a conceder. Tambi¨¦n apel¨® al Reino Unido en demanda de petr¨®leo para la flota. Londres se esquiv¨®. Veloces como el rayo, los sovi¨¦ticos estuvieron dispuestos a hacerlos, seg¨²n ha demostrado Rybalkin. La Rep¨²blica solicit¨®, en consecuencia, armas a Mosc¨². Tambi¨¦n lo hizo a Berl¨ªn. A diferencia de lo que subyace a los sesgados argumentos de Radosh y su equipo, la interacci¨®n de estas variables fue compleja. Bajo presi¨®n brit¨¢nica, los franceses se echaron para atr¨¢s. Hitler se decant¨® por Franco el 25 de julio. Mussolini lo hizo pocos d¨ªas m¨¢s tarde, sabiendo que Mosc¨² dudaba.
La ayuda de los dictadores fascistas salv¨® a Franco. Los aviones suministrados por Francia en los primeros d¨ªas de agosto no estaban listos para entrar en combate. No dispon¨ªan de armamento y necesitaban gasolina tetraetilada, que no exist¨ªa en Espa?a. Mientras tanto, los aviones alemanes cruzaban ya el Estrecho y, con los italianos, apuntalaron los focos de la rebeli¨®n en Andaluc¨ªa. La no intervenci¨®n aplicada por Par¨ªs y Londres incluso antes de que recibiera un apoyo general en Europa cerr¨® a la Rep¨²blica la posibilidad de acudir a arsenales estatales, con la relevante excepci¨®n de M¨¦xico. A finales de agosto Franco recib¨ªa suministros abundantes y regulares que los brit¨¢nicos segu¨ªan al minuto. No tard¨® en hacer las necesarias genuflexiones a los amigos italianos y pronto les prometi¨® alinear la pol¨ªtica espa?ola seg¨²n el modelo fascista.
?Y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, qu¨¦? No sab¨ªa demasiado bien lo que ocurr¨ªa en Espa?a. El primer informe de situaci¨®n que elabor¨® el Servicio de Inteligencia Militar (GRU) data del 7 de agosto. Ni ¨¦l ni los que se sucedieron pintaron un cuadro demasiado favorable. Cuando se les compara con los que compilaban los servicios de inteligencia brit¨¢nicos su parvedad es obvia. Stalin apunt¨® hacia un deslizamiento que control¨® f¨¦rreamente al comp¨¢s del deterioro de la situaci¨®n militar, la importante ayuda nazi-fascista y la retracci¨®n de las democracias. S¨®lo a principios de septiembre empez¨® a orientarse hacia suministros militares. A mitad se decidi¨® la formaci¨®n de lo que ser¨ªan las Brigadas Internacionales. A finales dio su propio paso al frente. En contraste con las especulaciones de Beevor, lo hizo sabiendo d¨®nde se met¨ªa. Las variables internacionales (estrat¨¦gicas, pol¨ªticas y econ¨®micas), prejuicios muy enraizados y percepciones muy diferentes sobre lo que estaba en juego determinaron la din¨¢mica de una gran parte de la evoluci¨®n militar desde el comienzo hasta el final de forma consistentemente negativa para la Rep¨²blica.
?ngel Vi?as publicar¨¢ en oto?o La soledad de la Rep¨²blica. El abandono de las democracias y el viraje hacia la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
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