Cr¨®nica de una nacionalizaci¨®n anunciada
Durante los ¨²ltimos a?os las empresas espa?olas han vivido semanas dram¨¢ticas en Am¨¦rica Latina. El retorno al populismo econ¨®mico en Per¨², Ecuador, Venezuela, Argentina y Bolivia pone de manifiesto la enorme volatilidad pol¨ªtica de una regi¨®n del mundo que a¨²n no se ha encontrado a s¨ª misma ni tampoco ha resuelto -salvo en los casos de Chile y M¨¦xico- la cuesti¨®n de cu¨¢l habr¨¢ de ser su papel en la econom¨ªa global. Am¨¦rica Latina fue en su momento la tabla de salvaci¨®n de las grandes empresas espa?olas de los sectores de infraestructura, energ¨ªa, servicios y banca, que se encontraban en una situaci¨®n precaria ante la construcci¨®n del mercado ¨²nico europeo de 1993.
En aquellos momentos, las empresas espa?olas carec¨ªan de la dimensi¨®n necesaria para competir en Europa. De no haber sido por su expansi¨®n latinoamericana, seguramente hoy algunas de esas empresas estar¨ªan siendo gestionadas desde otros pa¨ªses europeos como subsidiarias o filiales de otras empresas a¨²n mayores. La competitividad de la empresa espa?ola de infraestructuras y servicios se debe en gran medida a la dimensi¨®n y experiencia internacionales adquiridas al otro lado del Atl¨¢ntico.
Las empresas fueron ingenuas al asumir que se respetar¨ªan los pactos con presidentes autocr¨¢ticos
Para las empresas espa?olas la situaci¨®n actual es delicada pero en absoluto desesperada. Pese a los casos de nacionalizaci¨®n, de rescisi¨®n o de renegociaci¨®n de contratos decididos recientemente en Argentina, Per¨² y Bolivia, la mayor parte de los 100.000 millones de euros invertidos en la regi¨®n contin¨²an generando beneficios importantes. A¨²n m¨¢s, esas inversiones est¨¢n contribuyendo al desarrollo de las econom¨ªas latinoamericanas en general.
La naturaleza de esos cambios, y las dificultades pol¨ªticas asociadas, deber¨ªan dar pie a una reflexi¨®n sobre el modo de operar de las empresas espa?olas. A menudo, las condiciones iniciales de entrada en Am¨¦rica Latina fueron pactadas con presidentes que quer¨ªan modernizar sus respectivos pa¨ªses, pero que no siempre contaban con un respaldo popular s¨®lido o genuino. Fueron en muchos casos presidentes que incurrieron en actuaciones de dudosa legalidad o cuyas pol¨ªticas terminaron siendo impopulares (Fujimori en Per¨², Menem en Argentina, Banzer en Bolivia, etc¨¦tera).
Las empresas espa?olas fueron, en el mejor de los casos, un tanto ingenuas al asumir que las condiciones pactadas con presidentes autocr¨¢ticos iban a ser respetadas por sus sucesores. Ante el futuro, la primera consideraci¨®n que deber¨ªa tener en cuenta la empresa espa?ola deber¨ªa ser la de procurar competir sobre la base de tecnolog¨ªa y capacidades directivas en lugar de tratar de beneficiarse de los privilegios o licencias otorgados por el presidente de turno.
Pero las empresas no son las ¨²nicas responsables. La diplomacia espa?ola suele reaccionar a las crisis pol¨ªticas en Am¨¦rica Latina m¨¢s que anticiparse a ellas. La comunicaci¨®n -y mucho menos la colaboraci¨®n- entre la empresa y la diplomacia es casi inexistente. Bien es cierto que estos problemas no se pueden atribuir tampoco a nuestro servicio exterior, que carece de los medios y del personal adecuados para defender los crecientes intereses econ¨®micos y financieros de Espa?a en el extranjero. Los problemas de empresas tan emblem¨¢ticas como Telef¨®nica, Repsol o Endesa en Argentina, Per¨² o Bolivia debieran producir el empuje necesario para un replanteamiento a largo plazo de sus estrategias competitivas as¨ª como de los ejes de la pol¨ªtica exterior espa?ola.
Sin abandonar Am¨¦rica Latina, las empresas espa?olas llevan al menos un par de a?os tratando de reequilibrar su presencia internacional a favor de zonas con riesgos pol¨ªticos menos pronunciados, tales como Europa, Am¨¦rica del Norte e incluso el Este de Asia. Queda todav¨ªa por realizar la tarea m¨¢s ardua, la de crear en Espa?a centros de excelencia en lo que al conocimiento y la predicci¨®n de los cambios pol¨ªticos se refiere. Instituciones como el Real Instituto Elcano, el CIDOB o Casa Asia podr¨ªan servir de base a ese prop¨®sito.
La din¨¢mica de cambio -pol¨ªtico, econ¨®mico, social- en el entorno global es permanente. Muchas de esas alteraciones no son f¨¢ciles de anticipar. Todas las empresas del mundo se enfrentan a la misma situaci¨®n, pero resulta llamativo observar que algunas los gestionan mejor que otras: minimizan m¨¢s acertadamente los efectos negativos sobre sus operaciones.
El t¨ªtulo de este art¨ªculo podr¨ªa dar la impresi¨®n de que los cambios pol¨ªticos adversos para los inversores extranjeros est¨¢n escritos, o pueden predecirse. No se trata de exigir a los directivos empresariales el conocimiento de lo que va a ocurrir, sino de anticiparse a los cambios estructurando las inversiones y las operaciones del d¨ªa a d¨ªa de tal manera que los efectos sean de la menor intensidad posible.
Las tres recomendaciones m¨¢s ¨²tiles son sencillas de formular, aunque a menudo se olvida su importancia en medio del frenes¨ª que suele caracterizar los procesos de inversi¨®n en el extranjero. Primero, nunca se debe invertir en un pa¨ªs simplemente porque el Gobierno anfitri¨®n ofrezca alg¨²n tipo de incentivo o trato especial, puesto que tales privilegios tan pronto se dan como se quitan. Las inversiones deben tener su propia l¨®gica interna. Segundo, se deben evitar pa¨ªses en los que el titular del poder ejecutivo -el presidente- goce de autonom¨ªa con respecto a los poderes legislativo y judicial, dado que el inversor carecer¨¢ de opciones para defender sus intereses en caso de que el Ejecutivo cambie las condiciones operativas. Por ¨²ltimo, la alta direcci¨®n de una empresa nunca puede culpar a un determinado Gobierno de perjudicar sus intereses. El trabajo del directivo consiste no solamente en lanzar productos al mercado y contabilizar beneficios, sino tambi¨¦n en anticiparse a los cambios, ya sean econ¨®micos, tecnol¨®gicos o pol¨ªticos.
El buen directivo nunca escurre el bulto; en toda organizaci¨®n, la responsabilidad siempre llega hasta la c¨²spide.
Mauro F. Guill¨¦n es catedr¨¢tico de Direcci¨®n Internacional de Empresas en Wharton School. Emilio Ontiveros es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Empresa en la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Ambos pertenecen al Consejo Acad¨¦mico de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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