La oportunidad de su vida
?scar Pereiro y Carlos Sastre se juegan en la contrarreloj de hoy el triunfo final ante Floyd Landis
Carlos Sastre era hasta el jueves un maillot abierto hasta el ombligo, un pecho blanco sobre el que rebotaba r¨ªtmicamente un crucifijo, la viva imagen de la fe que mueve monta?as, unos grandes dientes en proa, abriendo camino, comiendo el aire, mordiendo el tiempo. Un cuerpo de escalador desaforado, miedo en los descensos, un hombre con una misi¨®n que cumplir fiel a su cita.
?scar Pereiro era en los Alpes la elegancia, la compostura, Hugo Koblet m¨¢s o menos, ni un pelo fuera de lugar, sonrisa blanca sobre un rostro negro, casco amarillo, maillot amarillo, guantes rojos, polar amarillo, calcetines rojos, mirada tranquila dirigida al manillar, a la pantalla que le marca las pulsaciones de su coraz¨®n, un fun¨¢mbulo cuesta abajo. Un hombre a la altura de su disfraz.
Floyd Landis ha sido, a su lado, una m¨¢scara. Una postura fijada con molde sobre la bicicleta. Una cadera r¨ªgida, codos a escuadra, mirada fija en la nada, oculta. Cuesta arriba, cuesta abajo, en el sufrimiento, en mitad de la p¨¢jara, y en el gozo, camino de la haza?a. Inmutable.
Los dos espa?oles que quieren ganar el Tour querr¨ªan ser hoy Landis, el Landis de todos los d¨ªas, querr¨ªan tener su peso, su pose sobre la bicicleta, su postura aerodin¨¢mica cientos de veces ensayada en el t¨²nel del viento. Querr¨ªan tener un rostro inescrutable, que nadie supiera si est¨¢n bien o mal, protegida la nuca por la cola del casco aerodin¨¢mico. Mientras a Landis, el norteamericano que antes de la contrarreloj de 57 kil¨®metros est¨¢ a 30s de Pereiro, a 18s de Sastre, le valdr¨¢ con ser el de siempre para derrotarlos, ellos necesitar¨¢n transformarse. Ser como Landis. Contrarrelojistas innatos. Hombres solitarios de largas rectas sin horizonte. Olvidarse de sus dientes, de su casco a juego, de su pecho y de su crucifijo. De ah¨ª la dificultad de su empresa.
No ser¨¢n dos contra uno, sino uno contra uno y contra uno. Tres individualidades en busca de la gloria. Rivales sin m¨¢s. No enemigos. Ayer, en la etapa de transici¨®n de los Alpes a la llanura, a la caldera del valle del R¨®dano, que los ciclistas corrieron con un ojo en el d¨ªa anterior y el otro en hoy, en el d¨ªa en que comenz¨® su transformaci¨®n, Sastre, cuyo lema, grabado a fuego en su cabeza, es "ilusi¨®n, respeto, sacrificio, sufrimiento", se acerc¨® a Pereiro, que se estaba bebiendo una coca cola, para preguntarle si estaba enfadado porque el d¨ªa anterior, el de la exhibici¨®n de Landis, su equipo, el CSC de Riis, no hab¨ªa colaborado. "Qu¨¦ va", le dijo el gallego. "La verdad es que no me gust¨® lo que hicisteis, pero all¨¢ vosotros. De todas maneras el que pudo haber perdido el Tour con ello eres t¨², no yo". Despu¨¦s, en la meta, un periodista de la televisi¨®n francesa le pregunt¨® a Pereiro, cuya ambici¨®n es un ap¨¦ndice imprescindible de su personalidad, cuya cabeza es tan dura como el granito de su Porri?o, si en la contrarreloj luchar¨ªa para lograr un puesto en el podio, para evitar ser cuarto, a lo que Pereiro, sorprendido, respondi¨®: "No, yo voy a luchar para ganar el Tour".
Una respuesta a lo Anquetil, mismamente, el ciclista normando que en 1964, despu¨¦s de que Poulidor le dejara en la ascensi¨®n del Puy de D?me, nada m¨¢s llegar a la meta, acalorado, sin aire, como Pereiro el jueves en Morzine, se sent¨® en el cap¨® del coche de su director. Una pregunta se le form¨® en la boca. ?Cu¨¢nto? "Conservas el maillot amarillo por 14 segundos" -12, le habr¨ªan dicho a Pereiro-. "Me sobran 13", respondi¨® el normando, a quien Pereiro podr¨ªa haber imitado diciendo me sobran 11. El ¨²ltimo d¨ªa, en la contrarreloj, Anquetil, el gran especialista del siglo XX, aument¨® su ventaja en 41 segundos m¨¢s. Fue aquella una de las dos ocasiones en que el maillot amarillo lleg¨® hasta Par¨ªs en un Tour ganado por menos de un minuto de diferencia, y mediando una contrarreloj final. La otra ocasi¨®n fue en 1977, cuando Th¨¦venet super¨® finalmente a Kuiper por 48s.
En otras tres ocasiones el ganador del Tour se decidi¨® por menos de un minuto en una contrarreloj y en las tres sali¨® derrotado quien parti¨® con el maillot amarillo, lo que no es buena noticia para Pereiro. En 1989, Fignon, que sal¨ªa con 50s de ventaja, perdi¨® por 8s ante LeMond en la contrarreloj de 24,5 de Versalles. En 1968, Janssen gan¨® el Tour por 38s, pese a partir con una desventaja de 16s ante el belga Van Springel en la contrarreloj de La Cipale, de 55,2 kil¨®metros. Y en 1987, el espa?ol Perico Delgado no pudo conservar ante el irland¨¦s Roche la ventaja de 21s con que parti¨®, maillot amarillo en sus espaldas, en la contrarreloj de 38 kil¨®metros de Dijon. Perdi¨® el Tour por 40s.
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