Guerras falsas
Tratando de esquivar las horripilantes im¨¢genes de las bombas de Beirut y los cohetes de Haifa, el telespectador busca un respiro en Channel n? 4 (Cuatro), que en su pen¨²ltimo d¨ªa de la temporada planteaba una guerra de sexos. ?La tragedia repetida en clave de farsa? Por desgracia, Ana Garc¨ªa Si?eriz y Boris Izaguirre no consiguen que los dos bandos disputen con mesura, y el programa se convierte en un guirigay ordinario, en el que destacan las chuler¨ªas agresivas del humorista Pablo Motos, l¨ªder de la facci¨®n masculina. Motos dice que las mujeres se distinguen por sus "pieles muertas", lo tienen todo falso y llevan repugnantes bragas color carne. La m¨¢s lanzada del grupo femenino, Vicky Berrocal, sale respondona, pero lo que se le ocurre como arma de r¨¦plica es confesar que no s¨®lo bragas: ella lleva hasta fajas color carne. Consciente del merd¨¦, Boris toca un pito; nadie se da por aludido. Otra de las contendientes, Rosetta Forner, muestra al menos humor cuando los hombres, en el culmen de la originalidad, sostienen que a las mujeres lo que de verdad les gusta es ir de compras y hacer devoluciones: "En efecto, yo adquir¨ª un marido y enseguida lo devolv¨ª".
Por la noche, La 2 repite muy pertinentemente un reportaje del a?o pasado, L¨ªbano, el equilibrio fr¨¢gil, y volvemos a las guerras no simuladas. Una asesora del Gobierno liban¨¦s declara que la paz entonces vivida (fue entrevistada antes del asesinato del primer ministro Hariri en febrero del 2005) se asentaba en bases err¨®neas, porque en su pa¨ªs el poder no lo ostenta la sociedad civil sino los clanes religiosos. Uno de sus representantes, el druso Walid Jumblatt, dice que "el futuro es el estado laico". Ahora sabemos cu¨¢l era el inmediato futuro de ese atormentado pa¨ªs. Los informativos hablan m¨¢s de los bombardeos que de los efectos letales del fanatismo teocr¨¢tico. En la zona hay tres.
Ayer viernes, los programas del coraz¨®n de Tele 5 y TVE-1 eran optimistas: Juli¨¢n Mu?oz ingresa en la c¨¢rcel, pero la Pantoja se va a dar un concierto en Alicante. La copla como paliativo de la desdicha.
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