El listillo de la televisi¨®n
Estrella de la m¨¢xima audiencia, icono de la modernidad y el ¨²ltimo actor prodigio infantil. Eduardo Casanova es Fidel, el original personaje de un ni?o amanerado en la serie 'A¨ªda', que lo ha puesto en boca de todos. As¨ª es la vida en la cresta de la ola a los 15 a?os
Los niveles de contaminaci¨®n se pelean con los de temperatura otra sofocante tarde de finales de mayo en Madrid. Dos perros ladran y, gracias al cielo, la brisa corre en este patio de una casa de una sola planta que desaf¨ªa el paisaje constructivo de Lucero. Un barrio obrero del sur donde la gente parece astuta y sencilla. Sentados a la fresca, Amparo y Paco siguen con indisimulado orgullo las gestiones de su nieto; la joven y espigada estrella televisiva busca un radiotaxi.
Eduardo Casanova tiene 15 a?os, rizos negros mojados, ojos de azul trasl¨²cido, camiseta rosa chill¨®n, unos vaqueros rotos de f¨¢brica y una bolsa de tela blanca en la que carga de todo. Un aspecto distinto al de su personaje en A¨ªda, la serie con la que unos cuatro millones le r¨ªen las gracias cada domingo. En ella, todo gafas, camisas a cuadros y n¨¢uticos, es Fidel, "un chico fino, repipi e inteligente", en un barrio deprimido de una ciudad cualquiera. "Y homosexual, claro, aunque nunca se diga".
M¨¢s all¨¢ de la ropa, existen similitudes entre Eduardo y Fidel. Ambos son chavales tremendamente despiertos, con una inteligencia desafiante y muy habladores. Lo tienen todo para exasperar, pero enternecen. Y son maduros para su edad, como demuestra Eduardo todo el rato. Cuando define sus credos ("me deprimen los dentistas y los d¨ªas nublados") o al o¨ªr en una calle de Malasa?a las dedicatorias desagradables de un grupo de macarrillas. "Te acostumbras. Sarna con gusto no pica", dice, y aprieta el paso para librarse de esa mezquindad tan t¨ªpica de la adolescencia. "?Qu¨¦ vas a hacer? ?Comerte la cabeza y pasarlo mal? Pues no. T¨² eres como eres y punto; al que no le guste, que no mire". A su lado camina Amparo, madre de seis hijos, abuela de Eduardo, y otros siete nietos, y una de sus mejores amigas. Desde que lleg¨® la fama, se ha convertido en su sombra. Le acompa?a a estrenos de cine, sesiones de fotos, plat¨®s de televisi¨®n o encuentros con la prensa. Hasta hace apariciones en la serie cuando su nieto insiste. Pero, sobre todo, cuida del ni?o cuando sus padres, gente ocupada, no pueden. Ya antes eran u?a y carne. Se comprueba, por ejemplo, cuando el ni?o duda de si conoce tal o cual pel¨ªcula. Pregunta: "?Abuela, la hemos visto? Si ella dice que no, pues no. Vemos todas juntos". Y sigue revolviendo fren¨¦ticamente en la maleta de ropa del estilista, y propone ideas imposibles: "?Por qu¨¦ no hincho un globo y luego con el Photoshop lo pint¨¢is de leopardo. ?Ser¨ªa la bomba!".
A una distancia prudente, Miguel, su padre, corrobora tanta pasi¨®n por la moda: "A m¨ª me dice: 'Mira, pap¨¢, que eso es tendencia'? Me trae loco? Siempre ha sido un chico list¨ªsimo. Cuando era un cr¨ªo en pa?ales, ya te daba unas conversaciones en la playa? No te miento si te digo que aprendi¨® a hablar antes que a andar".
Edu? ?Te consideras una persona precoz?
S¨ª. Tanto en el mundo art¨ªstico como en otros aspectos de la vida.
?Maduro?
No me parecer¨ªa adecuado decirlo. A lo mejor, por las circunstancias de estar grabando una serie? llevo una vida m¨¢s propia de los 30 a?os que de un ni?o de 15. A lo mejor mi madurez s¨ª se ha adelantado.
?C¨®mo te ves a los treinta?
No s¨¦ lo que har¨¦ dentro de cinco minutos, con que? Espero que alto y guapo
?No perder¨¢s la cabeza? Ser¨ªa lo m¨¢s normal
Confiemos en que no suceda. Pienso que sigo con los pies en el suelo. Nunca puedes estar seguro. Cuando se te sube la fama, creo que ni te das cuenta. Por la gente que tengo alrededor, s¨¦ que no suceder¨¢. Mis padres, mi abuela, mis cuatro amigas del alma: Alicia, Elena, Marina e Isabel?
?Tienes muchos amigos?
Soy muy sociable. Pero siempre he tenido m¨¢s amigas que amigos. El sexo femenino me parece m¨¢s inteligente. Lo que pasa es que chicos y chicas tienden a relacionarse s¨®lo entre s¨ª. Somos as¨ª de originales.
?Qu¨¦ haces para divertirte?
?Sabes lo que pasa? Yo te dir¨ªa lo que me gusta hacer, pero como siempre me preguntan lo mismo y, evidentemente, no voy a mentir, siempre sale alguien para criticarme. Prefiero no decirlo.
Te refieres a que dise?as ropa, escribes novelas, haces punto o filmas cortos?
Como siempre lo digo, parece que molesta.
?Qu¨¦ hiciste con tu primer sueldo?
Yo no tengo sueldo. [Risas]. Lo tengo, evidentemente, pero no es m¨ªo, ni me paro a pensar en qu¨¦ lo gasto. Sigo mi vida sin hacer excesos. Me gasto tanto en ropa como antes. Compro mucha.
?Y eso del punto?
Es muy f¨¢cil. Mi madre me ense?¨®.
?Te has enamorado alguna vez?
?Oye! Eso es digno del Aqu¨ª hay tomate.
La pregunta no es de qui¨¦n, sino si ha sucedido.
Yo estoy enamorado de la vida. Como en una canci¨®n rom¨¢ntica y cutre.
?Has cogido ya tu primera borrachera?
No he probado el alcohol. Creo que hay que probarlo todo, pero no que haya que beber para divertirse.
Y deprimirte? ?Ya sabes lo que es?
Todo el mundo lo sabe. Hasta los que me insultan. Son maleducados, pero personas.
Hoy es un d¨ªa tranquilo en la vida del ni?o. Colegio por la ma?ana y fotos por la tarde. No es lo m¨¢s habitual. El plan se suele parecer m¨¢s al de un mi¨¦rcoles de un par de semanas despu¨¦s. La cita ser¨¢ en la casa de sus padres. A las 8.00, un enorme Peugeot lo recoge para llevarlo al plat¨® de A¨ªda, fuera de Madrid. Hoy, la teleserie se graba con p¨²blico. Apretujados en las gradas, decenas de chavales de la edad de Eduardo que han cogido un autob¨²s a las 4.00 en Mall¨¦n (Zaragoza) para ver las tripas a la tele, se dan codazos, se ponen rojos y se?alan a los actores durante el descanso. Una se?ora le cuenta a otra que su favorito es Fidel. ?l llega, rueda una secuencia y corre a cambiarse. Un Mercedes con asientos de cuero lo espera para llevarlo al colegio. Tiene un examen de Tecnolog¨ªa. "Al Parque de Atracciones, por favor", pide al ch¨®fer en broma. Abre un libro de texto y se repasa la lecci¨®n. "?T¨² sabes qu¨¦ es un amper¨ªmetro?".
Si no fuera por la serie, Eduardo no tendr¨ªa problema en aprobar las asignaturas. "Menos las matem¨¢ticas", admite. Tanto faltar a clase est¨¢ pasando factura, sobre todo este curso y en este colegio a cuya puerta lo recoger¨¢ el Mercedes terminado el examen para volver a grabar. El pr¨®ximo quiz¨¢ se cambie a otro m¨¢s dispuesto a ayudar a ni?os actores.
"Se tienen que enrollar un poco, porque los horarios no son los mismos; les tienen que cambiar ex¨¢menes, hacerse cargo?", opina Paco Le¨®n, compa?ero de reparto en A¨ªda. Antes, el actor sevillano se hab¨ªa admirado al recordar el discurso de agradecimiento pronunciado por Eduardo la noche anterior (26 de junio, d¨ªa del orgullo) al recoger el premio que le concedieron los lectores de la revista Shangay Express, semanario gratuito enfocado al p¨²blico homosexual, como mejor actor del a?o por su papel en A¨ªda. M¨®nica Cervera y Javier C¨¢mara estaban nominados. Con el galard¨®n en la mano, Eduardo dijo que se lo dedicar¨ªa a mucha gente y que por eso se lo dedicaba a una sola persona. A su personaje. "Porque a¨²n hay muchos Fidel que a¨²n tienen que sufrir maltrato por ser diferentes", dijo. La ovaci¨®n fue impresionante.
Y si hab¨ªa duda, la consagraci¨®n como icono gay, definitiva. "La homosexualidad es algo que la mayor¨ªa en el siglo XXI ha aceptado", dice Eduardo. "Con los que no? no se puede hacer nada. Estoy encantado de ser un icono gay. Me parecen personas estupendas". Este sentimiento rec¨ªproco parece tambi¨¦n compartido por la modernidad. Todo empez¨® cuando la revista de tendencias Vanidad coloc¨® a Eduardo en la portada de su n¨²mero de febrero. En mayo, fue "columnista invitado". Con una cr¨ªtica/cr¨®nica social del estreno de Volver.
Escribiste: "Dulce tortilla compuesta de besos y mucho aire, con una pizca de surrealismo (algo muy caracter¨ªstico de Almod¨®var) y llena de l¨ªos". ?Tanto te gust¨®?
Me encant¨®. Adem¨¢s pude conocer a Olvido [Gara, Alaska]. Nos cruzamos, le di un abrazo. Le dijo a mi abuela que ten¨ªa un nieto incre¨ªble. Imag¨ªnate. No soy muy mit¨®mano, aunque lo parezca, que lo parece. A Divine [actriz y transformista de los setenta] me hubiese encantado conocerla. Y trabajar con [el director] John Waters.
?Has visto sus pel¨ªculas?
?Claro! Cosas de hembras; Vivir desesperadamente; Pink Flamingos, que me regal¨® un amigo m¨ªo, Hairspray? La mayor¨ªa requieren DVD multizona? A m¨ª, la electr¨®nica no me gusta. Voy a lo f¨¢cil. Yo? VHS.
Ni la electr¨®nica ni las matem¨¢ticas.
Demasiado fr¨ªo y recto. Tengo un MP3. Lo que m¨¢s me gusta escuchar es Alaska, los ochenta y la m¨²sica disco. Donna Summer.
?Cu¨¢l es tu canci¨®n favorita de Alaska?
Todas. Tambi¨¦n me gusta Almod¨®var & McNamara. Fabio McNamara es incre¨ªble.
?Has escuchado su ¨²ltimo disco?
No. ?C¨®mo se titula?
'Mariclones'.
[Carcajada]. ?Me encanta! Voy a intentar ir a Par¨ªs a una exposici¨®n de Almod¨®var.
?Has estado alguna vez en el extranjero?
No. Cuando tenga tiempo.
?En qu¨¦ ¨¦poca te gustar¨ªa haber vivido?
En los ochenta. En la movida madrile?a. Creo que habr¨ªa encajado.
?Qu¨¦ personaje te habr¨ªas pedido ser?
McNamara. O Patty Diphusa.
La de los cuentos de Almod¨®var?
Son una obra maestra. Me los regal¨® mi t¨ªa Paqui. ?En qu¨¦ momento me los regal¨®! ?Lo que me he podido re¨ªr!
Y recita de memoria un p¨¢rrafo del libro, irreproducible por demasiado largo y bestia. No cuesta adivinar lo que el prestigioso director de casting Luis San Narciso (el de Mar adentro) advirti¨® cuando Eduardo entr¨® en una sala de la productora Globomedia para hacer una prueba. "Se me abri¨® el cielo", recuerda San Narciso. "Me hab¨ªan encargado un personaje imposible, y ah¨ª estaba. Me pareci¨® un chico extremadamente inteligente, con todo lo bueno y lo malo que tiene, y un gran actor".
A aquella prueba, Eduardo lleg¨® como el cr¨ªo que hab¨ªa hecho algo de interpretaci¨®n desde que a los ocho dijo a sus padres que quer¨ªa ser actor. Con el primer cap¨ªtulo de A¨ªda ya qued¨® claro que Fidel, concebido como personaje epis¨®dico, ser¨ªa una gran baza c¨®mica en la serie.
Lo que vino despu¨¦s era m¨¢s dif¨ªcil de prever. Lo que llegar¨¢, imposible. Paco Le¨®n ignora si veremos envejecerlo ante las c¨¢maras. "Tiene un potencial enorme en lo que sea. Lo veo como un artista total. Desconozco c¨®mo ser¨ªan Dal¨ª o McNamara a los 15, pero a m¨ª ¨¦l me da lecciones de vida". Es la clase de sentimientos que Eduardo provoca en los adultos que lo rodean. Admiraci¨®n, cierta aprensi¨®n y ganas de protegerlo de los reveses de la fama.
?Qu¨¦ har¨ªas si ma?ana al despertarte descubrieses que todo ha sido un sue?o?
Ser¨ªa una pesadilla, porque me encanta lo que hago. Pero como s¨¦ que se acabar¨¢? pues tendr¨¦ que asumirlo y buscar cosas nuevas. A estas alturas ya s¨¦ que todo lo que empieza, termina.
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