La mano
En un momento de clarividencia dijo Michael Corleone: "He tratado de regenerarme y de hacer negocios legales, pero cuanto m¨¢s alto he ascendido en la escala social, m¨¢s mierda he encontrado". Se trata de un principio que resume de un modo canalla toda la filosof¨ªa que Kant expuso en Cr¨ªtica de la raz¨®n pr¨¢ctica. Por mi parte, en las raras ocasiones en que he asistido a un c¨®ctel donde hab¨ªa grandes financieros, promotores inmobiliarios y empresarios famosos, en el momento de saludar a cualquiera de ellos bajo el flas de los fot¨®grafos, siempre he pensado que esa foto saldr¨ªa en los peri¨®dicos el d¨ªa en que este personaje fuera desenmascarado. En cualquier boda, bautizo o acto social, uno nunca sabe a qui¨¦n da la mano, si a un fil¨¢ntropo muy conocido que lleva dentro a un secreto rufi¨¢n o a ese caballero beato y melifluo que se destapar¨¢ asesinando a una puta. La buena sociedad est¨¢ muy barajada y en ella una misma persona puede ser al mismo tiempo mafioso y patriota, santo y pederasta, moralista y corruptor de menores, pol¨ªtico honorable y ladr¨®n. Juntarse con esa gente es muy peligroso, pero hay una diferencia. El acto ignominioso que cometa alguno de izquierdas contaminar¨¢ a todo el partido, a su familia y a sus amigos; en cambio, si es de derechas, su caso ser¨¢ contemplado como un hecho aislado y todos los correligionarios formar¨¢n un c¨ªrculo para defenderlo creando un cord¨®n de silencio a su alrededor. Salir en los peri¨®dicos d¨¢ndole la mano a un g¨¢nster no perjudicar¨¢ tu futuro si piensas dedicarte a los negocios, aunque arruinar¨¢ para siempre tu imagen si eres un esteta d¨¢ndole a la batidora de la belleza. Dijo Pascal hace ya varios siglos: "Todo lo malo que en la vida me ha pasado ha sido por salir de casa". Pese a todo, hay que arriesgarse. Tal vez uno pueda mantenerse incontaminado si se dedica a plantar tomates en el huerto de atr¨¢s, a escribir versos y a guisar potajes pensando en Virgilio. De cualquier forma, tal como est¨¢ el mundo, si la imagen propia es un don que vale la pena preservar dentro de la est¨¦tica, uno no corre ning¨²n riesgo si se junta con marineros, con artistas bohemios, con mendigos y desheredados. Pero toda la biograf¨ªa que has tratado de cuidar quedar¨¢ arruinada con una sola fotograf¨ªa: aquella en que apareces sonriendo abrazado a un personaje que simulaba ser un benefactor de la humanidad y que ahora sale en la primera p¨¢gina de todos los peri¨®dicos entrando en prisi¨®n con una maleta de Vuitton en la mano.
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