Vuelta al cole
Seis a?os despu¨¦s de su estreno barcelon¨¦s, la reposici¨®n del montaje de Lohengrin del director alem¨¢n Peter Konwitschny que cierra la temporada del Liceo ha superado, y con nota, la rev¨¢lida del paso del tiempo. En unos tiempos demasiado proclives a los montajes de usar, provocar y tirar, su arriesgada propuesta -sit¨²a la acci¨®n de la ¨®pera en una escuela prusiana y convierte a sus personajes en adolescentes insatisfechos, incapaces de construir el mundo justo y feliz que encarna Lohengrin- mantiene fresca su capacidad de sorprender, irritar y, finalmente, emocionar al espectador. No se ha repetido el monumental esc¨¢ndalo que provoc¨® su estreno en 2000. S¨®lo unos tibios abucheos, ahogados por el fragor de los bravos. Claro que, al ser funciones fuera de abono (hasta el 30 de julio), a nadie se obliga a tragar un plato que no sea de su agrado, as¨ª que, probablemente, muchos wagnerianos que en su d¨ªa se sintieron humillados y ofendidos, optaron por quedarse en casa y, ahorrarse un berrinche.
Lohengrin
De Wagner. Int¨¦rpretes principales: John Treleaven, Emily Magee, Luana DeVol, Hans-Joachim Ketelsen, Reinhard Hagen, Robert Bork. Orquesta y coro del Teatro del Liceo. Director musical: Sebastian Weigle. Direcci¨®n de escena: Peter Konwitschny. Coproducci¨®n de la ?pera de Hamburgo y el Gran Teatro del Liceo. Liceo, Barcelona, 21 de julio.
No hay cambios significativos, s¨®lo algunos retoques, porque los cimientos de su radical propuesta son s¨®lidos: conocimiento exhaustivo de la partitura, reflexi¨®n sobre el mensaje que el compositor quiere trasladar al p¨²blico y una meticulosa direcci¨®n de actores que no deja cabos sueltos. Sigue irritando al principio, porque reducir la reuni¨®n de nobles sajones, turingios y brabanzones a una clase de alumnos indisciplinados que se tiran bolitas y avioncitos de papel, no es f¨¢cil de digerir. Pero, si se aceptan las reglas del juego, Konwitschny te explica en su dramaturgia las ideas musicales de Wagner con una inusual capacidad de penetraci¨®n en el alma de los personajes. Lohengrin es la historia de un fracaso colectivo, el de una sociedad incapaz de asumir el mensaje de paz y amor del h¨¦roe wagneriano. Y ese drama colectivo, que destruye con violencia la utop¨ªa de un mundo feliz tras dejar un reguero de discordias, peleas, delaciones, celos y envidias, y tambi¨¦n ingenuidad y candidez, adquiere estremecedora autenticidad en una escuela. ?Bravo, Konwitschny!
En seis a?os han mejorado, y mucho, la orquesta y el coro del Liceo. Sebastian Weigle sac¨® lo mejor de ellos en un fino trabajo. La sensacional actuaci¨®n esc¨¦nica y vocal del coro, y el notable rendimiento de la orquesta, con su director musical al frente, se llevaron merecidamente los mayores aplausos de la velada. L¨¢stima que no podamos decir lo mismo del reparto, manifiestamente mejorable. Volv¨ªa a meterse en la piel de Lohengrin el tenor John Treleaven, a quien el Liceo conf¨ªa con tediosa reiteraci¨®n todos los grandes papeles wagnerianos. Esta vez decepcion¨® por falta de efusividad y por tosquedad en el fraseo, y encima acab¨® sin fuelle en un In fernem Land bastante penoso. Estuvo bien en su debut lice¨ªsta la soprano Emily Magee, Elsa.
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