?Por qu¨¦ lo llaman competitividad cuando quieren decir 'management'?
Cuando una econom¨ªa crece m¨¢s de dos puntos que los pa¨ªses de su entorno, genera casi la mitad del empleo del ¨¢rea econ¨®mica en la que est¨¢ integrada y las empresas que operan en su territorio disponen de suficiente capacidad ociosa y de mano de obra inmigrante a la carta, el sentido com¨²n llevar¨ªa a concluir que las tensiones inflacionistas no existen, que la productividad es elevada y que, por ende, el sector exterior contribuye positivamente al crecimiento. Este pa¨ªs pod¨ªa ser Espa?a, pero, desgraciadamente, no lo es.
Lo cierto es que nuestra inflaci¨®n excede dos puntos a la de nuestros competidores directos, nuestra productividad es casi cero y el sector exterior resta dos puntos al PIB. Con este panorama, alardear de super¨¢vit presupuestario es tanto como consagrar el efecto impositivo de la inflaci¨®n y, al mismo tiempo, enterrar por segunda vez a Keynes.
Pensar que los planes de competitividad sectoriales suponen una pol¨ªtica conveniente resulta simplista y tramposo
Nuestra sequ¨ªa no es solo h¨ªdrica, sino que, probablemente, tambi¨¦n sea estrat¨¦gica. Desde el plano auton¨®mico, suponer que las referencias ad nauseam a la I+D, a los planes de competitividad sectoriales, a los observatorios empresariales, a la gracia de la subvenci¨®n, etc... son pol¨ªticas convenientes para cambiar las cosas, es simplista y tramposo. Desde el escenario nacional, considerar que el Plan de Dinamizaci¨®n de la Econom¨ªa Espa?ola, o el Plan Nacional de Reformas remitido a Bruselas en octubre de 2005 en cumplimiento de la Agenda de Lisboa, pueden mejorar el bienestar futuro de los espa?oles es hacer de la cosm¨¦tica una ciencia econ¨®mica.
La econom¨ªa espa?ola s¨®lo alcanzar¨¢ un grado de robustez tranquilizante si nuestras empresas son m¨¢s productivas. El incremento de la productividad tiene como efecto inmediato una mayor eficiencia, es decir, menores costes y mejoras en la calidad de los productos. Gracias a ello se posibilita tanto la profundizaci¨®n de los mercados existentes como la expansi¨®n a otros nuevos, lo que conduce a mejoras en el empleo, en los beneficios empresariales, en la inversi¨®n y en el consumo v¨ªa salarios y precios. Adem¨¢s, es preciso contemplar los efectos inducidos en el cuadro macroecon¨®mico: menor inflaci¨®n, mayor recaudaci¨®n fiscal, mejores tipos reales de inter¨¦s, etc.
Este c¨ªrculo virtuoso fue reiteradamente esgrimido por el ex responsable de la Reserva Federal, Alan Greenspan, para hablar del "nuevo paradigma", en el que la alta productividad derivada del potencial tecnol¨®gico instalado en EE UU, unido a la gesti¨®n empresarial del mismo, permit¨ªa crecer sin graves peligros inflacionistas, aunque era necesario vigilar la redistribuci¨®n de la renta.
Dado que el empleo en nuestro pa¨ªs tiene un comportamiento tendencial adecuado en los ¨²ltimos diez a?os, salvo en los aspectos de calidad, y la inversi¨®n se mueve a buen ritmo, habr¨¢ que buscar en la Productividad Total de los Factores -concepto que incluye la utilizaci¨®n de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, la innovaci¨®n, la capacidad gerencial, la transparencia de los mercados, etc...- los or¨ªgenes de que el diagrama de nuestra productividad sea plano. De entre estos factores, probablemente los m¨¢s necesarios en Espa?a sean los que tienen que ver con la disposici¨®n de una adecuada arquitectura organizativa en nuestras empresas y con la reafirmaci¨®n de una voluntad de reclutamiento, y de retenci¨®n, de directivos aut¨¦nticamente profesionales, que dispongan de una visi¨®n amplia de los negocios en un escenario global. La productividad es, ante todo, un signo de eficiencia empresarial y de buen management.
Trabajos desarrollados por la consultora Mckinsey y la London School of Economics, evidencian como factores estrat¨¦gicos del ¨¦xito empresarial la calidad del equipo directivo y la estructura organizativa, todo ello con independencia del pa¨ªs o de la industria en las que operan. Lo importante es c¨®mo operan, no d¨®nde operan. An¨¢logamente, estudios emp¨ªricos llevados a cabo por el Proudfoot Consulting evidencian grandes ganancias en productividad, simplemente mejorando de manera significativa las gestiones corrientes de planificaci¨®n, control y supervisi¨®n de operaciones y personas, propiciando la comunicaci¨®n en el interior de la empresa, terminando con enfoques sociales caducos basados en el command and control y en el micromanagement, propiciando sistemas de valoraci¨®n del personal en funci¨®n de resultados etc...
El recientemente fallecido Peter Drucker, creador de la consultor¨ªa de gesti¨®n, calificar¨ªa nuestro d¨¦ficit empresarial m¨¢s importante como una insuficiencia de management.
Establecer sistemas de producci¨®n flexibles con una plena integraci¨®n con proveedores y clientes, dise?ar metodolog¨ªas de fijaci¨®n de metas serias, plausibles y evolutivas, analizar los resultados alcanzados aprendiendo de los errores y de los competidores de ¨¦xito supone gestionar bien una organizaci¨®n y sentar las bases para incrementar la productividad en Espa?a. Reconocer que la l¨ªnea que marca lo que est¨¢ dentro o fuera de la empresa se ha desvanecido, supone mejorar la gesti¨®n y la organizaci¨®n empresarial, probablemente los dos yacimientos m¨¢s importantes de la productividad nacional.
Ya hemos se?alado en estas mismas p¨¢ginas que el origen de que la tasa de cobertura de nuestras exportaciones apenas cubre dos tercios, o que ocupemos el lugar 29 en la clasificaci¨®n de competitividad mundial del World Economic Forum 2005, tiene m¨¢s que ver con la baja productividad que se deriva de nuestra discreta innovaci¨®n empresarial y de los cors¨¦s de tipo estructural, que con los evidentes bajos ¨ªndices de inversi¨®n en I+D.
En paralelo, competir con otros pa¨ªses de la UE con una tasa de temporalidad del 33,3%, cuando la media europea es del 13,6%, supone que nuestras empresas sufren una situaci¨®n de descapitalizaci¨®n laboral dif¨ªcilmente recuperable mediante medidas del tipo del reciente acuerdo entre las Organizaciones Sindicales y la CEOE.
Es claro, adem¨¢s, que en un marco global exigente respecto a la formaci¨®n de los trabajadores, las empresas, y los sindicatos, deber¨ªan propiciar una mentalidad laboral dispuesta a asumir nuevas responsabilidades cotidianas. La formaci¨®n permanente, reconocida como un derecho en la frustrada Constituci¨®n Europea, alcanza tan solo al 5,8% de nuestra fuerza laboral, cuando la media comunitaria es del 9%, por no citar los casos de Suecia (34%) y el Reino Unido (21%).
Al fin y al cabo, como ya se?alaba Drucker en 1954, la empresa es una comunidad humana en la que, precisamente por ello, sus directivos y empleados constituyen su principal activo.
jecervera
Jos¨¦ Emilio Cervera es economista.
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