La incre¨ªble criatura del doctor Ian Wilmut
'Dolly', la primera oveja clonada, hubiera cumplido 10 a?os este mes. Muri¨® en 2003 de un c¨¢ncer de pulm¨®n
Todo empez¨® a ir mal cuando el doctor Frankenstein presion¨® la palanca del generador y dio vida a dos mitos con la cabeza cuadrada: el del monstruo cosido a mano y el del cient¨ªfico que no calcula bien las consecuencias de su propio talento. Pregunten por Dolly en la barra del bar y les responder¨¢n tres cosas: que es el primer animal cl¨®nico, que pag¨® con una muerte prematura la osad¨ªa de sus creadores y que su nombre se debe a Dolly Parton, cuya talla m¨¢s conocida no es la que dio como cantante. Lo del nombre es cierto. Lo dem¨¢s es la ¨²ltima reedici¨®n del mito de Frankenstein.
Cuando Dolly naci¨®, el 5 de julio de 1996, el primer animal cl¨®nico ya hab¨ªa cumplido 20 a?os, o los habr¨ªa cumplido de no haberse tratado de una rana, clonada por John Gurdon en los laboratorios del Medical Research Council en Cambridge. La rana cl¨®nica no ten¨ªa nombre -eran los tiempos anteriores a Barrio S¨¦samo- y no pudo captar la atenci¨®n popular, pero el experimento de Gurdon fue el primero en mostrar a la comunidad cient¨ªfica que la clonaci¨®n era posible, es decir, que hay c¨¦lulas en el cuerpo que mantienen su genoma lo bastante intacto como para hacerse pasar por un ¨®vulo fecundado y reiniciar desde cero el proceso de desarrollo.
El experimento tampoco pas¨® inadvertido en Roma. Seg¨²n pudo atestiguar el genetista Gin¨¦s Morata, que trabajaba en Cambridge en la ¨¦poca, Gurdon fue consultado sobre la posibilidad de clonar al papa Pablo VI, aunque declin¨® de inmediato con el argumento de que, siendo ¨¦l protestante, se entender¨ªa mal que no hubiera clonado antes al arzobispo de Canterbury.
El de Dolly tampoco fue el primer anuncio de clonaci¨®n de un mam¨ªfero. Ese honor le cabe al embri¨®logo suizo Karl Illmesee, que ya en 1981 public¨® en Cell, la revista de referencia en biolog¨ªa molecular, la clonaci¨®n de tres ratones de laboratorio. Illmesee pasar¨¢ a la historia como un pionero: no de las clonaciones, pero s¨ª del h¨¢bito de invent¨¢rselas. El investigador suizo dimiti¨® seis a?os despu¨¦s de su puesto en la Universidad de Ginebra. El coreano Hwang Woo-Suk, que ha dado continuidad a esa tradici¨®n al inventarse los primeros embriones humanos cl¨®nicos (en 2004), s¨®lo ha tardado un a?o y medio en ser descubierto.
En un campo tan proclive a los excesos imaginativos, no es raro que la propia Dolly llegara tambi¨¦n a estar en la picota. El experimento de Ian Wilmut y los dem¨¢s cient¨ªficos del Instituto Roslin de Edimburgo fue realmente pionero, pero precisamente por ello careci¨® de una planificaci¨®n cuidadosa. Cuando Dolly naci¨®, todo lo que quedaba de su madre biol¨®gica -la oveja de cuya ubre sali¨® la c¨¦lula que gener¨® a Dolly- eran unos fragmentos de tejido guardados en un congelador. Por eso ning¨²n peri¨®dico pudo publicar la foto obvia de la madre y la hija balando al un¨ªsono, y tambi¨¦n por eso surgieron voces cient¨ªficas esc¨¦pticas sobre la veracidad del c¨¦lebre mont¨®n de lana escocesa.
Confirmar la veracidad de una clonaci¨®n es bastante simple, sin embargo. Clonar consiste en tomar una c¨¦lula de un adulto, extraerle el n¨²cleo (sede central del genoma) e introducirlo en un ¨®vulo ajeno al que previamente se ha privado de su propio n¨²cleo. El resultado es lo bastante parecido a un ¨®vulo fecundado vulgar como para que, sometido a ciertos est¨ªmulos, eche a andar por su cuenta: dos c¨¦lulas, cuatro, ocho, 16, 32... A las dos semanas ha producido una pelota de unos cientos de c¨¦lulas llamada blastocisto, que es la fase embrionaria que se usa normalmente para implantar en el ¨²tero e iniciar una gestaci¨®n.
En consecuencia, el ADN del individuo cl¨®nico tiene que ser id¨¦ntico al del donante de la c¨¦lula original -y a sus tejidos congelados, naturalmente- en todo excepto en una cosa: el ADN mitocondrial, que est¨¢ fuera del n¨²cleo y por tanto no es aportado por el donante del n¨²cleo, sino por la donante del ¨®vulo. As¨ª es como se ha podido demostrar el fraude de Hwang. Y as¨ª es como se pudo demostrar la verdad de Wilmut. Como se dice en otro gremio -el period¨ªstico- acostumbrado a tratar con fuentes dudosas, Dolly iba a misa. La oveja era un clon de verdad.
La segunda parte del mito de Frankenstein obligaba, entonces, a buscar el error de c¨¢lculo de Wilmut. Si Dolly era cl¨®nica, seguramente tendr¨ªa que padecer alg¨²n tipo de malformaci¨®n horrible o enfermedad incurable. El animal ten¨ªa un aspecto tan normal como pueda tenerlo una oveja escocesa, pero los veterinarios acabaron encontr¨¢ndole un reuma, y los genetistas una aparente anomal¨ªa: los extremos de sus cromosomas (tel¨®meros) eran m¨¢s cortos de lo normal, como si las c¨¦lulas de Dolly tuvieran la edad de su madre biol¨®gica, en vez de la suya propia. Cuando Dolly muri¨®, el 14 de febrero de 2003, el comentario general fue que s¨®lo ten¨ªa seis a?os y medio, mientras que una oveja normal puede vivir 11 o 12, y que la oveja hab¨ªa pagado con una muerte prematura la osad¨ªa de sus creadores.
No fue as¨ª, sin embargo. Dolly fue sometida a una meticulosa autopsia, y los resultados no hallaron el menor indicio de que su muerte se hubiera debido a su origen cl¨®nico. Hab¨ªa muerto de un adenocarcinoma pulmonar ovino (OPA), un c¨¢ncer de pulm¨®n de origen v¨ªrico muy com¨²n en casi todas las caba?as ovinas y que ataca sobre todo a las ovejas de entre dos y cuatro a?os de edad. En Escocia, como en Espa?a, un tercio de la caba?a ovina est¨¢ infectada por el virus jaagsiekte, causante de la enfermedad, y el 10% de las ovejas infectadas desarrollan el c¨¢ncer de pulm¨®n. Al igual que su vida, la muerte de Dolly fue una perfecta vulgaridad.
Desde Dolly, la clonaci¨®n de animales se ha convertido en una pr¨¢ctica extendida, aunque dif¨ªcil y costosa, pero las esperanzas m¨¢s ambiciosas est¨¢n centradas en otro tipo de clonaci¨®n, la terap¨¦utica, en que el embri¨®n se clona pero no se implanta en ning¨²n ¨²tero, sino que se destruye para obtener c¨¦lulas madre que casen con el paciente del que se obtuvo la c¨¦lula original. ?sta es la t¨¦cnica que se invent¨® Hwang, pero los cient¨ªficos siguen convencidos de su gran potencial futuro y esperan ponerla a punto trabajando con calma y sensatez. Hacen bien, no vayan a calcular mal las consecuencias de su propio talento.
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