"Puedo ser la estatua de la libertad de China"
"Yo fui un bailar¨ªn muy famoso. Cuando cambi¨¦ de sexo, la gente, el p¨²blico, parec¨ªa decir: 'Debo asimilar esto" "No he odiado mi cuerpo masculino, lo he disfrutado en la danza y en la vida. La comprensi¨®n de mi parte masculina es mi equilibrio"Jin Xing era un coronel del Ej¨¦rcito Rojo chino. Ahora es mujer, bailarina y core¨®grafa. Se cambi¨® de sexo luchando contra viento y marea, prejuicios y presiones de todo tipo. En la Rep¨²blica Popular China es un caso ins¨®lito y ¨²nico. Un¨¢nimemente aclamado por su trabajo esc¨¦nico, la danza la ha salvado del caos, su tes¨®n la ha convertido en una estrella internacional. Su despegue europeo en las dos ¨²ltimas ediciones de la Bienal de Venecia, tras pasar por Norteam¨¦rica y Alemania, la han confirmado como una diva. Su libro de memorias (cuyo titulo original es Quiero convertirme en bailarina. Nada llega por azar), duro, descarnado y sin obviar los m¨¢s escabrosos detalles, ha sido publicado ya en m¨¢s de 10 lenguas. En China se pasa de mano en mano; en Occidente, se ve con algo de perplejidad su at¨ªpica vida dentro y fuera de los teatros. Ahora act¨²a por primera vez en Madrid, los d¨ªas 28, 29 y 30 en el Matadero, con su obra Shanghai beauty, un compendio donde sus solos abordan lo autobiogr¨¢fico. Ya a los 18 fue premiado como mejor bailar¨ªn de China, aunque lo mejor estaba por venir cuando dej¨® de ser "una mujer prisionera del cuerpo de un hombre".
No es f¨¢cil que Jin Xing conceda entrevistas. Recela, y con raz¨®n. No quiere ser carne de esc¨¢ndalo ni materia de sensacionalismos. Le interesa la danza, la coreograf¨ªa, la vida de los marginados, los dramas cotidianos que encierra la transexualidad. Vestida como una dama de Shanghai sin tiempo ni edad (ha cumplido 42 a?os), con medias de cristal negras con costura y severos zapatos cerrados de tac¨®n alto, Jin Xing cruza las piernas de lado, elegantemente, y sonr¨ªe a la vez que mira el techo veneciano decorado con putti, nubes, guirnaldas. En cierta forma, est¨¢ fuera del mundo. Su espalda recta siempre revela una tensi¨®n, un alerta que s¨®lo abandona con sus chispazos de humor ¨¢cido.
Pregunta. ?Busc¨® desesperadamente la danza como refugio?
Respuesta. Al contrario. La danza me busc¨® a m¨ª. El escenario me ama, y esto no es s¨®lo una met¨¢fora. Cantar, recitar, bailar: ah¨ª est¨¢ mi ¨²nica felicidad.
P. Se hizo famosa en un bar de Pek¨ªn donde peregrinaban todos.
R. S¨ª, eso lo cuento en detalles en mi libro. Se llamaba Mezzo Sogno (Medio Sue?o), y lo frecuentaban pol¨ªticos, intelectuales, artistas. Me dijeron de abrir otro en Shanghai, pero sent¨ªa que era perder el tiempo, banalizarlo todo en la noche. All¨ª era la reina de la fiesta, no la bailarina.
P. Y lo dej¨®, se decant¨® por el baile serio.
R. Prefer¨ª no mezclar la figura de la artista de danza con la gestora del garito. La atm¨®sfera del cabar¨¦ en cierto sentido me prepar¨® para dar el salto a la danza seria.
P. ?Y cu¨¢ndo comienza a crear?
R. ?Nunca he dejado de crear! Eso es lo que me da vida y sentido, mi expresi¨®n. La busco en el estudio, la encuentro, la pulo al llegar a ese momento m¨¢gico y significativo que se traduce en coreograf¨ªa, pues la comunicaci¨®n de emociones a trav¨¦s del baile es inmediata, el movimiento del cuerpo es directo.
P. ?Y c¨®mo se define?
R. Para m¨ª no es importante definir qu¨¦ soy en el baile. ?A qui¨¦n le importa eso? Las categor¨ªas perjudican al arte, prefiero el juicio libre del p¨²blico.
P. Usted ha estudiado ballet, danza tradicional china, danza moderna.
R. Uso todos los elementos de mi formaci¨®n. Al volver del American Dance Festival descubr¨ª muchas cosas nuevas. Para m¨ª hoy es importante hablar de globalizaci¨®n en la danza. La cultura china est¨¢ abierta a eso. Mi trabajo est¨¢ en el eje: busco una comunicaci¨®n esc¨¦nica muy simple y directa entre dos culturas b¨¢sicamente diversas.
P. El resultado no quiere ser elitista.
R. No. Rechazo las consideraciones de elitismo. No coreograf¨ªo para el mundo de la danza, que es endog¨¢mico en s¨ª mismo, sino para el espectador, para el p¨²blico real.
P. Pina Bausch le admira, y usted a ella...
R. Mucha gente la imita, pero mi admiraci¨®n no comprende la imitaci¨®n sino la comprensi¨®n. Imitar es lo f¨¢cil. Yo me empe?o en mantener en mi trabajo la fuerza de la cultura oriental, no de parecerme a Sacha Walze o a Anne Therese de Kesssmarker. La cultura oriental de la escena va m¨¢s a lo sustancial, aunque el inter¨¦s final es el mismo: representar la belleza y sus dolores. En Italia, por ejemplo, la belleza, la fuerza est¨¦tica, manda en todo. No hay m¨¢s que mirar en derredor.
P. Sus bases musicales van de Ren¨¦ Aubry a Piazzola o Strauss o algunos instrumentos tradicionales chinos.
R. La cosa m¨¢s bella, a mi juicio, es la expresi¨®n musical a trav¨¦s del cuerpo, sea china, india o ¨¢rabe. En un momento, de la m¨²sica se escapa el movimiento. Yo me siento ligada a la m¨²sica cl¨¢sica.
P. ?Y esa leyenda de la mariposa?
R. Es muy antigua: una muchacha debe travestirse para estudiar, se enamora de otro, y se transforman ambos en mariposas en busca de la libertad.
P. Ese amor est¨¢ en su paso a dos para dos hombres.
R. Naci¨® en 1993 para dos hombres. Yo lo bail¨¦ en su d¨ªa. Pero, luego, uno de los bailarines se fue y entonces lo mont¨¦ para una mujer y un hombre, me pareci¨® lo justo.
P. Su coreograf¨ªa es b¨¢sicamente autobiogr¨¢fica.
R. Es posible verlo as¨ª. No siempre. Hay episodios ligados a la experiencia personal, eso es inevitable.
P. ?Shanghai o Pek¨ªn?
R. Shanghai es la moda y Pek¨ªn la pol¨ªtica. No hay un sitio de preferencia. Necesito a las dos ciudades. Pek¨ªn da comunicaci¨®n intelectual, relaciones, Shanghai es la actualidad y la vida.
P. ?C¨®mo acogieron su cambio de sexo en estas ciudades?
R. Yo fui un bailar¨ªn muy famoso como hombre. La gente, el p¨²blico, parec¨ªa decir: "Debo asimilar esto". Pero es que en Oriente no se tocan los aspectos ¨ªntimos y personales como aqu¨ª en Occidente, se esconden m¨¢s bien. En mi caso no ha sido as¨ª. Al principio se dividi¨® el criterio colectivo, mucho de mi parte, otros oponi¨¦ndose. Yo estuve convencida siempre de tener raz¨®n, de ser una artista verdadera. Despu¨¦s de m¨¢s de 10 a?os de lucha s¨¦ que esto es importante.
P. Casi un h¨¦roe.
R. Probablemente, para mucha gente s¨ª lo soy. Algunos me lo dicen, puedo ser la estatua de la libertad de China. S¨¦ que soy un ejemplo, y el ¨¢mbito de la danza es estrecho para lo que represento en la sociedad actual. Para las nuevas generaciones, represento la voluntad de creer en la propia identidad.
P. Cuando vuelve a China, ?c¨®mo es recibida? ?La apoyan?
R. Al principio fue duro. Yo era una espina en el sistema, pero luch¨¦ y luch¨¦. Quer¨ªa existir. Estaba determinada a ello. Tengo la sensaci¨®n ahora de ser intocable, por ser la parte justa, y tambi¨¦n de que la oficialidad me usa para aparentar una libertad. A¨²n falta tiempo para que cambien las cosas.
P. ?Es feliz como mujer y bailarina?
R. Siempre he sido feliz y no lo he sido. Mi inspiraci¨®n ha sido siempre femenina. Primero pensaba que ten¨ªa un cuerpo de hombre y mente de mujer. Despu¨¦s esto cambi¨®. Otros amigos transexuales odian su cuerpo de hombre. Yo no. Nunca he odiado mi cuerpo masculino, he disfrutado de mi parte masculina, en la danza y en la vida. La comprensi¨®n de mi parte masculina es mi equilibrio. Mi caso en China no es algo medi¨¢tico, sino cultural. La lucha por la libertad existe siempre en dos planos, en el coraz¨®n y en el sistema."Para m¨ª hoy es importante hablar de globalizaci¨®n en la danza. La cultura china est¨¢ abierta a eso. Mi trabajo est¨¢ en el eje" "No coreograf¨ªo para el mundo de la danza, que es endog¨¢mico en s¨ª mismo, sino para el espectador, para el p¨²blico real"
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