Geldof: Cerrado por falta de p¨²blico
El cantante y fil¨¢ntropo no logra vender entradas para sus conciertos
En un momento u otro de su carrera, cualquier figura de la m¨²sica tiene que enfrentarse a la evidencia de que un concierto suyo ha pinchado miserablemente. Pero pocos quedan tan en evidencia como lo ha hecho Bob Geldof en su gira italiana. Algo iba mal desde el principio: se anularon sus dos conciertos en Sicilia. El viernes lleg¨® a la Arena C¨ªvica de Mil¨¢n, recinto para 12.000 personas, y descubri¨® que s¨®lo hab¨ªa vendido 45 localidades (aunque se hab¨ªan regalado numerosas entradas). Cancel¨® ese show y el que quedaba en Roma, donde hab¨ªa 300 compradores por anticipado.
El desastre tal vez hubiera pasado inadvertido de no haber coincidido con la presentaci¨®n en Mil¨¢n de un peso pluma del pop brit¨¢nico, Robbie Williams, que convoc¨® a 73.000 personas, poniendo en bandeja las comparaciones. No lo arregl¨® el promotor italiano, Francesco Iacovone, que cree que fuerzas oscuras sabotearon la gira (en realidad, Internet rebosaba de ofertas de hoteles milaneses, que ofrec¨ªan tarifas especiales a los seguidores de Geldof). El precio de las entradas, 40 euros, tampoco puede considerarse disuasorio.
El artista transmite la sensaci¨®n de que su faceta musical es m¨¢s un 'hobby' que una dedicaci¨®n plena
No van por ah¨ª los tiros. De hecho, las cr¨ªticas contra el activismo a lo Geldof ya son ¨²ltimamente m¨¢s que chistes y susurros.
Ocurre que su imagen ben¨¦vola se ha ido enturbiando con posicionamientos pol¨ªticos provocadores. Su oposici¨®n al euro y la Uni¨®n Europea le hizo compartir tribunas con personajes sospechosos. Tambi¨¦n se ha prestado a figurar como consejero de David Cameron, nuevo l¨ªder de los conservadores brit¨¢nicos, e incluso ha aplaudido las campa?as de George W. Bush contra el sida, que desaconsejan los anticonceptivos. En estos asuntos comparte el pragmatismo de Bono, que aconseja "tratar con demonios de izquierda o de derecha para conseguir resultados".
Su ¨²ltimo evento contra la pobreza en ?frica, Live 8, fue un ¨¦xito de p¨²blico y un prodigio log¨ªstico, pero dej¨® un sabor amargo. El eco de la campa?a qued¨® acallado por las bombas de Londres, mientras muchos m¨²sicos manifestaban su disconformidad con las decisiones de Geldof. Roger Daltrey, que cant¨® con The Who, se indign¨® al saber que se mont¨® una zona VIP para millonarios y ejecutivos de empresas; Thom Yorke, vocalista de Radiohead, se neg¨® a acudir al entender que Live 8 -con su lema "Haz que la pobreza pase a la historia"- pod¨ªa ser asimilado c¨ªnicamente por los pol¨ªticos del G 8.
Mientras tanto, Geldof se ha colocado por encima y fuera del mundo de la m¨²sica. Transmite hoy Bob la sensaci¨®n de que su faceta musical es m¨¢s un hobby que una dedicaci¨®n plena: est¨¢ centrado en los medios de comunicaci¨®n desde hace 20 a?os. Tras trabajar como locutor estelar de radio, inici¨® un par de productoras de programas de radio y televisi¨®n, que han prosperado. Sus buenas relaciones con los laboristas de Tony Blair le han facilitado incluso acceder a contratos con el Ministerio de Defensa o de Asuntos Exteriores.
Su fortuna, se justifica, le permite litigar con comodidad. Defensor de los derechos de los padres divorciados, logr¨® la custodia de las tres hijas que tuvo con su esposa, la periodista Paula Yates, que le abandon¨® por Michael Hutchence, el apol¨ªneo cantante de INXS; el juicio fue una penosa exhibici¨®n de trapos sucios. Tras las s¨®rdidas muertes de Yates y Hutchence, no repar¨® en gastos para hacerse con la custodia de la hija de ambos.
Tambi¨¦n se ha enfrentado con algunos ex miembros del grupo que le dio a conocer, The Boomtown Rats, que exigen un reparto m¨¢s equitativo de los derechos generados por ¨¦xitos como I don't like mondays.
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