"En televisi¨®n vimos nuestra casa destruida por las bombas"
Una familia de evacuados libaneses relata en Chipre sus ¨²ltimos d¨ªas en Beirut
"No tengo nada. S¨®lo a mi familia". Hace diez d¨ªas, Adn¨¢n, un liban¨¦s de 51 a?os, vio c¨®mo su casa, en el barrio de Chiah Mchrafiah, en Beirut, acababa de derrumbarse en un ataque israel¨ª. ?l estaba en la vivienda de su cu?ada, a tan s¨®lo 10 minutos de la suya, cuando, de pronto, su casa derruida apareci¨® en televisi¨®n en mitad del parte diario de bombardeos en Beirut. La imagen dur¨® s¨®lo unos segundos, lo suficiente para que Adn¨¢n reconociera su hogar entre los escombros.
Su mujer, Samar, y sus dos hijos, de 11 y 18 a?os, viven en Canad¨¢ desde 2001, y hab¨ªan ido a pasar el verano con ¨¦l. A los dos d¨ªas de llegar, les sorprendi¨® la guerra. "Hac¨ªa cuatro a?os que no ve¨ªa a mis hijos. Mi mujer viene todos los veranos pero ellos no. Lo est¨¢bamos pasando bien, disfrutando todos juntos de la playa, del sol y, de la noche a la ma?ana, esta guerra, otra vez", se lamenta Adn¨¢n desde el campamento que los canadienses han instalado en el estadio de Zenon en Larnaca (Chipre), para alojar a los que esperan un billete de avi¨®n que les lleve a Canad¨¢. "No entiendo lo que est¨¢ pasando. Nunca pens¨¦ que los bombardeos fueran a volver. ?Puede un pa¨ªs resucitar dos veces?", pregunta Adn¨¢n. "L¨ªbano se acab¨®, se acab¨®", repite su mujer.
Ambos est¨¢n reviviendo muchas cosas. Adn¨¢n descubre bajo la camiseta dos cicatrices en el est¨®mago. "Me dispararon en 1983, durante la primera guerra en L¨ªbano, cuando hac¨ªa el camino de casa al aeropuerto, donde trabaja en una oficina bancaria. No s¨¦ qui¨¦n fue, pero sobreviv¨ª. ?sta es mi suerte".
La ¨²ltima imagen que tiene de su pa¨ªs es desde el barco de evacuados que le trajo con su familia hace dos d¨ªas a Larnaca. "Beirut no parec¨ªa una ciudad en guerra. Desde el mar se ve¨ªa un paisaje precioso, un pa¨ªs maravilloso. Llor¨¦ como un ni?o mientras nos alej¨¢bamos", recuerda. En ese trayecto de m¨¢s de 10 horas en barco, los libaneses, ya a salvo, se sientan y se dan cuenta de que quiz¨¢ pase mucho tiempo antes de que puedan volver a ver el L¨ªbano que dejaron. Adn¨¢n sonr¨ªe despu¨¦s de cada recuerdo en voz alta a pesar de que todos ellos, hasta el momento, son desagradables. Es la mueca de la resignaci¨®n. "Ahora que tengo a mi familia conmigo estoy preparado para todo", asegura.
Adn¨¢n est¨¢ tranquilo y relata c¨®mo ha vivido esta guerra y la anterior como si lo hubiera le¨ªdo en un libro, como quien sabe que tiene la lecci¨®n bien aprendida. "Mi padre y mi hermano murieron en los bombardeos. Entonces no pudimos salir del pa¨ªs porque todo era mucho m¨¢s complicado", dice. "Estamos bien; por lo menos estamos juntos, pero nos sentimos mal por la gente que hemos dejado all¨ª. Mi hermana y mi cu?ado se han quedado en Beirut, no pod¨ªan venirse porque no ten¨ªan visado. Ojal¨¢ est¨¦n bien", dice Samar, su esposa.
Adem¨¢s de a su hermano y a su cu?ada, Adn¨¢n ha dejado en Beirut un centenar de p¨¢jaros. "Me encantan. Los tengo en una casita y todas las noches, desde hace 20 a?os, iba a verlos antes de acostarme. Mi hermano tiene orden de tratarlos bien", asegura Adn¨¢n en Chipre. "No he querido perderlos, por si vuelvo alg¨²n d¨ªa".
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