Las obras de un colector junto al r¨ªo hacen aflorar restos de un molino medieval
Los indicios vinculan el ingenio harinero al primer monasterio jer¨®nimo de Madrid
Un molino harinero con su pozo, cacera, azud, solera, pavimento, peto y espacio para albergar su rodezno acaba de integrarse al escas¨ªsimo patrimonio bajomedieval de Madrid, tras aflorar en la zona en obras de un colector en la ribera izquierda del Manzanares, frente a la ermita de San Antonio de la Florida. Sobre el lugar que el molino ocupa iba a construirse un estanque de tormentas, que ser¨¢ trasladado. La cartograf¨ªa y la documentaci¨®n permiten afirmar que el molino perteneci¨® a un monasterio jer¨®nimo del siglo XIV cuya ubicaci¨®n exacta se desconoc¨ªa.
Otras obras han hecho emerger una zapata del derruido 'Puente Verde'
Al hallazgo se ha llegado a partir de una primera cala preventiva, realizada a finales del pasado mes de junio, que abri¨® un surco de unos diez metros de longitud por dos de anchura, bajo el mismo lugar ocupado durante lustros por la estatua de Francisco de Goya. La estatua fue retirada al comenzar las obras la pasada primavera frente a la ermita cuyos frescos pint¨® el artista aragon¨¦s de manera tan excelsa.
A un metro y medio de profundidad surgi¨® ya una primera solera del molino, m¨¢s un peto y un pavimento de cantos rodados encalados de cal muy fina, que alert¨® al equipo que dirige el arque¨®logo Pablo Guerra, de la compa?¨ªa Auditores de Energ¨ªa y Medio Ambiente, sobre la presencia de vestigios hist¨®ricos de importancia. Calas posteriores lo demostrar¨ªan, al detectarse ya la estructura b¨¢sica del molino harinero, con f¨¢brica para su provisi¨®n de agua del r¨ªo y su devoluci¨®n a ¨¦l mediante acequias.
Un pozo cegado, de una profundidad estimada en quince metros, muestra su boca de metro y medio de di¨¢metro enladrillado sobre el que se han encontrado entablamentos; tambi¨¦n es de ladrillo un potente peto rectil¨ªneo que anuncia la presencia del rodezno, la muela molinera. Esta parte del enclave a¨²n no ha sido excavada, pero lo encontrado tiene entidad suficiente como para que las obras de construcci¨®n de un estanque de tormentas, proyectadas sobre ese lar de unos 150 metros cuadrados de superficie, queden suspendidas hasta la completa evaluaci¨®n de los restos.
Las obras forman parte de la construcci¨®n de un colector presupuestado en 16 millones de euros por el ?rea de Gobierno de Medio Ambiente y Servicios a la Comunidad del Ayuntamiento. Una portavoz de esta concejal¨ªa inform¨® que las competencias arqueol¨®gicas corresponden al Gobierno regional.
Javier Hern¨¢ndez, director general de Patrimonio Hist¨®rico y Art¨ªstico de la Comunidad de Madrid, organismo que supervisa los hallazgos arqueol¨®gicos encontrados en la ciudad y en el territorio comunitario, explic¨® que los vestigios hallados "est¨¢n siendo analizados para establecer su data y su aut¨¦ntica val¨ªa arqueol¨®gica". No obstante subray¨® que, de confirmarse su procedencia bajomedieval, como numerosos indicios permiten columbrar, su prop¨®sito es "integrarlos al patrimonio de la ciudad mediante su exhibici¨®n en un peque?o museo sobre el lugar". Lo mismo prev¨¦n hacer con los restos de la iglesia del Buen Suceso, en la Puerta del Sol.
La cartograf¨ªa madrile?a se?ala que en las inmediaciones del molino hallado -del cual queda en la toponimia de la zona un camino llamado del Molino quemado- estuvo a partir del a?o 1460 el Monasterio de Santa Mar¨ªa del Paso, habitado por monjes de esta obediencia eremita. La orden jer¨®nima hab¨ªa sido fundada en el siglo XIV por el venerable Tommasso Succio en Siena. Luego se extendi¨® casi ¨²nicamente por Castilla, a partir de 1373, y Portugal. En 1415 ya ten¨ªa 25 conventos. Sus relaciones con la Casa de Trastamara fueron muy estrechas.
Alonso de Oropesa, fraile jer¨®nimo, lleg¨® a ser consejero ¨¢ulico del monarca castellano Enrique IV, de quien consigui¨®, en torno al a?o de 1464 y para su orden mercedes expl¨ªcitas: unas huertas feraces en la ribera del Manzanares, as¨ª como un monasterio madrile?o. Enrique IV, hermanastro de Isabel la Cat¨®lica, protegi¨® a la orden, que regir¨ªa los monasterios de Guadalupe, el de El Parral y San Lorenzo de El Escorial, entre otros. Una peste desencadenada en torno a 1478 y varias epidemias convirtieron el paraje ribere?o en poco saludable y los monjes decidieron su traslado en 1503 a lo que ser¨ªa San Jer¨®nimo el Real, junto al arroyo del Prado.
En las inmediaciones de la excavaci¨®n donde afloraron los restos del molino los operarios de la empresa Cors¨¢n Corviam y de Audeme descubrieron ayer por la ma?ana la zapata del denominado Puente Verde, un paso sobre el r¨ªo que cobr¨® notoriedad por el color del que fuera pintado su maderamen.
Algunos vecinos de la zona aseguraban que dej¨® de utilizarse en torno a 1909 cuando fue construido el puente del Rey, llamado de Galicia durante la Guerra Civil y hoy puente de la Reina.
Una ribera movediza
Madrid apenas puede contar con los dedos de una mano sus vestigios bajomedievales, los m¨¢s importantes de los cuales se despliegan en las inmediaciones de la plaza de la Paja. Uno de los m¨¢s considerados es la capilla del Obispo, junto a la iglesia de San Andr¨¦s.
En plazas aleda?as algunas casas conservan sus plantas y patios de traza tardomedieval. Asimismo, la nave de la iglesia de San Jer¨®nimo el Real presenta rasgos de g¨®tico isabelino.
Esta escasez confiere a los restos reci¨¦n hallados una importancia singular. El ¨¢rea donde han aflorado causa quebraderos de cabeza a historiadores y arque¨®logos. Y ello a consecuencia de que el r¨ªo Manzanares ha modificado sustancialmente su propio cauce y sus riberas a lo largo de los seis siglos y medio que separan nuestros d¨ªas de las fechas del establecimiento del primer monasterio jer¨®nimo, sobre el camino que un¨ªa el Alc¨¢zar de Madrid con El Pardo.
Se llam¨® Santa Mar¨ªa del Paso en 1464 y fue fundado en honor a la fiesta del Paso honroso, en la cual se distingui¨® el valido regio Beltr¨¢n de la Cueva frente a sus rivales, caballeros del s¨¦quito del duque de Breta?a de visita en Madrid.
Desde el primer mapa importante de la ciudad, cuya traza fue atribuida al italiano Antonio Marcelli en 1622, se da cuenta de numerosas islas sobre el Manzanares, remarcablemente una de medio kil¨®metro de longitud, muy pr¨®xima a donde hoy se halla la ermita de San Antonio de la Florida. La isla ya no existe. La riqueza h¨ªdrica de las riberas permite conservar grandes ¨¢rboles plantados en 1794 sobre la senda real.
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